Destrucción de armas en Böblingen
16 de noviembre de 2009
En medio de un bosque, en algún lugar entre Stuttgart y Böbligen, al final de una calle bloqueda se encuentra la planta para la eliminación de recursos de armamento de Baden-Württemberg. Una puerta custodiada, altas vallas y una alambrada con espinas separan la espaciosa área del resto del bosque. Nadie puede pisar sin permiso las salas de incineración, de desmontaje o los bunkers de municiones.
Peter Müller, director de la instalación para la destrucción de armas, está sentado en su escritorio tecleando cifras en su ordenador. Meticulosamente hace una lista de cuántas armas legales e ilegales ha destruido este año: 64,5 toneladas, de las que la mayoría eran armas largas. Müller saca su calculadora y recuenta: 64,5 toneladas son alrededor de 40.000 cuchillos, fusiles y pistolas. En comparación con el año pasado se han destruido 28.000 armas más. “Trabajamos al límite”, dice Müller guardando su calculadora.
Cada arma es controlada
A cada arma entregada le deben asignar un número para llevar un control preciso y no destruir las armas equivocadas. A veces el número del arma no coincide con el de la lista porque se ha administrado un número falso o las armas y fusiles están ya casi despedazadas. Müller preferiría que las armas fueran entregadas sin haber sido cortadas. También es habitual que la gente entregue armas cargadas. “Como estaba en la mesita de noche del abuelito, la entregó la abuelita para que la destruyéramos”, se ríe Müller, mientras abandona su oficina en dirección al incinerador.
Destrucción de granadas y bombas
Una cerca verde de hierro separa el edificio en el que se encuentran los hornos alojados en el fondo de un refugio de hormigón. Nadie tiene permiso de permanecer en su cercanía cuando están prendidos, por seguridad propia. Normalmente en los hornos no sólo se destruyen pistolas y fusiles, sino también viejas granadas y bombas de la época de la II Guerra Mundial. Por el complejo cuenta con varios bunkers en donde se guarda la munición.
El proceso de destruir armas
Siete cajas de metal gris plata llenas de pistolas aguardan a ser incineradas. Ayer se quemaron fusiles, hoy arderán armas cortas. Se vierten las pistolas en un contenedor de metal de un metro y medio. Los fusiles y las pistolas son quemados en grandes calderas, las granadas y las bombas son destruidas en dos hornos blindados.
Una vez llena la caldera, Müller saca un mechero, introduce carbón y leña, que quedan apilados en el interior de la caldera y todo comienza a arder. La madera en el horno cruje ruidosamente, gruesas nubes de humo se dirigen en dirección al bosque en donde un ciervo corretea apaciblemente. Únicamente el hedor molesta.
Mañana temprano serán descargadas otras pistolas para llenar el horno de nuevo. La chatarra será transportada a una fábrica de acero donde es fundida definitivamente. No hay peligro de que estas armas caigan en manos equivocadas.
Autor: Svenja Pelzel / Ana Sánchez Granado
Editor: Claudia Herrera Pahl