"El 'gasolinazo' no derivará en un 'Mexicazo'"
6 de enero de 2017A simple vista, México y Venezuela comparten dos rasgos contundentes: ambos son países donde la producción petrolera juega un papel vital para la economía local y donde el Estado exhibe déficits que lo acercan a la disfuncionalidad. En ese sentido, amplios sectores de la población mexicana y venezolana parecen sostener el mismo acuerdo –tácito, pero sagrado– con los Gobiernos que van y vienen: el de tolerar la incapacidad de "los de arriba" para garantizarle un mínimo de bienestar a los grupos sociales más desfavorecidos a cambio de que el Ejecutivo no toque los precios de la gasolina, ínfimos en comparación con los vigentes en otras naciones gracias a históricos subsidios que, generalmente, o pasan inadvertidos o son percibidos como un derecho divino sin el cual todo en la vida colapsa.
La comparación viene a cuento por las agresivas protestas y los saqueos que se registran en México desde el 1 de enero de 2017 –cuando entró en vigor un incremento del costo del combustible– y cuyo saldo actual es de tres muertos y seiscientos detenidos. Esos sucesos traen a la memoria los tumultos que se dieron el 27 de febrero de 1989 en Caracas y sus alrededores, detonados por un aumento del precio de la gasolina –aprobado un día antes con efecto inmediato– y reprimidos violentamente por las fuerzas de seguridad venezolanas: oficialmente murieron 276 civiles; otras fuentes apuntan a que fueron más de 3.500, sin contar a los desaparecidos. En todo caso, el "Caracazo" es recordado como un quiebre en la historia contemporánea del país caribeño; de hecho, el movimiento revolucionario bolivariano liderado por Hugo Chávez lo describió como su toque de diana.
Desde hace tiempo circula la hipótesis de que la explosión social del 27-F no fue espontánea, sino instigada por formaciones de izquierda que años más tarde respaldaron la asonada militar contra el Gobierno de Carlos Andrés Pérez (4.2.1992), contribuyeron al segundo ascenso de Rafael Caldera a la presidencia de Venezuela (5.12.1993), lo presionaron para que amnistiara a los autores del golpe fallido contra Pérez (27.3.1994) y terminaron uniéndose a la coalición que llevó a Chávez al poder (6.12.1998)… ¿Ocurre ahora en México lo que pasó en Caracas hace casi 28 años? Desde las gobernaciones bajo su mando, ¿está la oposición mexicana atizando manifestaciones contra el presidente Enrique Peña Nieto? ¿Es el "gasolinazo" un punto de inflexión en la historia del país norteamericano? Los expertos recomiendan no llevar las analogías demasiado lejos.
Dos constelaciones diferentes
"Durante años, una constante de las políticas estatales en Venezuela ha sido la de no incrementar el costo del combustible por temor a reacciones sociales violentas. Y eso es comprensible porque el factor gasolina influye directamente sobre la vida cotidiana de millones. Pero es una simplificación muy tosca atribuir el 'Caracazo' a que el Gobierno de Pérez subió el precio del combustible. En la Venezuela de 1989 estaban pasando otras cosas simultáneamente que no están ocurriendo en México", sostiene Stefan Peters, de la Universidad de Kassel, enfatizando que aunque los venezolanos y los mexicanos tienen en común su percepción de las empresas petroleras estatales como entidades que les pertenecen y les aportan beneficios tangibles, es erróneo pensar que el solo hecho de aumentar el precio de la gasolina provoca sacudones.
"A mi juicio, lo que vemos en México actualmente tiene más de violencia anómica que de política canalizada, más de rapiña que de protesta para conseguir la caída del régimen", comenta Günther Maihold, subdirector de la Fundación Ciencia y Política (SWP), de Berlín, acotando que los saqueos de 1989 en Venezuela tuvieron un carácter político circunstancial que no tienen los de 2017 en México. "El Ejecutivo de Carlos Andrés Pérez perdió toda su legitimación en un momento en que la población venezolana había dejado de confiar por completo en su élite política, en un instante en que todas las medidas para reformar el sistema político habían fracasado. Y esa es una constelación de factores que yo no veo presente en el caso mexicano: en México no se ha agotado la confianza en el sistema político vigente. ¡Para nada! Y eso es algo decisivo", argumenta Maihold.
Factor decisivo: confianza en el Estado
"Andrés López Obrador es una alternativa política atractiva para muchos mexicanos mientras que en la Venezuela de 1989 no había ni un político que entusiasmara al electorado. En México tampoco hay una crisis sistémica que se manifieste en el rechazo absoluto de la figura del Estado. Hay muchas diferencias entre ambos casos", subraya el especialista de la SWP, pese a que, como en Venezuela, también en México prosperan teorías según las cuales hay titiriteros detrás de los saqueos aparentemente espontáneos: "Hay reportes sobre cuentas y perfiles que fueron abiertos en las redes sociales el 1 de enero con el propósito de coordinar ese tipo de acciones. Y, sin negar la desazón que causa el necesarísimo ajuste del precio de la gasolina, no se puede descartar que exista interés criminal en instrumentalizar esa rabia para propiciar el caos", dice Maihold.
"El 'gasolinazo' no derivará en un 'Mexicazo'", opina Klaus Bodemer, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA). "Las estructuras económicas de México y Venezuela son diferentes: el Estado mexicano tiene un sector industrial consolidado y su presupuesto depende mucho menos de la exportación petrolera que el del Estado venezolano en 1989. Por otro lado, al descontento popular que se acumuló en Venezuela durante la década de los ochenta se sumó el shock tras la súbita implementación de un programa económico neoliberal por parte de Carlos Andrés Pérez; más que la nueva política energética de Pérez, fue el repentino empobrecimiento de muchas personas en la periferia de Caracas lo que intensificó la frustración y la ira de la que ya era blanco la clase política venezolana. Eso aún no se ve en México", asegura Bodemer.