Cumbre UE-Rusia: un delicado acto de equilibrio
4 de octubre de 2005
La calefacción en Europa está asegurada. Como contrapartida, la UE facilitará los trámites de visado para ciudadanos rusos, sobre todo para ciertas categorías, como jóvenes, estudiantes, profesores universitarios e intelectuales. El objetivo de Moscú a largo plazo es la 'circulación libre sin visados' de ciudadanos rusos en la UE.
A esos acuerdos entre la UE y Rusia se llegó hoy luego de una reunión del primer ministro británico y presidente de turno de la Unión Europea (UE), Tony Blair, con el presidente ruso, Vladimir Putin, en la XVI Cumbre de la UE y Rusia, llevada a cabo en Londres.
También asistieron a las reuniones el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Javier Solana.
Putin: "somos un socio de confianza"
Putin aseguró que su país seguirá siendo 'un socio de confianza' para la Unión en materia de suministro de petróleo y gas: un as en la mano, que blinda a Rusia contra críticas demasiado afiladas de la UE.
Preguntado si Europea se había convertido en un bloque demasiado dependiente de la energía que provee Rusia, Putin respondió que 'los rumores sobre la pérdida de la independencia energética de la UE se han exagerado'.
Blair fue preguntado por su parte si la dependencia energética de Rusia impedía a la Unión Europea criticar a Rusia en asuntos tan espinosos como Chechenia y los derechos humanos, extremo que, como era de esperar, también negó el primer ministro.
'Hemos hablado efectivamente de derechos humanos y de Chechenia', señaló el mandatario británico, pero insistió en que la relación entre los dos bloques es 'importante en términos de intereses comunes' como la cooperación económica y la lucha contra el terrorismo.
Poco espacio para cuestiones espinosas
En vista de ese enfoque, poco espacio quedó entonces para lograr algún tipo de consenso en cuestiones como las de Bielorrusia y Uzbekistán, a cuyos regímenes autoritarios Moscú defiende de las críticas de Occidente, o las autonomías separatistas en Georgia y Moldavia, cuyos Gobiernos desconfían de las 'fuerzas de paz' rusas y exigen relevarlas por tropas internacionales o de la OTAN.
Otro de los temas tabú fue el polémico programa nuclear iraní y, en concreto, las relaciones entre Teherán y Moscú, que construye en Irán una planta atómica para la que suministrará combustible.
Asimismo se evitó profundizar demasiado en la explosiva situación en las repúblicas del Cáucaso Norte, incluido el problema más incómodo y doloroso para el Kremlin: el interminable conflicto de Chechenia. El lema de estas cumbres parece ser: el que se mueve, pierde.
Amnistía Internacional denunció poco antes de la cumbre que en Chechenia y todo el Cáucaso ruso continúan graves atropellos de los derechos humanos, como 'torturas, secuestros y detenciones secretas de civiles', bajo el manto de la 'guerra contra el terrorismo'.
Inseguridad para las inversiones
Un delicado asunto en Rusia es también el clima para inversiones en el país, luego de la campaña de acoso y derribo contra la petrolera privada Yukos, ahora con su mayor filial en manos del Estado y sus directivos en la cárcel, y el impacto de ese polémico caso en las negociaciones sobre el ansiado ingreso de Rusia en la Organización Mundial del Comercio.
La UE y Rusia analizaron finalmente las cuatro 'hojas de ruta' acordadas en la anterior reunión de mayo en Moscú sobre la cooperación en los espacios de economía; seguridad y justicia; seguridad externa, y ciencia, educación y cultura.
Solana destacó en una entrevista a la prensa rusa que el trabajo conjunto sobre los cuatro espacios comunes prevé 'una cooperación sin precedentes entre la Unión Europea y Rusia' que viene a sustituir los 'tabúes y sospechas' de otros tiempos.
El problema 2007
La cita de Londres sacó también a debate el llamado 'problema 2007', año en el que vence el actual Acuerdo de Asociación y Cooperación entre Moscú y Bruselas. Ambas partes tienden a no readaptarlo, sino a sustituirlo por uno nuevo que refrende los cambios ocurridos en Rusia, Europa y el mundo en los últimos años.
Pero esos cambios plantean un difícil diálogo entre Rusia y la UE a la hora de acercar sus enfoques respecto a los procesos que se registran en la CEI, como las 'revoluciones de terciopelo' en Georgia y Ucrania, tras las que Moscú ve 'la mano de Occidente' y cuya repetición teme en otros países vecinos y en su propia casa.
El proceso de acercamiento entre Rusia y la UE avanza, pero a paso lento y tratando de evitar ambas partes escollos y temas espinosos. Por parte de la UE, esa estrategia parece obedecer al objetivo a largo plazo de integrar a Rusia en Europa, pero en un delicado acto de equilibrio que consiste en no criticar demasiado realidades penosas de hoy. Si esa estrategia es la correcta y si dará los resultados esperados, sólo podrá ser respondido por el tiempo.