El regreso de Lula no sería bueno para Brasil
10 de marzo de 2021Brasil no es para principiantes. Esta frase, de un famoso compositor de Río de Janeiro, se cita a menudo en el país sudamericano, por ejemplo, cada vez que la política vuelve a sorprender.
Los hechos más recientes en torno al exjefe de Estado Luiz Inácio Lula da Silva son un buen ejemplo de uno de estos giros inesperados: un juez de la Corte Suprema anuló todos los procesos de corrupción contra Lula, que ya estuvo varios meses en prisión en 2018 y 2019, allanándole así el camino hacia una nueva candidatura presidencial. La aún popular estrella de izquierda podría competir contra el actual presidente populista de derecha Jair Bolsonaro en 2022. ¿Se avecina un duelo entre los extremos políticos?
Freno de emergencia del Tribunal Supremo
Para empezar, el veredicto no dice nada bueno sobre el Poder Judicial en el país más grande de América Latina. Pues la decisión probablemente fue un freno de emergencia. El juez Edson Fachin de ninguna manera absolvió a Lula de todas las acusaciones, sino que simplemente declaró que el tribunal hasta ahora encargado de los casos en Curitiba, en el sur de Brasil, no tenía en absoluto competencia para ello. Esto tiene mucho que ver con el ex juez provincial y luego ministro de Justicia de Bolsonaro, Sergio Moro. En 2017, Moro condenó a Lula a varios años de prisión, lo que lo sacó de la candidatura a la presidencia un año después.
Desde el principio, hubo denuncias de que Moro utilizó los procesos en torno al escándalo de corrupción que rodea a la petrolera semiestatal Petrobras para perjudicar políticamente a Lula. Y había argumentos claros: el juez se puso ilegalmente de acuerdo en secreto con los fiscales y alimentó deliberadamente a la prensa con información contra el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula.
También el hecho de que Moro se pasara a la política inmediatamente después de la derrota del PT y entrara en el gabinete de Bolsonaro, el ganador de las elecciones, es escandalosamente revelador. En cualquier caso, ahora se sospecha que los juicios contra Lula han sido formalmente declarados nulos para evitar posibles daños a los demás procesos en torno a Petrobras, en caso de que, por ejemplo, los recursos contra las sentencias de Moro contra Lula llegasen a tener éxito por probada parcialidad.
¿Se probará Lula una vez más?
En Brasil, todos los ojos están ahora puestos en Lula. ¿Se postulará de nuevo, a su edad, como candidato presidencial? Cualquiera que conozca la trayectoria del exlíder sindical sospecha que resultará difícil disuadir al apasionado político de pura cepa de volver a postularse. Muchos brasileños pobres todavía adoran a Lula. La lucha contra el populista de derecha Bolsonaro será también un impulso para él.
Una campaña electoral de este tipo ya se está comparando con el largamente imaginado y luego imposible duelo entre el ícono de izquierda Bernie Sanders y Donald Trump en las pasadas elecciones estadounidenses. Pero eso podría ser un error.
Es cierto que Lula representó posiciones fundamentalmente de izquierda en su primera candidatura presidencial de 1989, que luego fracasó. Sin embargo, una mirada a sus dos mandatos entre 2003 y 2010 muestra a un Lula completamente diferente: de su anterior miedo al mercado pasó a acercarse conciliadoramente a la industria, tras asumir el cargo, al tiempo que utilizó el boom de las materias primas para financiar programas sociales para los pobres. De hecho, ya se había presentado como candidato moderado desde la propia campaña electoral, para conquistar al centro político.
Sin oportunidad para aspirantes jóvenes
Si Lula logra postularse nuevamente el próximo año, la comparación más apropiada podría ser con Joe Biden. No solo porque se enfrentaría a la similar difícil tarea de unir a un país dividido, sino porque, cuando asumiera eventualmente el cargo, a los 77 años, tendría aproximadamente la misma edad que el actual presidente de Estados Unidos.
Y, sin embargo, el posible regreso de Lula es, en este momento, una mala noticia para Brasil. Pues bloquea el camino a la tan necesaria renovación política, tras todos los escándalos de corrupción de los últimos años. A pesar de todos los éxitos sociales y económicos, los mandatos anteriores de Lula se han visto ensombrecidos por la corrupción. Y las acusaciones en su contra no se han disipado de ninguna manera.
La posible candidatura de Lula le dificultaría la vida no solo a los candidatos del centro del espectro político, sino también a aspirantes de izquierda, como el joven Guilherme Boulos, del partido socialista PSOL. A menos que la política dé un nuevo un giro inesperado en Brasil en los próximos meses. (rml/cp)