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El nuevo START

25 de enero de 2011

La Duma ratificó el nuevo tratado de reducción de armas nucleares START, considerado clave para el estrechamiento de las relaciones entre Washington y Moscú, pese a que subsisten recelos respecto al escudo antimisiles.

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Misil balístico intercontinental ruso, del tipo Topol-M.Imagen: picture-alliance/dpa

Veinticinco años atrás, cuando la guerra fría mantenía en vilo al mundo entero ante el peligro de que pasara a una fase caliente, la noticia habría sido titular de portada en la prensa mundial. Hoy, el anuncio es consignado apenas, pero no por ello carece de relevancia: la Duma ratificó el nuevo tratado START, el acuerdo de desarme nuclear más ambicioso de las últimas dos décadas entre Estados Unidos y Rusia.

Ambiciosas metas de desarme

El nuevo START (Strategic Arms Reduction Treaty) ya había sido suscrito por el presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo ruso, Dmitri Medvédev, en abril del 2010, pero sólo a fines del año pasado recibió la ratificación parlamentaria en Washington y ahora en Moscú. Podría parecer ya un mero trámite, pero en realidad marca un relanzamiento en las relaciones entre ambos países, superando el clima de crecientes recelos que caracterizó el período de George W. Bush en la Casa Blanca.

Fue el proyecto estadounidense del escudo antimisiles el que finalmente echó por la borda la entrada en vigor del START II, que apuntaba a reducir las cabezas nucleares desplegadas tanto por Rusia como por Estados Unidos a entre 3.000 y 3.500, hasta el 2003. El nuevo START llega bastante más lejos y establece una reducción de dichas ojivas a un máximo de 1.550 por país (sin incluir las almacenadas) en siete años. Igualmente limita a 700 los sistemas de lanzamiento (misiles balísticos intercontinentales, misiles para submarinos y bombarderos estratégicos) desplegados.

Mucho trecho por recorrer

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La sede de la Duma.Imagen: RIA Novosti

Lento ha sido el avance del desarme a escala mundial y se estima que aún quedan unas 20.000 armas nucleares. Desde el punto de vista militar, sigue existiendo por lo tanto suficiente potencial como para devastar buena parte del planeta y falta un enorme trecho para liberar al mundo del peligro que suponen los arsenales atómicos. Pero, políticamente, se ha dado un paso relevante, sobre todo teniendo en cuenta que Estados Unidos y Rusia poseen gran parte de las armas nucleares existentes: un 95%, según decía el representante de la ONU para el desarme, en 2008.

Importante también será la entrada en vigor del nuevo START, -para la que sólo falta la aprobación del Consejo de la Federación Rusa, que se da por descontada- como señal de voluntad política de contener la proliferación de armas nucleares.

Sin embargo, el nuevo acuerdo pondrá también a prueba la capacidad de Washington y Moscú para sortear sus diferencias en materia de defensa de modo constructivo, ya que ambos parlamentos incluyeron cláusulas adicionales en el documento: mientras el Senado estadounidense planteó que el tratado no debe coartar los planes para la construcción de un sistema de defensa antimisiles propio, la Duma puntualizó que el acuerdo sólo podrá ser cumplido si futuros sistemas de defensa antimisiles no debilitan el poder disuasivo nuclear ruso.

Autora: Emilia Rojas

Editor: Pablo Kummetz