El régimen de Nicaragua genera refugiados en América Central
30 de junio de 2021América Latina no se ha quedado del todo inmóvil frente al resquebrajamiento de la democracia en Nicaragua. La Organización de los Estados Americanos (OEA) emitió el 21 de octubre de 2020 una resolución, aprobada con 20 votos a favor, 2 en contra y 12 abstenciones, en la que instaba a Managua "a reestructurar el Consejo Supremo Electoral (CSE)”, antes de que el Estado convocara las elecciones generales del próximo 7 noviembre.
Nicaragua se ha negado a aceptarla. Luis Alvarado, su representante ante la OEA, la calificó de "medida injerencista que divide a la región”. El documento le pedía al presidente, Daniel Ortega , permitir la entrada de observadores internacionales para que se realice un examen "técnico independiente” del proceso electoral, antes de mayo del 2021.
"Las propuestas de reforma se basan (aún) en la iniciativa del Grupo de Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), una alianza de 43 organizaciones nicaragüenses, que abogan por la democracia, la libertad y la Justicia, pero que Daniel Ortega desdeñó”, dice a DW José Antonio Peraza Collado, politólogo y miembro del Consejo Político de UNAB; una iniciativa que ha sido estudiada por la OEA, la Unión Europea y Estados Unidos, entre otros gobiernos, para saber en dónde están las averías del sistema democrático de Nicaragua y cómo podrían repararse.
Un modelo fallido: pacto de no agresión con la empresa privada
"Desde 2009, el régimen de Ortega y la empresa privada mantuvieron un pacto corporativo de no agresión que le permitió al país crecer en un promedio de 4,5% durante diez años” dice Peraza. Y agrega que ese pacto se rompió el 18 de abril de 2018, "cuando estallaron las protestas populares en las que 328 personas murieron víctimas de la violencia policial, como lo comprobó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que habla de crímenes de lesa humanidad”.
A pesar de los repetidos fraudes electorales, "mientras la economía funcionaba, las élites de los países vecinos consideraban el ‘modelo nicaragüense' como una opción, salvo la guatemalteca”, apunta Peraza. "Incluso el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) quiso ponerlo como ejemplo, pero, en general, la postura de los centroamericanos hacia Nicaragua ha sido muy tibia”, concluye el politólogo de la Universidad de Costa Rica, la más importante de Centroamérica.
Refugiados, resultado de la creciente "erosión democrática”
El impacto de la crisis de Nicaragua en la región es difícil de calcular, según Desireé Reder, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), con sede en Hamburgo. "Además de Nicaragua, en Centroamérica hay sendos países que también se encuentran en un proceso de erosión democrática”, dice a DW la científica, investigadora de las democracias violentas, la protesta social y la represión estatal.
"Con Nayib Bukele, de corte autocrático, El Salvador ha entrado en una regresión de la democracia; Honduras, por su parte, está sumida en una crisis de falta de confianza en el sistema y las instituciones, que lleva al 60% de la población a no querer votar; Guatemala es también golpeada por interminables casos de corrupción y protestas contra el Gobierno de Alejandro Giammattei; y en Colombia, que no es contada como América Central, pero que comparte fronteras marítimas con Nicaragua, el descontento social ha alcanzado niveles no conocidos, así como la violencia policial contra los manifestantes”.
Honduras, el país en donde se asesinó a la ambientalista Berta Cáceres y en donde han estallado escándalos como el del saqueo del Seguro Social, más la crisis poselectoral de 2017/2018, el gobierno de su reelecto presidente, Juan Hernández, "ha sido cómplice; se abstiene de votar contra Ortega en la OEA, así como Guatemala”, resalta Peraza.
"En Costa Rica el mundo no es perfecto”, apunta, por su parte, Desireé Reder, licenciada en Gobernanza y Políticas Públicas de la Universidad bávara de Passau, "pero, según UNHCR, es el país que ha recibido el 80 por ciento de los refugiados nicaragüenses”. Costa Rica, al sur de Nicaragua, ha acogido entretanto a unos 720.000 emigrantes y refugiados de Nicaragua, "sumadas las 120 mil personas que han tenido que huir desde que el régimen de Ortega/Murillo decidió quitarse la careta en abril de 2018”, dice Peraza.
El impacto de la crisis en Nicaragua se siente primero y más fuerte en Costa Rica por dos razones: "Por su vecindad (frontera compartida de 309 km), y porque cada vez que Nicaragua reduce el espacio de participación democrática, Costa Rica acoge a quienes tienen que huir, generando grandes problemas en Costa Rica, que no cuenta con un peso político internacional importante para hacerse oír”, dice José Antonio Peraza Collado.
Creciente aislamiento
México, el país de entrada a América del Norte, y Argentina, en Suramérica, se abstuvieron de votar a favor del llamado de atención hecho por la OEA a Nicaragua, para "servir eventualmente de mediadores”, presume el directivo del UNAB, máster en Sistemas Políticos y Electorales.
En medio de su creciente aislamiento, los contactos de Nicaragua con otros países se han limitado a invertir el dinero obtenido del Banco Centroamericano de Integración Económica (BECI): "Con un préstamo de 20 millones de dólares, el régimen de Nicaragua reforzó últimamente todo el sistema represivo con compras de armamento y material antidisturbios en México, Argentina, España, Brasil y Venezuela”. Aún no se sabe si alguno rechazó el pedido.
Si Nicaragua vuelve o no a ser una abierta dictadura en América Central "nos los mostrarán las elecciones del 7 de noviembre”, dice a DW Desireé Reder, del GIGA. "Si los candidatos de la oposición no pueden participar en la contienda, como hasta ahora no lo han podido hacer, ya no podremos decir que Nicaragua sea una democracia electoral”, concluye la científica, quien advierte que la reacción entonces será previsible: "Habrá protestas públicas en las calles, una capacidad de reacción a la represión que el pueblo de Nicaragua ya ha demostrado”. Así, la unión de Ortega/Murillo es cada vez más una alianza que produce pobreza y refugiados en América Central.
(er)