¿Donald qué…? Tusk, Donald Tusk
27 de noviembre de 2015¿Conoce usted a Herman Van Rompuy? ¿El nombre no le dice nada? Van Rompuy fue el primer presidente del Consejo de la Unión Europea. Estuvo al frente del cargo durante cinco años, pero no se ha hecho conocido ni en Europa ni mucho menos en el resto del mundo. Donald Tusk, su sucesor, parece compartir el mismo destino. Lleva un año como presidente del Consejo, tiempo durante el cual ha acudido a innumerables cumbres europeas y otros encuentros extraordinarios para gestionar las más diversas crisis. “Tusk es bastante retraído, tanto en Bruselas, como en otros lugares. No suele expresar su visión de las cosas, decir qué va a suceder con la Unión Europea… No habla”, critica Janis Emmanouilidis, experto en la Unión Europea del think tank “European Policy Centre”, de Bruselas.
Donald Tusk dejó su cargo de primer ministro de Polonia tras siete años exitosos, sobre todo en la cuestión económica. De allí pasó a Bruselas. Oficialmente, se trataba de un paso hacia adelante en su carrera política. Pero en Varsovia se decía desde hacía tiempo que Tusk estaba cansado del cargo y que había gestionado con fino olfato político su cambio a Bruselas justo a tiempo. Las cosas no iban bien para el partido liberal polaco, que tenía el viento en contra. La reciente victoria de los nacionalistas conservadores en Polonia parece haberle dado la razón.
"No acaba de aterrizar en el cargo"
Donald Tusk llegó y fue recibido en la capital europea con grandes expectativas. La propia canciller alemana, Angela Merkel, espoleó las ambiciones de Tusk, a quien alaba como un “europeo comprometido”. Tusk, por su parte, se refiere a Merkel como a una “estrecha amiga política”. Durante el primer año de su mandato, Tusk se ha enfrentado con toda suerte de crisis: Ucrania, la deuda griega, los refugiados y el terrorismo. “Digo demasiado a menudo lo que pienso”, fue la autocrítica de Tusk en una entrevista concedida al portal de Internet “político”. Sus detractores en el Consejo y en la Comisión Europea, la institución más poderosa de Bruselas, dicen que Tusk no ha acabado de aterrizar en el cargo. Un diplomático de la Unión Europea asegura que durante la crisis del euro “no pudo realmente seguir a Juncker, el presidente de la Comisión, que tiene mucha más experiencia”.
En realidad, Tusk no tiene ningún poder institucional, lo que para un ex primer ministro debe de ser algo desacostumbrado. Es una especie de presidente de honor de los 28 Estados miembro. Pero a Tusk no le gusta callar. Advirtió tempranamente de que la zona Schengen podría colapsar: “Salvar Schengen es una carrera contra el tiempo que queremos ganar”, dijo Tusk ya a mediados de noviembre, con vistas al refuerzo de la seguridad de las fronteras exteriores de la Unión Europea y la crisis de refugiados. Solo cuando dos semanas más tarde dijeron lo mismo Juncker y Merkel, la prensa europea llevó el tema a sus portadas. Puede que el presidente del Consejo Europeo diga lo correcto, pero lo cierto es que no se lo toma en cuenta.
Una dura misión
Tusk se ha esforzado por mantener al Consejo unido en lo concerniente a la crisis de refugiados. Según Janis Emmanouilidis, el papel de Tusk en la crisis de refugiados no ha sido equilibrado. “Tiene una fuerte tendencia hacia la seguridad. No es de los que dicen ‘lo vamos a conseguir y debemos hacerlo'. En ese sentido, su posición no es cercana a la de Merkel y eso le ha granjeado bastantes críticas”.
"Donald Tusk busca aún su lugar“, dice al respecto un diplomático de la Unión Europea. No le queda mucho tiempo, pues su mandato concluye en junio de 2017. Hasta ese momento, habrá de vérselas con los cada vez más fuertes movimientos de renacionalización que se dan dentro de la UE y, sobre todo, con los díscolos británicos. Donald Tusk guarda una buena relación con David Cameron desde sus tiempos de primer ministro. Pero ahora, después de muchos encuentros personales con Cameron, Tusk se ve obligado a reconocer que el británico está peleando por conseguir una profunda reforma de la Unión Europea cortada a la medida de los británicos. Tusk se niega a ello. No puede imaginarse un cambio en los acuerdos europeos precisamente ahora que la UE enfrenta numerosas crisis y que ganan fuerza los movimientos euroescépticos, sobre todo en los Estados del este de Europa, Polonia incluida.
Su pasión: jugar al fútbol con los nietos
Donald Tusk ha aprendido algo muy importante durante su primer año de mandato: inglés. Tanto amigos como detractores destacan que, después de esforzarse seriamente, es capaz de expresarse mucho mejor en este idioma. Domina el alemán y en francés nadie lo ha oído hablar. A sus 58 años, Tusk tiene dos hijos, está en forma y se mantiene delgado. Corre 10 kilómetros tres veces a la semana. Después de una reciente lesión, volverá pronto a jugar al fútbol. Él mismo asegura que su gran pasión es enseñar a sus nietos a manejarse en este deporte. Tanto en su vida privada como en su carrera política hace gala de dos cualidades: constancia y resistencia.