De “niño-soldado” a estrella del Hip-Hop
12 de febrero de 2008Emmanuel Jal es un joven alto de cabeza recubierta de “dreadlocks”. Hoy vive en Londres y la música, dice, ha formado siempre parte de su vida. Sólo a veces, cuando esa existencia se tornó excesivamente dura, dejó de cantar. “En Sudán hubo una guerra en la que luchamos solos. Nadie nos ayudó. Por eso todo el mundo tuvo que participar y defender el país”, recuerda.
Jal nació en Tonj, Sudán, en 1980. Su padre pertenecía al Movimiento de Liberación del Pueblo Sudanés, una guerrilla que se enfrentó con las armas al dominio político, religioso y social de los árabe-musulmanes del norte del país. Como otros muchos niños de la región, Jal se vio enfrentado desde muy pequeño a la violencia y la brutalidad: “mis primas y mis tías fueron violadas. Mi madre es una víctima de la guerra. Nuestro pueblo fue destruido y nuestra casa quemada”, cuenta.
Después de que muriera su madre, con siete años de edad, Jal aprendió a combatir en Etiopía y se convirtió en un “niño-soldado”, “porque queríamos ayudar a luchar contra el enemigo y proteger nuestro país”.
Sin perspectivas
En War Child, el director Christian Karim Chrobog cuenta la historia de ese pequeño que entre tanto ha cumplido 28 años. La película puede verse estos días en la Berlinale. Al contrario que Jal, unos 20.000 antiguos “niños-soldado” llevan hoy en Sudán “una vida triste y sin perspectivas”, dice Chrobog. Los que un día lucharan por su país “nunca han podido reintegrarse del todo en la sociedad”.
Para el rodaje, Chrobog viajó en 2007 a Sudán. Tres años antes, los rebeldes cristianos del sur habían firmado un acuerdo de paz con el Gobierno central. Según estimaciones, la guerra civil le costó la vida a dos millones de personas y otros cuatro millones tuvieron que huir. “Vimos como muchos de los que fueron 'niños-soldado' andaban borrachos y tirados por las calles”, narra el director. En los campos de refugiados no hay escuelas suficientes para los pequeños ex combatientes, que son huérfanos en la mayoría de los casos. Sólo un aumento de la ayuda internacional podría mejorar la dramática situación, opina.
En realidad, este cineasta de 30 años, que es hijo del que fuera secretario de Estado en el Ministerio Alemán de Exteriores, Jürgen Chrobog, quería hacer filme sobre el Hip-Hop. Pero cuando conoció a Emmanuel Jal le quedó claro que aquella historia era mucho más interesante.
La música como arma
Jal desertó en 1991 junto a otros 400 niños. Sólo 12 sobrevivieron la huida. Después, fue adoptado por un miembro de la ONG “Street Kids”. En Nairobi, su siguiente lugar de residencia, pudo ir a la escuela. Pero los recuerdos de la guerra nunca lo han abandonado. El odio en el que creció es demasiado grande, dice. “Buscaba venganza por la amargura de mi pueblo. Por eso quería matar a tantos árabes o musulmanes como pudiera”.
War Child narra el proceso que llevó a Jal a convertirse en el hombre que es hoy, y que empezó en el momento en el que redescubrió la música. “Me ayuda como ser humano. Personalmente me encuentro bien. Mi corazón está en paz. Pero me siento en la obligación de usar mi experiencia para contar la lucha de mi pueblo”, asegura.
Hoy, Jal es portavoz de “Stop the Use of Child Soldiers” y desde 2006 embajador de la ONG Oxfam. Además de un conocido cantante de Hip-Hop y autor, entre otras cosas, de la banda sonora de Blood Diamond, la película en la que Leonardo DiCaprio actúa con el conflicto en Sierra Leona de trasfondo. Jal canta en inglés, árabe, suahili y dos idiomas sudaneses. Los textos de sus canciones hablan de la guerra civil en Sudán y piden paz y tolerancia. “Las palabras pueden convencer a los hombres de que se maten. O de que se perdonen”.