La patrulla policial volcada y el joven con la bandera extendida entre sus manos, esa es una de las imágenes más icónicas de las protestas populares que sacudieron Cuba el 11 de julio de 2021.Pasados dos años, más de 700 participantes en aquellas manifestaciones siguen en prisión y otros miles han salido del país. La situación económica ha empeorado, la inflación ha hundido en la miseria a gran parte de la población y el régimen ha reforzado la represión para evitar otro estallido social.
Aunque el panorama económico y político es más desolador que aquel verano, las posibilidades de otra revuelta parecen ahora más lejanas. Las elevadas condenas de cárcel contra cientos de manifestantes generaron un efecto ejemplarizante y atemorizaron a muchos. El éxodo masivo, que solo en 2022 sumó más de 300.000 migrantes, también ha actuado como válvula de salida de la presión popular. Entre los que hicieron las maletas no solo estaban los más jóvenes, sino también los más inconformes y atrevidos. Muchos de los potenciales manifestantes del próximo 11J ya no están en la Isla.
En este tiempo, el régimen cubano tampoco ha dado señal alguna de querer responder a los reclamos de libertad y cambio democrático que los ciudadanos hicieron en las calles. En lugar de un proceso de apertura y de aceptación de las diferencias, Miguel Díaz-Canel ha mantenido un discurso ideológico radical, arremetido contra la disidencia y colocado en la diana de la vigilancia al periodismo independiente. Aquella orden de combate que dio frente a las cámaras de la televisión nacional hace dos años no ha sido retirada y la presencia de la Seguridad del Estado se ha extendido aún más en la vida nacional.
En el terreno diplomático, La Habana se ha alineado con Vladímir Putin y ha apoyado la invasión a Ucrania, también ha cerrado filas con los regímenes autoritarios de Daniel Ortega, en Nicaragua, y Nicolás Maduro, en Venezuela. Las autoridades cubanas han llegado a implementar medidas que favorecen a los inversionistas del país euroasiático y anunciado que los rusos podrán tener tierras en usufructo por 30 años y exenciones fiscales.
El peso cubano ha seguido su declive mientras que el dólar se mantiene subiendo en el mercado informal. El deterioro de la red eléctrica -con los molestos apagones-, los problemas en el suministro de agua, el colapso del transporte, la escasez de combustible, el menoscabo acelerado del sistema de salud pública y la ineficiencia de los funcionarios aguijonean el día a día de millones de cubanos. El sueño más compartido es escapar cuanto antes del país y la opinión más compartida es que la nación no tiene remedio ni a corto ni a mediano plazo.
Aunque la emoción brota cuando se evocan aquellas imágenes de la gente en las calles gritando "libertad” y repitiendo fragmentos de la canción "Patria y vida”, que se convirtió en la banda sonora de los deseos de cambio, muchos consideran que aquella jornada de domingo de 2021 fue una oportunidad perdida. El régimen tomó nota y tras aquellas demostraciones reforzó su vigilancia sobre las redes sociales y aumentó la ofensiva ideológica en los medios masivos. Por el momento, el terror parece estarle ganando la partida a la inconformidad.
Sin embargo, es difícil prever cuánto tardará la indignación en superar al miedo. Como hace dos años, nadie puede vaticinar en qué segundo se encenderá la chispa social. Los cubanos ya probaron esa sensación de tomar sus plazas y avenidas. Ya no son los mismos de antes y el régimen lo sabe.
(ers)