¿Cómo se puede elegir a quien justifica la dictadura?
26 de octubre de 2018Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ), de Fráncfort: "Malos recuerdos"
El objetivo de Jair Bolsonaro es regresar al Brasil de hace 40 o 50 años, presuntamente un país seguro y sin corrupción. Un Brasil que estaba en manos de la dictadura militar, tras un golpe de Estado en 1964. Muchos brasileños anhelan ese tiempo de vuelta, especialmente aquellos que son demasiado jóvenes para haberlo vivido. El 57%, según encuestas, le dará su voto a Bolsonaro.
Después de más de 20 años, un exmilitar Bolsonaro volvería al gobierno. El general Alessio Souto, mencionado como posible ministro de Educación, quiere "liberar las escuelas de las ideologías de izquierda”, además que imponer la enseñanza del creacionismo, paralelo a la teoría de la evolución. Un éxito de la presión de las fuerzas evangélicas ultraconservadoras del entorno de Bolsonaro. Souto también comparte la opinión de Bolsonaro de que la dictadura militar en los libros de historia de Brasil debe describirse como un "movimiento para combatir el comunismo” en lugar de una dictadura.
Con el fin de la dictadura militar en 1985, los militares perdieron rápidamente influencia política. Sin embargo, la pérdida de confianza en la política y sus instituciones, debido a los recientes escándalos de corrupción, ha fortalecido la posición del Ejército. Según una encuesta del Instituto Datafolha, el 78% de los brasileños considera que el Ejército es la institución más confiable del país. Y Bolsonaro promete "una limpieza nunca vista en Brasil".
Süddeutsche Zeitung, de Múnich: Brasil o "el país del horror"
¿Cómo pueden los brasileños votar por un candidato que justifique la dictadura, la tortura y el armamento de la población? ¿Cómo pueden los brasileños, a los que les gusta presentarse ante el mundo como un "pueblo amistoso" votar por un exmilitar abiertamente racista, homofóbico y misógino? Las causas están en el silencio de esa joven democracia sobre los crímenes de la dictadura de 21 años que oprimió a Brasil entre 1964 y 1985. Para entender el Brasil de hoy, debe recordarse que en la transición del régimen a la democracia se aprobó lo inaceptable: el silencio sobre los crímenes de los agentes estatales contra la población civil.
Rescatar la verdad de los crímenes cometidos bajo un régimen de opresión y llevar a los culpables a un juicio es un deber, un requisito previo y fundamental para una democracia: el sistema democrático restaurado le debe hacer ver a la sociedad que asesinar es intolerable, y aquellos que cometen crímenes en el nombre del Estado tienen que responder por ello.
Brasil nunca hizo esa tarea fundamental. Después de 33 años de democracia, torturadores y torturados aún se ven en la panadería de la esquina, sin que el Estado haya llamado a nadie a rendir cuentas. Brasil paga ahora las consecuencias de no haber procesado su dictadura militar, con la elección de un militar en retiro, que cree que la dictadura debería haber matado a "al menos 30.000” personas.
Con la glorificación del torturador Carlos Alberto Brilhante Ustra, Bolsonaro expone la deformación de una democracia cuya monstruosa producción es él mismo. Una democracia que permite tal violación está podrida. Las instituciones que permiten tales monstruosidades están básicamente corrompidas.
Taz, de Berlín: "Los fatales errores de la izquierda”
La izquierda de Brasil perdió la oportunidad de liderar en América Latina un cambio progresista. Ahora será toda la izquierda en América Latina la que pagará por ello. La importancia de Brasil para América Latina es enorme. El impacto hubiera podido ser grande, si el gigante sudamericano se hubiera liberado de las inmensas desigualdades sociales. Esa fue una de las esperanzas depositadas en los gobiernos dirigidos por el PT: desde la victoria electoral de Luiz Inácio Lula da Silva en 2002 hasta la destitución de Dilma Rousseff en 2016. Pero, ¿qué sucede si el candidato de derecha, Jair Bolsonaro, llega al poder?
No está claro qué política económica seguirá realmente Bolsonaro, que presentó a Paulo Guedes como el futuro ministro de Hacienda. Pero mientras Guedes parece más bien una caricatura del neoliberal de los 90, el ascenso de Bolsonaro se le agradece a proteccionistas e intervencionistas. Guedes, por su parte, cree que el mayor problema del país es que el modelo centralista de la dictadura nunca fue superado, por lo que "el aumento constante del gasto público en los últimos 30 años ha corrompido la democracia y ha paralizado la economía".
Lo cierto es que el éxito de Bolsonaro le dará un gran impulso a las corrientes más reaccionarias. Por un lado, hay grupos fundamentalistas evangélicos que tienen gran influencia en Brasil, y que pertenecen a la fracción BBB (Biblia, buey y bala). Por el otro, están las Fuerzas Armadas, que se retiraron de manera ordenada después del final de la dictadura, pero nunca dieron cuenta de sus crímenes.
Si son los predicadores y los generales los que van a determinar la dirección del Gobierno de Bolsonaro, estamos ante una perspectiva muy peligrosa para la democracia. El desastre de Venezuela ha sido usado como un ejemplo para asustar. Y por lo que concierne a Lula y Rousseff, que quisieron ser la verdadera alternativa, naufragaron en la corrupción.
Ambos fueron incapaces de generar un cambio de conciencia social, cultural e ideológica. Sus éxitos en la lucha contra la pobreza y el hambre no pudieron cambiar la mentalidad de los brasileños. Hoy todos pagan por estas deficiencias. Pero los costos no solo serán asumidos por los brasileños, sino por toda la izquierda en América Latina.
(er)