El día a día en Estados Unidos no ha cambiado
4 de septiembre de 2006
Fueron los primeros actos terroristas sobre suelo estadounidense. El secuestro de cuatro aviones de pasajeros, la muerte de casi 3.000 personas, hicieron tambalear los cimientos de Estados Unidos pero no variaron apenas el transcurso de su vida diaria. Eso es por lo menos lo que opina David Altheide, sociólogo de la Universidad de Arizona.
"La vida cotidiana de los estadounidenses no ha cambiado realmente. Se han vuelto más cautelosos. Se fijan más en las personas que les rodean y mantienen más las distancias con los criminales y con los inmigrantes”, dice Altheide. Extranjeros y personas con otros orígenes étnicos o religiosos son hoy objeto de la desconfianza de los ciudadanos de un país que antes del 11 de septiembre se creía invulnerable.
Las autoridades encargadas de la “Defensa Nacional”, institución creada tras los atentados, advierten que los estadounidenses se encuentran en un continuo estado de alerta: en casa, en el trabajo o de viaje, potenciales enemigos que seis años atrás hubieran pasado desapercibidos llaman de pronto la atención.
En el momento en que pisan un aeropuerto y a las puertas del avión un cortaúñas o un gel para el pelo se convierten en arma potencial de la que deben deshacerse, los estadounidenses toman conciencia de lo mucho que ha cambiado el mundo desde el 11 de septiembre. Sin embargo, incluso esto se ha convertido en pura rutina. Tras los atentados, muchos estadounidenses confesaban tener miedo a volar. Según estadísticas de 2002, sólo unas semanas después del ataque el temor de los estadounidenses a elevarse del suelo había pasado a la Historia.
Desaparecido de los titulares
Cinco años después de los atentados, en la mayor parte de las cuestiones de la vida cotidiana estadounidense reina una calma que ni siquiera las autoridades pueden perturbar. "Durante los tres años que siguieron al 11-S, las advertencias que hablaban de un peligro terrorista inminente fueron tantas y tan continuas, que los estadounidenses acabaron por inquietarse cada vez menos ante la posibilidad de que se repitiera un atentado en el futuro", dice Robb Willer, de la Universidad Berkley de California.
Cuanto más pasaba el tiempo, más se veía la "lucha contra el terrorismo" aparatada de los titulares y las primeras páginas de los periódicos, describe Mathieu Deflem de la Universidad South California. A finales de 2001, principios de 2002, los estudios mostraban que para los estadounidenses temas como el trabajo, la economía o la salud eran más importantes que el terrorismo y la seguridad. En las encuestas de 2006, un 24% de los estadounidenses opinó que la guerra en Irak era el tema que más les preocupaba, mientras que el terrorismo quedó relegado al puesto número seis con un 8% de ciudadanos concediéndole el máximo interés.
Una vida acorazada
Aún así, los expertos consideran que el derrumbamiento de las torres del World Trade Center se ha convertido en una parte de la psique estadounidense. Los estadounidenses se niegan a adaptar su vida a las amenazas terroristas para que los terroristas no piensen que han ganado la batalla, dice David Schanzer, director del Centro para Terrorismo y Seguridad Nacional.
Aunque se nieguen a variar en lo más mínimo el transcurso de su día a día, los estadounidenses viven con la sensación de que el mundo se ha vuelto un lugar más peligroso, comenta Altheide. Una y otra vez, los ciudadanos de este país buscan el modo de protegerse de la criminalidad y el terrorismo. "Viven aún más 'acorazados' que antes", opina Altheide. "Prefieren habitar casas en las zonas más seguras, apoyan sistemas de vigilancia por cámara, servicios de seguridad privados y controles antidrogas. Conducen grandes coches todo terreno y van armados".
La sensación de inseguridad provocada por los atentados de Madrid, Londres y otros lugares ha cambiado también la perspectiva con que los estadounidenses observaban el terror. Los estadounidenses han dejado de ver el terrorismo como un ataque directo a la cultura de su país. Ahora se observa como un peligro global, dice Deflem. "Por lo general, los estadounidenses sólo meditan sobre su propio mundo, pero eso ha cambiado desde el 11-S", explica. "A través de la guerra en Irak y de los atentados en Madrid y Gran Bretaña, los estadounidenses han comprendido que el problema del terrorismo no va a desaparecer así como así y han dejado de creer en soluciones fáciles".