Dinkelsbühl es ciudad de viejos caballeros
8 de abril de 2006
Dinkelsbühl es uno de los lugares "felices" que tuvieron la suerte de que la cambiante Historia alemana aconteciese casi sin tocarlos. Esta pequeña ciudad en Franconia ofrece a sus visitantes una imagen auténtica, con las murallas que la rodean aún en buen estado y un casco viejo por el que parece no haber pasado el tiempo. Las casitas de tejado a dos vertientes son verdaderamente dignas de verse. Quien quiera viajar a la Edad Media, ha elegido el destino correcto.
En el centro: la Catedral
En el centro de la ciudad se alza majestuosa la catedral San Georg, una de las representaciones más hermosas del gótico tardío que se conservan en el sur de Alemania. Desde hace 500 años, esta iglesia domina el casco viejo, imposible de evitar y siempre vigilante. Fue construida entre 1448 y 1499 según los planos de Nikolaus Eseler a partir de un portillo romántico con una torre que databa del 1220.
Aldea de artistas
Con frecuencia, el ayuntamiento histórico, un edificio construido en 1361 y usado como casa consistorial hasta 1855, ofrece cursos para pintores. Dinkelsbühl ha sido siempre una ciudad para dibujantes, peregrinos de caballete en mano y todo artista errante sin más destino fijo que el que le dicta su obra.
Inspiración para los artistas hay suficiente en Dinkelsbühl. Algunos de ellos llegaron desde Heidelberg y Múnich a partir del 1890, atraídos por la casa de pintores "Weißes Roß", donde vivían y trabajaban.
Carl Spitzweg fue uno de esos primeros pintotes de Dinkelsbühl. Más tarde llegaron los expresionistas como Kart Schmidt-Rottluff y Christian Rohlfs, con sus intenciones formativas. Algunos de los alojamientos se pagaron por aquel entonces no con el dinero que no se tenía, sino con arte, con pinturas.