EE. UU. tiene un nuevo rostro
21 de enero de 2009Es un rostro que no mira tozudamente en una dirección originalmente elegida, sin reparar en pérdidas. Es un rostro que mira hacia la izquierda y la derecha, tomando nota tanto de los amigos como de los críticos que se hallan a la vera del camino. Un rostro que mira a los enemigos a los ojos y se aproxima a ellos. La era de las incursiones políticas en solitario pertenecen al pasado, ha prometido Barack Obama. El discurso del nuevo presidente norteamericano fue un claro rechazo a la política de su predecesor. Obama advirtió a sus connacionales de no renunciar a los valores norteamericanos en la búsqueda de más seguridad.
El hecho de que EE. UU. sea la mayor potencia militar del mundo no puede significar que pueda actuar a discreción, agregó. El nuevo presidente manifestó también que se orientará más por conocimientos científicos que por ideologías. Por esas convicciones lo votaron sus seguidores. En su discurso, Obama satisfizo tanto esas exigencias como las expectativas del resto del mundo.
Barack Obama también puso freno a las esperanzas exageradas. Ningún ser humano está en condiciones de solucionar todo de inmediato, subrayó, porque la crisis es para ello demasiado profunda y los problemas, demasiado complicados. Pero ello no significa que no quiera asumir responsabilidades. Una retirada organizada de Irak, paz para Afganistán, el desarme atómico y la lucha contra el cambio climático: todo ello prometió en su primer discurso como presidente. Pronto se lo medirá por los éxitos o, por lo menos, los progresos que logre en esas cuestiones. Y sobre todo por los avances que logre en la superación de la crisis económica que tiene ahogado al país.
Pero en su discurso, Obama también dejó claro que no puede acometer las tareas solo. Por eso llamó a los estadounidenses a arremangarse. Se necesita el aporte de todos. En ello, Obama continúa la tradición de John F. Kennedy y Franklin D. Roosevelt.
Pero el nuevo rostro de EE. UU. no sólo mira en una nueva dirección, sino que también tiene otro color de tez. Hace sólo 60 años, dijo Obama en su discurso, a su padre lo habrían echado de la mayoría de los restaurantes. Que ello ya no sea más así se lo debe la nación a su incansable brega por hacer realidad los ideales de sus fundadores. Para los afroamericanos, con la toma de posesión de Obama se cumple un sueño en el que muchos ya no creían.
Pero no hay que olvidar que la lucha de los afroamericanos no ha terminado. Los adultos de color ganan todavía menos que sus colegas blancos y los niños de color reciben aún una educación más pobre de la que gozan los niños blancos. Pero el sueño que manifestó el defensor de los derechos humanos Martin Luther King en su marcha a Washington, el sueño de una convivencia pacífica y con igualdad de oportunidades de blancos y negros, dio con la toma de posesión del presidente Barack Obama un gran paso adelante hacia su cumplimiento.