El Fortín Europa se agrieta… un poco
23 de septiembre de 2019Hay movimiento en el Viejo Continente. Tras cuatro años de discusiones permanentes sobre el trato que se les debe dar a quienes migran por barco desde Libia hacia Europa, los ministros del Interior de Alemania, Francia, Italia y Malta avanzaron hacia un acuerdo en su encuentro de La Valeta. Los tres socios más influyentes del Club de los Veintiocho y el Estado anfitrión diseñaron un modelo para la repartición de migrantes, solicitantes de asilo y refugiados que, para poder funcionar, deberá ser respaldado por la mayor cantidad posible de países comunitarios, incluso por aquellos que hasta ahora se han opuesto a una distribución organizada.
El documento será debatido en la reunión de los ministros del Interior que tendrá lugar en Luxemburgo el próximo 8 de octubre. Incluso los más optimistas de la Unión Europea dudan que más de la mitad de sus miembros se comprometan a participar en un mecanismo vinculante de repartición. Se da por sentado que la otra mitad se esconderá detrás de los Gobiernos de Hungría y Polonia, que, con talante testarudo, nacionalista e ilegal, continúan negándose a acoger a migrantes, solicitantes de asilo y refugiados.
Ahora que hay un Ejecutivo populista pero moderado en Italia, un cambio de curso en materia migratoria luce viable en la Unión Europea. La nueva ministra italiana del Interior, la independiente Luciana Lamorgese, ha asegurado que le abrirá los puertos de su país a barcos privados que rescaten a migrantes en el Mediterráneo tan pronto sea aprobado un mecanismo de distribución concreto. Su predecesor en el cargo, el ultraderechista Matteo Salvini, había retrasado y dificultado al máximo la acogida de náufragos en puertos italianos con miras a presentarse ante sus compatriotas como el salvador de la nación.
Golpe de timón en Roma y Berlín
El ministro alemán del Interior, el democristiano Horst Seehofer, que hace un año se mostraba alineado con Salvini, ha comprendido que la situación no puede seguir como hasta ahora; la deriva hacia la derecha de Salvini, su exaliado, se acentuó demasiado, admite Seehofer hoy día. El concepto prevalente en la Unión Europea –el que apuesta por amedrentar a los migrantes, dejarlos en terceros países y expulsarlos lo antes posible de su territorio– choca con sus propios límites. Cada fin de semana tenían lugar teleconferencias entre las capitales, en las que se hablaba sobre el destino de los náufragos y sobre quién debía acoger a los rescatados por uno u otro barco privado. Aquello era penoso, indigno.
Seehofer percibe el cambio de Gobierno en Roma como una oportunidad para salir del atolladero de la actual política migratoria. Aunque no lo diga explícitamente, él ha alterado su propio curso drásticamente y ahora, de pronto, se muestra dispuesto a acoger en Alemania a una cuota de los migrantes africanos que se enrumban hacia Europa a través del Mediterráneo. Desde luego, de momento, esa oferta es válida sólo para aquellos que sean socorridos por organizaciones de rescate privadas, entre las cuales hay tres alemanas. Esa es la fracción más pequeña del contingente de migrantes que se encaminan hacia Europa; el año pasado fueron solo 2.200. La mayoría de los migrantes ya no llega a las costas de Italia y Malta, sino a las de Grecia y España.
La cuota podría alegrar a los traficantes de personas
Quienes apoyan la política migratoria de "mano dura” hasta ahora vigente arguyen que la actuación de Salvini logró desalentar tanto a los migrantes como a los traficantes de personas, que vieron tambalear su modelo de negocios. ¿Qué pasará si se decide aplicar las cuotas de repartición de refugiados? ¿Volverá a crecer el número de personas que se atreven a emprender viajes peligrosos hacia Europa? ¿Aumentará otra vez la cantidad de personas que se ahogan en el Mediterráneo debido a la imposibilidad de que todas sean rescatadas? ¿No debería la Unión Europea organizar rescates marítimos estatales para poder auxiliar a más migrantes de los botes que naufragan? Los bienintencionados ministros de Interior no lograron despejar esas incógnitas en Malta. Pero esas preguntas deben ser formuladas y respondidas.
Entre doce y quince Estados comunitarios deben ser persuadidos en octubre de apoyar la moción de Alemania, Francia, Italia y Malta. Para que eso pueda ocurrir debe quedar claro que quienes no acojan a ningún sobreviviente de naufragio deberán compensar esa omisión con dinero o mediante algún otro acto concreto de solidaridad. Ese es un deseo piadoso de Seehofer, pero, hasta ahora, nada más que eso. Las cuotas de acogida propuestas lucen de la siguiente manera: 25 por ciento para Alemania, 25 por ciento para Francia y 10 por ciento para Italia. ¿Quién recibirá al restante 40 por ciento? ¿Es realmente tan difícil decidir quién más cooperará en esta materia? ¡En números absolutos estamos hablando de apenas una veintena de personas al año! Y ni siquiera se ha empezado a hablar sobre una solución duradera para las decenas de miles de personas que llegan a pie a Europa o sobre una reforma fundamental del sistema de asilo comunitario.
(erc/ers)
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