El ejército iraquí tiene todavía mucho trabajo en Mosul
18 de febrero de 2017Hasta hace tres semanas, el barrio de Mohamed, en el este de Mosul, estaba bajo el control del grupo terrorista Estado Islámico (EI). "Mira”, dice mostrando las manos temblorosas, "ellos me rompieron los dedos”.
Durante los dos años y medio en que el grupo terrorista impuso sus reglas se siguió una estricta interpretación de la Sharia, que penaliza acciones normalmente permitidas por el Islam como fumar cigarrillos o escuchar música. Quienes transgredían estas prohibiciones enfrentaban desde fuertes multas hasta agresiones públicas. Incluso ejecuciones.
"Estaba comprando ropa nueva para mis hijas, para Eid”, cuenta Mohamed a DW, abrazando a sus dos pequeñas. Dalia tiene seis y Rawan de ocho años. Cerca de él, en la entrada de su casa, en una calle frente a la majestuosa Gran Mezquita de Mosul, ahora reina la calma. "Sólo queríamos celebrar las fiestas de una manera agradable con cosas nuevas”, continúa. Y agrega: "pero cometí el error de salir con mis cigarrillos en el bolsillo”.
Castigo de la Sharia
En su camino a casa, Mohamed fue detenido por dos reclutas del EI, quienes le pidieron sus papeles de identidad. Cuando buscó el documento, el paquete de cigarrillos cayó al suelo. "Inmediatamente me tomaron y golpearon las manos hasta que me las quebraron”, dice mostrando los dedos. Sus dedos medios evidencian el castigo que se le inflige a quienes están fumando o violando otras leyes como ésta.
Mientras que la mayor parte del barrio de Mohamed aún está abandonado, muchos de sus vecinos huyeron a otras áreas o campamentos de refugiados cuando las Fuerzas de Operaciones Especiales Iraquíes (ISOF) avanzaron hace unas semanas, recuperando puestos ocupados por el Estado Islámico.
Gracias a ello, los signos de una vida normal vuelven lentamente a verse. Los pájaron gorjean y los rayos del sol inundan la Gran Mezquita a través de las ventanas, donde se apilaban armas y se instalaban los francotiradores. Un niño en patineta pasa entre dos coches bombardeados que deben haber explotado hace pocas semanas.
"Tenemos la esperanza de que podamos comenzar nuestra vida nuevamente”, dice Mohamed en una mezcla de inglés y árabe. "Estoy feliz, puedo comenzar a pensar en enviar a mis hijas al colegio nuevamente”, añade.
Libres, pero todavía sin seguridad
Sin embargo, no todos los barrios han sido liberados y los que sí lo fueron recobrados no necesariamente son seguros. Al otro lado del río Tigris, unos 700 mil civiles aún viven bajo las normas del EI, en la parte occidental de la ciudad. Después de agotadores tres meses obligando a las fuerzas del EI a replegarse en el oeste, fuera de Irak, hacia Raqqa, en Siria, las Fuerzas Especiales iraquíes están planeando su estrategia para la siguiente fase de la batalla que comenzará en los próximos días.
"Ahora conocemos su estrategia”, dijo el comandante Ra'ed al-Rohn, de las Fuerzas de Operaciones Especiales de Irak. "Aprendimos de nuestros errores y estamos listos para la próxima pelea”, asegura en diálogo con DW.
Mientras que la primera fase de la batalla tomó varias semanas más de lo esperado, el Mayor al-Rohn confía en que -a pesar de los desafíos del terreno- la segunda mitad de la pelea es más probable que se ajuste al plan original.
"Geográficamente, el lado oeste será mucho más difícil”, admite el comandante. "Hay calles estrechas y edificios más antiguos, no podremos usar nuestros vehículos Humvee, y necesitaremos luchar en las calles como guerrilleros”, adelanta. Aun así, argumenta que la mayoría de la fuerza militar del Estado Islámico (un gran número de fábricas para confeccionar carros bomba y chalecos suicidas e incluso escondites secretos para las armas) estaba localizada en la parte oriental de la ciudad. Eso, dice, significa que están menos equipados para defender la mitad occidental.
"Han perdido a muchos de sus líderes más importantes, y su moral está baja”, continúa el comandante.
Todavía queda mucho por hacer
A pesar de todos los esfuerzos, el EI sigue presente en las áreas supuestamente liberadas del este de Mosul. La semana pasada, el recién reabiaerto y popular restaurante My Fair Lady, frecuentado por soldados de las Operaciones Especiales iraquíes, fue blanco de un ataque suicida que mató a 10 personas e hirió a otras 33. Los ataques con aviones no tripulados, el fuego de francotiradores e incluso el fuego de mortero se están volviendo cada vez más comunes en las áreas liberadas, a medida que se aproxima la batalla por el lado occidental de la ciudad.
"Es un gran problema”, admite el comandante, antes de cambiar el tema y centrarse en la próxima pelea. "Pero tenemos que concentrarnos en nuestra propia moral, especialmente porque la del enemigo es baja", afirma.
Aunque sabe que la lucha por Mosul está lejos de terminar, cuando el mayor al-Rohn ve la vida civil volviendo a los barrios liberados, se siente orgulloso de lo que él y su unidad han podido hacer para contribuir en la liberación de la ciudad. "Es un regalo para todas las familias de nuestros mártires”, dice mirando alrededor del área liberada. Y concluye: "su sangre no se derramó en vano”.
Autor: Anna Lekas Miller