Dinero a la hoguera
18 de febrero de 2009El diario vienés Der Standard opina que la intervención del Estado en empresas automovilísticas no es la solución al problema de la industria: “Nadie tiene en claro cuán beneficiosa sería la presencia estatal en Opel a fin de lograr la supervivencia sostenible de la empresa. Se entiende, en cambio, que políticos locales quieran evitar el enfrentamiento con ejércitos de desempleados, si es que General Motors, en una reacción de pánico, decide prescindir de sus negocios en Europa. En el rediseño del mundo automovilístico, que por el momento luce caótico, poco se habla acerca de lo que será el futuro de la industria: qué productos pretende ofrecer en el futuro, incluso en las potencias emergentes donde los vehículos aún lucen tecnología obsoleta. La movilidad individual es un motor de bienestar. Para concretarla, es necesario un nuevo posicionamiento de esta industria clave.”
Claro escepticismo
El Augsburger Allgemeine, de Augsburgo, Alemania, comparte el escepticismo: “Ningún mercado puede funcionar sin reglas claras, sin control, y sin supervisión. Hoy esto es más actual que nunca. El Estado ha fracasado como gestor de empresas y así lo hará por siempre jamás. Pero como como árbitro rector que silba cuando alguien comete una infracción, la presencia estatal es incontrovertible.”
Prescindir de lo prescindible
Así ve el Westdeutsche Zeitung, de Düsseldorf, Alemania, el debate sobre los apoyos estatales a Opel: “El nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, desea comprobar por lo menos a lo largo de una semana si es que General Motors y Chrysler han presentado planes convincentes o si, por el contrario, el dinero de los contribuyentes se irá a la hoguera. Lo mismo debería suceder antes de que los estados federados alemanes reciban fondos del Gobierno. Ninguna economía puede sostenerse sin un sistema financiero funcional. Pero sí puede resistirse la ausencia de uno o dos fabricantes.”
Fórmulas conocidas
Desde Berlín, el Neues Deutschland dice al respecto: “Ya se temía que los poco creativos directivos de las empresas automovilísticas salieran con una fórmula conocida: reducción de costos con consecuencias para la plantilla laboral. Tomando en cuenta que la industria del automóvil es una red internacional, los políticos debieran pensar en soluciones que rebasen el ámbito local a fin de superar la crisis. Deberian tomarse en cuenta transformaciones fundamentales en todo el modelo de negocio, incluyendo las estructuras de propiedad de los consorcios.”
El dinero, a la gente
Finalmente, el tageszeitung, también desde la capital alemana: “En la industria automovilística alemana –y en Opel antes que nada- se perderán puestos de trabajo. El hecho despierta pavor, pues en Alemania el desempleo es castigado con la pobreza. Si el Estado alemán está dispuesto a aportar dinero, no debería encauzarlo a empresas defectuosas sino invertirlo directamente en los que resultan afectados. Esto incluye medidas para capacitar a los desempleados, así como aumentar las ayudas a quienes se encuentran en paro.”