En Europa hace tiempo que deberíamos haber proscribido el racismo. Pero desgraciadamente eso no es así. En varios países europeos, los partidos de derecha radical y racistas están representados en los parlamentos e incluso en el gobierno.
La misantropía de grupo -que incluye el racismo, el antisemitismo, el rechazo a musulmanes y gitanos, pero también la homofobia o la transfobia- sigue siendo, por desgracia, parte de muchas sociedades europeas.
Muerte en el Mediterráneo
En ninguna parte esto es más evidente que en el cierre de las fronteras europeas a quienes buscan protección desde África, Asia y los países árabes. Ya no hay posibilidades de entrar sin trabas a Europa y solicitar asilo, algo que está consagrado en el derecho internacional y es uno de los derechos fundamentales de todos los seres humanos.
En 2022, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), al menos 2.406 personas murieron en el Mediterráneo durante su huida, y más de 3.000 el año anterior. Desde 2014, al menos 26.000 personas que querían cruzar el Mediterráneo se han ahogado o han desaparecido. Esto no es solo un escándalo: es un crimen contra la humanidad.
Una deuda permanente que saldar
Alemania es el país de Europa que más refugiados ha acogido, entre ellos hay más de un millón de personas procedentes de Siria y Ucrania. Otros países, como Hungría o, más recientemente, Reino Unido, se jactan de socavar el derecho de asilo en su territorio. Mientras los populistas de derecha se regocijan porque su discurso está claramente dividido entre "nosotros" y "ellos": "nosotros, los alemanes", y "los otros", migrantes y refugiados.
El racismo ha recibido una nueva y moderna capa de pintura. Ya no se habla de "razas inferiores", sino de culturas supuestamente "incompatibles con los valores occidentales". Esto no sólo se aplica a los refugiados, sino también a las personas de familias internacionales que han vivido en Europa durante generaciones.
Ansiedad por los privilegios
Socialmente vemos dos movimientos opuestos: por un lado, tenemos una sociedad cada vez más diversa, en la que las minorías reclaman con confianza su participación, y, al mismo tiempo, hay una tendencia al retroceso apoyada por quienes temen por sus actuales privilegios.
Algunos critican que ya no se les permite decir nada. Esto se oye con especial frecuencia en los grupos sociales que tienen en sus manos la mayoría de los puestos de decisión en Alemania. ¿Estas personas sienten que ya no se les permite decir nada y que se les discrimina? ¿Por qué? Una de las razones es que las minorías, que antes no tenían voz, ahora representan sus posiciones y también plantean reivindicaciones.
Criticar no es anular
Algunas personas, especialmente los hombres blancos, se encuentran con personas que se les oponen, y lo sienten como denigrante. Por eso algunos tienen la sensación subjetiva de que se les está cerrando la boca. Pero ocurre lo contrario: se les sigue permitiendo decir cualquier cosa; los medios de comunicación están llenos de entrevistas a hombres blancos mayores. Solo que también se permite criticarlos. Criticar no es cancelar sino que es señal de que la sociedad democrática está viva si todos se unen a la discusión, y alzan sus voces.
Por otra parte, la exigencia de participación hace que los grupos hasta ahora infrarrepresentados insistan más en acceder a todos los puestos. Esto crea más competencia. Por ejemplo, donde antes era normal que el jefe fuera siempre un hombre, ahora hay más jefas.
Cuando hay que renunciar a privilegios, eso se siente como una denigración, y, sin embargo, está creando una situación más justa para todos. El "racismo inverso" es, por tanto, otra acusación popular. Sin embargo, todos estos hechos evidentes siempre se cuestionan para enturbiar el verdadero debate sobre el racismo y las cuestiones de poder. Llevamos demasiado tiempo sin hablar de las desventajas reales de las minorías. Pero de eso se trata: de participación, respeto y justicia.
Sheila Mysorekar es presidenta de las "Nuevas organizaciones alemanas", una asociación nacional de iniciativas posmigrantes contra el racismo y por la diversidad.
(cp)