El culebrón Berlusconi
7 de abril de 2006
Tres días antes de las elecciones parlamentarias en Italia, el primer ministro, Silvio Berlusconi, arremetió parejo contra todos. Acusó a magistrados, cooperativas, a partidos de izquierda, a los grandes grupos económicos y de comunicación, de tramar una conspiración en su contra. El primer ministro italiano pidió a la ONU que envíe observadores internacionales a los comicios. Desde hace semanas el colérico Berlusconi parece un boxeador que intuye la derrota pero que sabe que un golpe bien puesto puede darle la victoria.
"Amo a todo el mundo"
La magia mediática que lo catapultó al frente del gobierno en 1994 y nuevamente en 2001 parece haberlo abandonado pese a ser propietario de tres estaciones de televisión en donde acostumbra hablar sus monólogos de demagogo. No escatima en insultos para eliminar a la coalición centro izquierda de su gran rival, Romano Prodi. "Soy la persona más buena que existe, ayudo a los pobres, amo a todo el mundo. Forza Italia es la fuerza del amor mientras la izquierda es el partido del odio", dijo en una de esas apariciones. Dos prestigiosos diarios alemanes, Die Zeit, y el Süddeutsche Zeitung coinciden en que Berlusconi muestra ya claros rasgos de dictador, sin embargo, todavía podría ganar las elecciones del próximo domingo.
Conflicto de intereses
Los votantes se han hecho de la vista gorda ante el conflicto de intereses que significa que el hombre más rico de Italia, el zar mediático, sea también el que esté al frente del gobierno. También se resignaron a los tropezones jurídicos y morales de su primer ministro, acusado varias veces de corrupción, de haber favorecido la elección de socios suyos en el parlamento cuando eran acusados de graves delitos, precisamente para que gozaran de inmunidad.
Todo eso han ignorado los italianos con la esperanza de que Berlusconi hiciera milagros en la economía. Que por lo menos lograra para el país lo que ha logrado para él mismo. Sin embargo han transcurrido cinco años y la ansiada mejora económica no ha llegado. En ese lapso la economía se ha estancado, la productividad ha bajado y también la competitividad y las exportaciones.
Promesas incumplidas
Cuando fue reelecto en el 2001 Berlusconi prometió a los italianos que bajaría los impuestos, que crearía puestos de trabajo y lucharía contra la criminalidad. En los hechos sólo logró aumentar la pensión a jubilados a 500 euros mensuales. En cambio la criminalidad se ha extendido mientras que la inversión y la creación de empleos apenas si han repuntado.
Pese a todo, el todopoderoso Berlusconi ha aprovechado bien su poderío mediático para influir en los italianos. Sus emisoras se han metido en los hogares de millones de familias convirtiéndose en parte de la vida cotidiana. Deciden sobre los gustos y pasatiempos de la población y sobre su manera de pensar. En el 2002, en plena era Berlusconi, el consumo televisivo promedio era de 4 horas diarias y éste precisamente era uno de los indicadores sobre sus posibilidades de voto. Precisamente los que no leen, que poco saben y que no discuten de política, por cierto el sector de la población más pobre, es en quienes Berlusconi y sus televisoras tienen mayor influencia.
Alianza contra Berlusconi
Así las cosas, no es de sorprender el surgimiento de un amplio espectro de fuerzas en la sociedad italiana que se opone decididamente a su reelección. Uno de los críticos más agrios de la política económica de Berlusconi es Luca Cordero di Montezemola, el nuevo presidente de Confindustria, la confederación de industriales italianos. Le sigue Il Sole 24 Ore, el diario económico más importante de Italia, y el conservador Corriere della Sera, el pilar de la élite empresarial del norte del país.
Todos ellos respaldan a Romano Prodi y la alianza centro- izquierda. La falange opositora se extiende sobre todo el espectro político, desde la derecha hasta la extrema izquierda, con los comunistas, pasando por los propios ex -aliados del primer ministro. Esa amplia coalición de fuerzas que respalda a Prodi y que "se ha confabulado contra él" es acusada por Berlusconi de ser un peligro para la democracia italiana.
La estrategia es el ataque
Silvio Berlusconi debiera estar muerto políticamente hace tiempo pero no es así. El magnate mediático entiende y ha sabido aprovechar el sistema político italiano durante las últimas tres décadas. No tiene nada que perder y todo por ganar y por eso ha recurrido al ataque frontal y sin escrúpulos. Así es como pretende ganar, usando todas sus municiones durante la última semana electoral, el respaldo del 25% de los votantes, los que aún están indecisos.
Observadores calificaban la campaña electoral como una de las más rudas desde hace décadas. Dos días antes de las elecciones al parlamento, Berlusconi, que cerraba su campaña en Nápoles, se mostraba seguro del triunfo. Su rival, Romano Prodi, cerraba su campaña en Roma aventajando a Berlusconi con tres puntos porcentuales. Sin embargo la última palabra la tendrán los votantes indecisos.