El enfado de Fidel
28 de julio de 2003Le Figaro, de París, comenta: "Fidel Castro está furioso con Europa, que se ha convertido en su nuevo villano. En el discurso que pronunció en el aniversario de la revolución actuó como si estuviera indignado por las últimas decisiones económicas y sanciones diplomáticas de la Unión Europea con respecto a Cuba. Esa soberbia podría resultarle cara a los cubanos. Porque la UE no es sólo el mayor socio comercial de Cuba y la principal fuente de inversiones. También otorga anualmente entre 15 y 20 millones de euros en ayuda financiera a un país seriamente afectado por la disminución del turismo, que se encuentra al borde de la ruina".
Miopía
El periódico Die Presse, de Viena, apunta: "Pese a todos los reparos políticos, la población cubana efectivamente necesita apoyo. Pero el jefe de Estado, Fidel Castro, lanzó una diatriba, como si su cerebro hubiera sufrido una insolación, no debida al sol cubano sino a la testarudez típica de su edad y a su ideología. Considera una frescura que los europeos supediten su ayuda financiera a condiciones. Él, que quisiera inmiscuirse en cada país del mundo para 'pacificarlo' a su manera, considera un ultraje que la Unión Europea reduzca sus contactos debido a violaciones de derechos humanos documentadas. (...) La actitud de Castro es, ciertamente, miope. Porque muchos cubanos y muchos exiliados sólo esperan el día en que la isla tenga la oportunidad de un nuevo futuro."
Lamento
El matutino Frankfurter Rundschau, de Fráncfort del Meno, analiza el trasfondo de las palabras de Castro: "Una vez más el presidente cubano ha hablado sin tapujos, guiado más por su antiguo radicalismo que por la sabiduría. Todos se llevaron su parte: tanto la vieja como la nueva Europea y Estados Unidos, de por sí. No obstante, lo furibundo del discurso del anciano revolucionario no debe ocultar que no sólo dijo insensateces. Es probable que a las antiguas potencias coloniales europeas les resulte desagradable el continuo recuerdo de su co-responsabilidad histórica por la situación imperante en América Latina. Pero ésta corresponde, cada vez que los políticos del viejo continente condenan lo que ocurre entre el Río Grande y Tierra del Fuego. Tras la especial dureza de Fidel con los europeos se oculta también la decepción porque -pese a algunos intentos en la década del 80- la Unión Europea no consiguió llevar a cabo una política independiente de Estados Unidos con respecto a Latinoamérica. Muchos habían abrigado esa esperanza; también Castro. No obstante, el tema actual en que el jefe de Estado cubano reprocha el frente unido que forman Washington y Bruselas, no es en absoluto apropiado para sus lamentos; porque todas las naciones del mundo deberían actuar contra los atropellos de los derechos humanos, ya sea en Cuba, en Irak o en Chechenia."