El "milagro de Berna"
13 de agosto de 2003Fue como un verdadero milagro, al menos para los alemanes. Apenas transcurridos 9 años del término de la II Guerra Mundial, con la autoestima por los suelos debido a la derrota militar y a las dimensiones de la barbarie nazi, un gol marcó la diferencia. No fue un gol cualquiera. Se jugaba la final del Campeonato Mundial de Fútbol de 1954. Y el rival era nada menos que el equipo de Hungría, en ese momento considerado poco menos que invencible. La selección alemana logró entonces lo imposible: triunfar por 3 a 2 y quedarse con la copa del mundo.
Los héroes del balón
La historia está llena de matices que rebasan el ámbito deportivo y ameritan un análisis histórico y psico-social. Un tema como mandado a hacer para un guión de cine. Más aún si se le añade el ingrediente personal de un niño de 11 años, que idolatra a Helmut Rahn, autor del gol de la victoria en el minuto 84 del juego, en quien proyecta su necesidad de afecto paterno. Es la historia que relata el cineasta alemán Sönke Wortmann, de 44 años de edad, en su película "El Milagro de Berna". Una cinta que está provocando discusiones en el ambiente cinematográfico, tras su estreno en el festival de Locarno.
Lo que nadie puede reprocharle a la cinta es falta de rigor histórico en lo deportivo. Cada uno de los cinco goles anotados en ese legendario partido fue reconstruido minuciosamente, brindando sin duda un placer inusual a los aficionados al fútbol; y probablemente también a quienes, aún sin ser hinchas, recuerdan ese triunfo como un hito histórico, que permitió a Alemania volver a levantar la frente como nación ante el resto del mundo.
La brecha de postguerra
Mientras el público de Locarno brindó una cálida acogida a la película, la crítica especializada no fue tan benevolente. Los mayores reproches aluden a la falta de profundidad en el aspecto político y al estilo melodramático de la cinta, que desaprovecha la ocasión brindada por un tema tan multifacético. Porque "El Milagro de Berna" intenta reflejar también la brecha generacional de postguerra, plasmada en la tensión que se produce entre el pequeño protagonista y su padre, quien regresa a casa después haber pasado años como prisionero de guerra en Siberia.
El autor se defendió de las críticas, afirmando que relataba "una historia candente en el plano emocional y lo hacía apasionadamente". Fundamentó su visión subrayando que "ese triunfo volvió a darles a los alemanes valor para enfrentar la vida y un sentimiento de unidad." Más aún le interesaba, según sus propias palabras, el conflicto generacional. "También yo, como mucha gente de mi edad, responsabilicé personalmente a mi padre por la II Guerra Mundial. Hoy sé cuán insensato fue eso", indicó, puntualizando: "espero que la película contribuya a fomentar el diálogo entre las generaciones". Por lo menos en la prensa ya está dando qué hablar.