Entre la espada y el dogma
21 de marzo de 2010Su silencio ante la denuncia de los abusos sexuales padecidos durante décadas por niños y niñas en el seno de la institución a su mando puso al Papa Benedicto XVI en una situación muy difícil, pero no tan difícil como la que enfrenta desde este sábado (20.3.2010), cuando el Vaticano hizo pública su carta pastoral; en la misiva dirigida al pueblo de Irlanda y a la Iglesia Católica de ese país, el Sumo Pontífice expresa su turbación de cara a los ultrajes cometidos en la isla por sus subalternos.
Atizando el fuego
El Papa buscó consolar a las víctimas disculpándose con ellas y con sus familiares, no olvidó amonestar a victimarios y cómplices, habló de “vergüenza” y “congoja”, y, sin embargo, el comunicado en cuestión sólo parece haber servido para aumentar la crispación entre los católicos de Irlanda y los países en donde se han reportado recientemente casos de maltratos, abusos sexuales y humillaciones en iglesias, hogares de acogida y otras instituciones de la jerarquía católica.
Desafueros de diversa índole y vieja data se han dado a conocer en Estados Unidos, Australia, Gran Bretaña, Canadá, Francia y Polonia; al mismo tiempo que el Vaticano hacía circular la misiva papal este sábado, se anunciaba la existencia de diez posibles casos de abuso sexual en Suiza; y una parte de la feligresía en los Países Bajos, Austria y Alemania está indignada por no figurar entre los destinatarios de la pastoral.
¿Abrir un nuevo capítulo?
Ciertamente, los altos representantes de la Iglesia y muchos cristianos dicen ver en la misiva el camino hacia un “nuevo comienzo”, pero otros miembros de la comunidad católica se sienten desconcertados. De hecho, son precisamente declaraciones como la hecha al diario católico L'Avenire por el jefe de la Academia Pontificia para la Vida, el arzobispo Rino Fisichella –él describió la pastoral como “una forma extremadamente decidida y valiente de abrir un nuevo capítulo”–, las que dan fundamento a la impresión de que al Vaticano le ha faltado tacto y tino para hacer frente a esta crisis. ¿Cómo pasar la página sin lidiar con los problemas irresueltos de la anterior?
"En lugar de un manejo efectivo de la crisis, el Vaticano ofrece el espectáculo de una institución autista: de acuerdo con su autopercepción, hubo sólo unos pocos perpetradores que sucumbieron a la seducción de la época", se lee en el comunicado difundido por la organización Iniciativa Iglesia de Base (IKvu) en Bonn, cuyos voceros acusan al Papa de negarse a ver las causas estructurales de los hechos y reducirlos a casos aislados; ellos exigen la formación de una comisión independiente de los poderes eclesiásticos para que investigue los casos de abuso en Alemania, siguiendo el modelo irlandés.
Vientos reformistas
La agrupación reformista alemana Somos Iglesia (Wir sind Kirche) dice estar "decepcionada" por el mensaje papal. Su portavoz, Christian Weisner, hizo énfasis en que el mismo sólo puede considerarse “un inicio”, un paso que debe ser seguido por otros más contundentes, como poner en tela de juicio aspectos estructurales de la Iglesia, su noción de celibato y su teoría sexual.
“En esta carta no se hallan alusiones concretas a qué puede hacerse aparte de rezar”, comentó Weisner, agregando que es inaceptable que el Papa atribuya la causa de los hechos a circunstancias externas. Benedicto XVI sostuvo en su carta que el abuso sexual de niños por parte de eclesiásticos en Irlanda debe entenderse en el contexto de "la veloz transformación y secularización de la sociedad irlandesa".
Decepción en Alemania
Para Somos Iglesia y otras asociaciones de personas católicas, también es lamentable que el Papa no se haya referido explícitamente a los más de 250 presuntos casos de abuso sexual que han salido a la luz en Alemania en los últimos dos meses. "En vista de la creciente inseguridad entre los jóvenes católicos y sus padres, nos habría reconfortado encontrar palabras de acompañamiento y confianza", dijo el presidente de la Federación de Juventudes Católicas Alemanas (BDKJ), Dirk Tänzler, en Düsseldorf.
Cabe preguntarse si la mención de los casos alemanes realmente habría servido de consuelo para los compatriotas de Joseph Ratzinger. Para los irlandeses, el pronunciamiento papal fue cualquier cosa menos un quitapesares. “Las víctimas esperaban que el Papa mencionara la humillante manera en la que fueron tratadas cuando intentaron sacar a la luz sus experiencias de abusos ante altos funcionarios eclesiásticos”, dice Maeve Lewis, presidente de la organización irlandesa One in Four.
Sin embargo, subraya Lewis, apenas se ha escrito acerca de la forma en que la Iglesia católica de Irlanda ocultó durante decenios los abusos sufridos por miles de niños. La Iglesia irlandesa se está preparando para tomar decisiones de peso con miras a recuperar la confianza de su feligresía; está por verse si lo logra con la rapidez que lo espera.
Autor: Evan Romero-Castillo / dpa / reuters
Editora: Claudia Herrera Pahl