EEUU quiere deshacerse del régimen iraní
28 de abril de 2006La situación hace recordar las escenas a la entrada a una vía única en la que los conductores se pelean a punta de bocina la prioridad para transitar cuando, en realidad, ambos tienen derecho a hacerlo, uno tras otro, claro está. Allí pueden pasar dos cosas: o uno de los dos pierde los nervios y cede o ambos aceleran llenos de ira y se estrellan frontalmente con consecuencias funestas.
Por solicitud de Washington, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas dictó un ultimátum de 30 días a Irán para que prescinda, definitivamente, de sus planes de enriquecer uranio. Ingenuo aquel que creyera que Teherán iba a seguir la orden de Washington.
Al contrario: Irán anunció en rimbombante escenario que había logrado enriquecer uranio y que no iba a abandonar los planes de obtener el poderío nuclear al que aspira.
Incapaz de lograr consenso
Una gran desilusión para los estrategas de la Casa Blanca. Con tanta osadía de los contradictores no está acostumbrada a contar la superpotencia mundial. Pero es que ya la concesión de 30 días de plazo era un reconocimiento del propio fracaso: durante tres largos años se había amenazado a Irán con llevarlo al Consejo de Seguridad y cuando se presenta el caso, dicho organismo es incapaz de proceder en común acuerdo.
Hoy, treinta días más tarde, nada ha cambiado: Rusia y China sabotearán todo intento de imponer sanciones, sobre todo si involucran la violencia. Así dejan a Estados Unidos como un "tigre de papel" que, en realidad, persigue otros objetivos que el de convencer a Irán.
Aún así, Washington ya demostró que - como en el caso de Norcorea - es capaz de negociar directamente con los implicados. Con Irán, empero, no quiere cruzar palabra. Sólo sobre Irak estaba dispuesto a hablar Washington. Pero cuando Teherán accedió, Estados Unidos ya no quería hacerlo.
Peligrosa escalada y ausencia de la razón
Lo que quiere la administración de Bush es deshacerse del régimen iraní (así sea elegido democráticamente). Pero lo que sí no se puede es ignorarlo. Esto parece haberlo comprendido el equipo al frente de la Casa Blanca. Pero entre tanto, Washington parece haber perdido toda noción de las dimensiones amenazando incluso con bombardeos atómicos seleccionados sobre Irán.
El Consejo de Seguridad, tampoco al cabo de 30 días de plazo, estará dispuesto a aprobar semejantes medidas. Hasta aquellos que apoyan la estrategia de Estados Unidos - si es que se puede llamar así - están en un dilema: las sanciones de cualquier tipo amenazan con afectar más a aquel que las impone que aquel a quien van dirigidas.
Sólo el diálogo directo es la vía
Y acciones militares provocan exactamente la escalada que se quería evitar. Por eso es que es hora de que los europeos dejen de caminar soñolientos tras Estados Unidos. Washington e Irán deben hablar directamente o entrar en un diálogo multilateral, como en el caso de Corea del Norte. Ese diálogo no puede ser dictado por el "todo o nada", sino que debe estar basado en el interés de crear confianza en ambas partes.