El peligroso proteccionismo de Trump
10 de noviembre de 2016En el fondo, todo es muy sencillo: quien prometa reducciones tributarias a los estadounidenses, tiene prácticamente ganadas las elecciones. Hillary Clinton quería aumentar la carga tributaria del 1 por ciento de los más adinerados. Más impuestos y menos posibilidades de evadirlos eran su receta para llenar las arcas. Suena a un manejo presupuestario sensato.
Pero con semejantes planes no se gana elecciones. Donald Trump, en cambio, prometió de todo, a los pobres y a los ricos: una reducción del impuesto del tramo superior, del 40 al 25 por ciento, y exención de impuestos a la renta de las personas de menores ingresos, a partir de 2017. De ello se beneficiarían más de 60 millones de hogares. ¿Se sorprende alguien de que los votantes apoyen masivamente al populista? Ellos no tienen que sacar cuentas; basta con que crean.
Pero si uno saca las cuentas, llega a una baja de ingresos impositivos de entre 2,6 y 3, 9 billones de dólares en los próximos 10 años. Son agujeros que ni siquiera un Donald Trump puede tapar.
Libre comercio en peligro
Las promesas electorales poco realistas no son un fenómeno específicamente estadounidense. Populistas hay en todas partes. Mucho peor para la economía mundial y el comercio internacional sería que Trump cumpliera otra de sus promesas: se propone dejar sin vigor el tratado de libre comercio con México y Canadá, no ratificar el acuerdo transpacífico TPP y no seguir negociado el TTIP con la Unión Europea. Quiere dificultar el acceso al mercado a países como China, Corea del Sur o Japón, de ser necesario también mediante aranceles punitivos. Todo ello, supuestamente, para proteger a la industria local de prácticas desleales de competidores extranjeros.
Hay una palabra que designa ese pensamiento: proteccionismo. Como hombre de negocios, Trump debería saber que la competencia es positiva. Si se protege a las empresas locales artificialmente con aranceles y otras trabas comerciales, no se le hace realmente un favor al país. Al contrario: las empresas descuidan la investigación y la innovación, y pierden competitividad.
El proteccionismo, los aranceles punitivos y las barreras comerciales tendrían, además, desastrosas consecuencias para el comercio y la economía mundial. Desde hace años, el comercio mundial crece poco y, si se resta la inflación, se llega a la conclusión de que está estancado. En realidad, se necesitarían ahora nuevos impulsos, mediante más tratados de libre comercio. Pero Trump no piensa así.
Peor que el "brexit”
También las empresas alemanas sentirán el impacto. Desde que se ha debilitado la demanda de Europa y China, Estados Unidos se ha convertido en el principal comprador de exportaciones alemanas, superando a Francia. En Alemania, cerca de un millón de empleos dependen directa o indirectamente de las exportaciones a Estados Unidos. La política de Trump podría convertirse, por lo tanto, en un problema para la economía germana.
En mayo, ningún europeo podía imaginar aún que los británicos realmente optarían por abandonar la Unión Europea. Pero lo que tenemos ahora por delante tendrá consecuencias mucho más profundas que el voto a favor del "brexit”. Porque no se trata de la economía británica, relativamente pequeña. Se trata de la economía más poderosa del mundo.
También hay populistas en Europa
El populismo de Donald Trump también tiene sus equivalentes en Europa. Y estos se verán alentados por el triunfo del candidato republicano. El 4 de diciembre, los italianos decidirán en un plebiscito sobre la reforma del Senado. Si fracasa la propuesta, podría suceder que en elecciones anticipadas se convierta en primer ministro un excomediante.
La victoria de Trump, sin embargo, no justifica que los europeos frunzamos el ceño. No solo hay que pensar en populistas como Berlusconi o Beppe Grillo en Italia, Viktor Orbán en Hungría o Jaroslav Kaczynski, el hombre que mueve los hilos tras bambalinas en Polonia. También está la amenaza de Marine Le Pen en Francia y de Geert Wilders en Holanda. ¿Falta alguien? Pues sí: en Alemania florece el partido AfD. También este se sirve del sector de los ciudadanos desfavorecidos, indignados con "los de arriba”; y ellos son justamente los que llevaron a Donald Trump a la victoria al otro lado del Atlántico.
Autor: Rolf Wenkel (ER/ CP)