¿El BCE como garante?
25 de noviembre de 2011Esto parece un juego con cartas marcadas. Hace poco más de un mes, la agencia de rating Moody´s anunció que revisaría la calificación crediticia de Francia. Esto llevó a que la segunda mayor economía de Europa tenga que pagar casi dos puntos porcentuales más que Alemania por sus nuevos bonos. Ahora, la agencia repite su advertencia a París: su estatus AAA está en peligro, pues los costos de refinanciación son muy altos. El nerviosismo en los mercados financieros se ha incrementado aún más.
Da igual si se piensa que se trata de una conjura. El hecho es que la crisis de deuda se ha trasladado de la periferia de la eurozona al núcleo de Europa. No sólo Francia, también Holanda, Finlandia y Austria tienen que aceptar el pago de mayores primas de riesgo por sus bonos. Los réditos de la deuda italiana y española han aumentado tanto que el peso de los intereses, a la larga, será insoportable.
Otros bancos centrales como ejemplo
¿Podría ponérsele de inmediato fin a este drama si el Banco Central Europeo (BCE) anunciase: “compramos todos los bonos estatales que el mercado no quiere”? Es exactamente la política de financiación estatal que practican el Federal Reserve System (Fed) de Estados Unidos y el Bank of England. Por este motivo, Gran Bretaña paga intereses bajos similares a los de Alemania, aunque su situación es más bien comparable a la de los países más problemáticos de la zona euro. Cada vez son más los políticos y economistas de la unión monetaria que abogan porque el BCE, finalmente, acepte el papel del lender of last resort, prestamista de última instancia, para todos los Estados del euro.
“No hay por qué continuar una mala política”, responde Rolf Langhammer, vicepresidente del Instituto de Economía Mundial de Kiel. “Todos dicen, Fed incluido, que ésa es una medida de emergencia. No se puede hacer siempre.”
Sobrepasada la línea roja
El peligro está en que de una medida de emergencia se vuelva un estado de normalidad. Es lo que sucedió con la compra de bonos por parte del BCE. Pensada como medida de estabilización de los mercados financieros, la institución europea comenzó a comprar en mayo de 2010 bonos griegos, portugueses e irlandeses. En agosto de 2011, el programa se extendió a las emisiones de Italia y España. Entretanto, el BCE tiene en sus manos unos 200 mil millones de euros en bonos de los países europeos más endeudados. En protesta por esta medida han renunciado ya dos ejecutivos alemanes: Axel Weber, ex presidente del Bundesbank, y Jürgen Stark, ex economista en jefe del BCE.
En la opinión de Rolf Langhammer, con ello el BCE sobrepasó una línea roja.“No es posible volver a meter la pasta que ya ha salido del tubo”, explica a DW Langhammer, agregando que, de continuar esta postura inflacionaria, cabe esperar terribles efectos en las inversiones y en el ahorro.
El miedo alemán a la inflación
Es que por miedo a las devaluaciones la gente prefiere comprar oro a invertir. Dos veces en el siglo pasado, la población alemana tuvo que presenciar cómo su dinero se evaporaba. La hiperinflación después de la Primera Guerra Mundial y la reforma monetaria tras la Segunda, obligaron a los alemanes a empezar de cero.
Jean-Claude Juncker, jefe del eurogrupo, se muestra totalmente comprensivo con el miedo que tienen los alemanes a la inflación. También Francois Baroin, ministro francés de Finanzas, afirmó la semana pasada sentir respeto por la historia alemana. Entre líneas, esto quiere decir: el miedo alemán a la inflación es totalmente exagerado, pues, a fin de cuentas, la economía mundial se encuentra amenazada por una nueva recesión.
Aun así, para Langhammer estos temores son justificados. “Por el momento tenemos una inflación del 3 por ciento, a la vez que el crecimiento disminuye. Es posible que la inflación incremente”. Es decir, no se puede excluir una inflación, sólo porque en una coyuntura débil es más difícil imponer un incremento de precios, opina el especialista.
No hay carta libre para deudores
Otros economistas alemanes piensan de manera similar: la necesidad de ejecutar reformas se vería debilitada si el BCE se vuelve el garante de todos los bonos estatales de los países de la zona euro. “Eso significaría dar carta blanca a los italianos para que sigan como hasta ahora”, opina Alfons Weichenrieder, investigador de la Universidad de Fráncfort, en cuya opinión Italia se ha mostrado hasta ahora muy poco consciente de su problemática. “Sería mortal abrir la posibilidad de que el BCE podría comprar bonos italianos en el mercado primario”, dice a DW Weichenrieder.
Las experiencias en este sentido no faltan. Cuando en agosto de 2011, el BCE comenzó a comprar bonos italianos, el Gobierno de Silvio Berlusconi detuvo inmediatamente su programa de ahorro. A fin de mantener la presión en los países con crisis de deuda, la canciller alemana, Angela Merkel, se rehúsa a cambiar su oposición al papel del BCE como financista estatal.
Una cuestión de principios
En los estatutos del BCE también consta así: en primera línea, la institución debe velar por la estabilidad de la moneda. Pero los estatutos pueden ser alterados en un momento, dicen los políticos y economistas que favorecen la opción del BCE como salvador.
“No”, contradice Hans-Peter Burghof, especialista en finanzas de la Universidad de Hohenheim para quien el nombre del BCE también se pondría en juego. “Vivimos en una unión de Estados en la que cada uno es responsable de su presupuesto. Si alteramos la función del BCE arruinaremos su reputación y finalmente, la reputación del euro”, opina Burghof. En última instancia, eso significaría asumir en común la deuda; en ese caso, concluye Burghof: “da igual si lo hacemos a través del BCE o a través de cualquier otro medio”.
Autora: Zhang Danhong/Mirra Banchón
Editor: Enrique López