El gas, tema explosivo en América Latina
22 de junio de 2005Como si nunca hubieran existido las políticas de industrialización impulsadas durante los años 80, Sudamérica vuelve al viejo papel de proveedor de materias primas. Considerando las riquezas de su subsuelo la región se muestra convencida de las ventajas comparativas que ofrecen la explotación y exportación de materias primas. Según un estudio publicado por el Instituto de Estudios Latinoamericanos de Hamburgo, titulado "Materia de conflicto: gas natural", esta tendencia se ve fortalecida por la inmensa demanda china y su nuevo papel como potencia de influencia en la región.
Factores de conflicto
Los autores, Jörg Husar y Günther Maihold, señalan una serie de factores que contribuyen a tensar las relaciones de los países del Cono Sur, lo que convierte a la explotación de hidrocarburos en un potencial de conflicto. Citan la irregular distribución geográfica de reservas naturales, las distintas estrategias geopolíticas de los estados exportadores y los insuficientes medios de transporte, con la consecuente búsqueda de vías alternativas. Pero entre los factores más agravantes señalan una deficiente situación en materia de seguridad jurídica, una disfuncional regulación del mercado, así como la inestabilidad monetaria, política y económica que impera en numerosos países. Adicionalmente hay conflicto en torno a la participación de empresas multinacionales y, por supuesto, en la distribución social de los ingresos derivados de la venta de hidrocarburos.
La compleja interdependencia de todos estos factores ha producido una escalada como lo muestra la reciente crisis en Bolivia. Pero también afecta a otros países como Argentina y Chile. El estudio subraya que la enorme reserva de gas natural que posee Bolivia, - de 810.000 millones de metros cúbicos- la segunda reserva más grande de Latinoamérica después de la venezolana, ya fue motivo de polémica durante la presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada.
Caso boliviano
Después de 60 años de control estatal sobre el sector energético de gas y crudo, el gobierno de Sánchez de Lozada inició una capitalización, en 1996, de la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, con el objetivo de destinar parte de los ingresos a un Fondo Nacional de Pensiones. Para regular la explotación fue creada la Ley 1689 de hidrocarburos, que, junto con un decreto presidencial, traspasaron de facto la propiedad sobre las reservas a las empresas petroleras. El papel del estado en el sector se redujo a la percepción de impuestos.
Además se redujeron los gravámenes a la explotación de gas y crudo de un 50 a un 18%. Las inversiones en este sector crecieron rápidamente, de US $ 99,04 millones en 1996 a US $ 604,81 millones en 1998. Desde entonces se encuentran todas las grandes trasnacionales petroleras en Bolivia, con la española Repsol a la cabeza según su participación en el mercado (24,8% de las reservas), seguida por British Gas, TotalFinaElf, Petrobras, BP, Maxus y ExxonMobil.
El desafío de Bolivia consiste en financiar con las exportaciones de gas el desarrollo de su propia industria. Bolivia exporta gas a Argentina (797,9 millones de metros cúbicos en el 2004 con un valor de US $ 49,1 millones) y a Brasil (7,1 millones de metros cúbicos).
Viejos resentimientos
Seguramente también Chile se encontraría hace mucho entre los clientes de Bolivia, de no estar de por medio la pérdida del acceso al mar tras la guerra del pacífico de 1879 con Chile. Santiago cubre un 25,2% de sus necesidades de energía y depende de las importaciones de gas de Argentina. Debido a la fuerte crisis en dicho país, Chile tiene gran interés en diversificar sus fuentes de aprovisionamiento. Pero la situación está sellada. Desde 1978 Chile y Bolivia no tienen relaciones diplomáticas, por lo que es improbable que La Paz venda gas a Santiago, pese a que ya ha habido negociaciones al respecto.
"La Guerra del Gas", fue la consigna inventada por el líder campesino, Evo Morales, con el que pelea por el control de las reservas de gas bolivianas. Los recientes acontecimientos en Bolivia han demostrado que el gas natural es más que nunca un recurso estratégico en el sub-continente. El ex -presidente Carlos Mesa así lo declaró por decreto. Sin embargo, el reciente y drástico cambio en la política energética boliviana, representa un camino hacia el aislamiento internacional. Las empresas establecidas en dicho país no lograrán acceso a nuevos mercados y se quejan de la extrema fragilidad de los tratados acordados.
Divide y vencerás
El estancamiento en el sector energético va más allá de las fronteras bolivianas. Las esperanzas de Argentina de mejorar su crítica situación energética se han visto decepcionadas. Chile da muestras de interés por importar gas de Perú o de Indonesia. Para mal de todos los involucrados la Guerra del Pacífico de hace 122 años, tiene absurdas consecuencias. En Chile serán necesarios enormes esfuerzos financieros para garantizar el aprovisionamiento energético, mientras que su país vecino no tiene compradores para sus enormes reservas.
Las perspectivas son malas. Los conflictos del pasado dañan el futuro, señalan los autores. En todo caso la división de la comunidad de estados sudamericanos la celebra el gigante chino, hambriento de recursos y dispuesto a usar todos los medios para consolidar su presencia en la región.