¿Cuál es el precio de la alianza contra EI?
13 de septiembre de 2014
¿Se puede confiar en países como Arabia Saudita, Catar o Egipto como aliados para luchar contra las milicias terroristas del Estado Islámico (EI)? No, no se puede. En la propia Arabia Saudita rige un sistema brutal y profundamente antidemocrático basado en la sharia (ley islámica). Catar apoya a los islamistas de la región, incluyendo grupos como Hamás. Aunque Egipto, por su parte, lucha contra los Hermanos Musulmanes, da margen de actuación a grupos radicales salafistas, con el fin de no disgustar a Arabia Saudita, un importante apoyo económico.
El llamado “eje sunita” de los países del Golfo y Turquía no tuvo durante mucho tiempo problemas con el Estado Islámico. Podría decirse que incluso lo apoyó, al menos indirectamente, en la medida en que veía a la organización terrorista como instrumento de lucha contra el régimen sirio de Bashar al Assad, aliado de Irán.
Los países sunitas no han frenado a EI
Incluso cuando los fanáticos del Estado Islámico tomaron Mosul y sembraron el terror en varias zonas de Irak, los países sunitas permanecieron pasivos. Los terroristas se habían unido a grupos sunitas locales contra el Gobierno chiíta de Bagdad que, al igual que el Gobierno sirio, era aliado de Irán. Nadie quiso intervenir antes de tiempo. Era más importante que cayera el odiado primer ministro iraquí de aquel entonces, Nuri Al-Maliki, que detener el avance de Estado Islámico.
Ahora no hay otra alternativa. EE.UU. no puede derrotar al Estado Islámico sin la ayuda de los países sunitas. Aunque la milicia terrorista ya puede autofinanciarse bastante bien mediante el contrabando y la extorsión, es importante que no reciba recursos de carácter privado procedentes, sobre todo, de los países del Golfo. Estados Unidos necesita, además, utilizar el espacio aéreo de la región para ganar efectividad en sus ataques contra Estado Islámico en Siria e Irak. Allá donde pueblos enteros se ven amenazados y personas inocentes son decapitadas sin piedad ante las cámaras, solo se puede vencer utilizando la violencia.
¿Cuál es el precio a pagar?
Pero la ayuda de los países árabes no saldrá gratis. Estos regímenes procurarán por todos los medios que los gobiernos de Siria e Irán no salgan reforzados de la lucha contra Estado Islámico. En el caso de Siria, se trata de una aspiración legítima. Su régimen libra desde hace más de tres años una despiadada guerra contra gran parte de su propio pueblo y no debe salir beneficiado de la batalla contra los terroristas. Por ese motivo, EE.UU. ha tomado la decisión adecuada al aprobar no solo la lucha contra Estado Islámico en Siria, sino también apoyo militar a los opositores moderados a su régimen. ¿Qué resultado tendrá esta estrategia? Es difícil de valorar. Assad podría incluso salir vencedor en todo esto.
Otro precio de la alianza contra Estado Islámico tiene un carácter político. Las críticas contra las violaciones de derechos humanos en los países aliados serán rechazadas con decisión. Durante la lucha contra el terrorismo islámico, no será posible una nueva “primavera árabe” que renueve políticamente aquellos regímenes.