G8, G20, G172
14 de diciembre de 2009Empezó con un gesto amable de los países industrializados hacia las economías emergentes más importantes. En el futuro podrían tener voto en las cuestiones de política económica y financiera. Como consecuencia de la crisis asiática de 1977, en la Cumbre Económica Mundial de junio de 1999 en Colonia, se hizo una propuesta al respecto. Sus ministros de Finanzas y los responsables de la política monetaria debían encontrarse regularmente. Pocos meses después, el 15 y el 16 de diciembre de 1999, tenía lugar en Berlín el encuentro que vio nacer al G20.
Países desarrollados y economías emergentes a la misma mesa
“Éste fue el primer impulso”, dice Dirk Messner, director del Instituto Alemán de Política de Desarrollo. “Hasta ese momento teníamos una economía mundial y un sistema económico que estaba estructurado principalmente por los países del G8. Los países de economías emergentes y los en vías de desarrollo no estaban bien organizados, eran un club muy grande, pero con poca influencia”, dice Messner. A partir de ese momento, países como China, India y Brasil comenzaron a hacer sentir su peso político y económico en la balanza del parqué internacional.
Un ascenso meteórico
La mayor parte de la historia del G20 ha sido poco espectacular. Sus encuentros informales a nivel ministerial trataban cuestiones económicas internacionales y no llamaban mucho la atención. El ascenso meteórico del G20 se dio poco antes de que cumpliera nueve años, con la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers y la crisis financiera y económica mundial cuyos efectos se sentirán todavía mucho rato en el mundo.
“Debido a la crisis financiera, el G20 adquirió otro valor”, dice Messner y añade: “Reemplaza al G8 y se vuelve un gremio controlador en la economía mundial”. En su opinión, esto es histórico, una revolución internacional. Hasta hace un año, era el G8 el que se creía el único centro de control de la economía mundial.
Objetivo no logrado, sin embargo exitosos
Curiosamente el G20 ha cobrado enorme importancia debido a su fracaso. Pues que haya sobrevenido la crisis sólo fue posible debido a que los países del G20 no lograron resolver lo que para ellos era su tarea principal: dotar a los mercados internacionales de un sistema de regulación estable.
Esta falta tiene que ser reparada tan pronto haya pasado la crisis. Y no sólo eso. Se puede observar desde la crisis financiera, que “el G8 está siendo reemplazado, ahora es un club de los países industrializados para preparar las reuniones del G20”, dice Dirk Messner. En un futuro próximo, en la agenda del G20 constarán, aparte de cuestiones de mercados financieros, asuntos del clima, de la pobreza, de la migración, de toda la política internacional.
Peligro de exclusión
En sus diez años de vida, el G20 se ha vuelto más poderoso de lo que nunca lo fuera el G8. Éste era un club de los grandes países industrializados y Rusia que se diferenciaba de todo el resto del mundo. Ahora las economías emergentes –China, India y Brasil- han pasado a formar parte del conglomerado de poder del G20. Entre los que no pertenecen al club podría surgir bien rápido la sensación de que ahora sí que no pueden ejercer ninguna influencia. Y esta idea no es una casualidad: desde que existe el término G20 existe el de G172; es decir todos los otros países del mundo.
Autor: Klaus Ulrich/Mirra Banchón
Editor: José Ospina-Valencia