La “revolución política” de Sanders
6 de febrero de 2016Melissa Rubio perdió a su madre debido al cáncer. Dos semanas más tarde, su padre fue despedido de su trabajo como obrero en los suburbios de Chicago, lo que finalmente conllevó que el banco embargara la residencia familiar. Rubio tan solo tenía 15 años cuando la tragedia golpeó a su familia. La experiencia la dejó con un gran enfado.
Durante su paso por la Universidad DePaul, Rubio incursionó activamente en la política, participando en organizaciones estudiantiles liberales. “Se rescataron a los grandes bancos”, dijo Rubio a DW, “pero no se rescató a las personas, de las cuales se sacó provecho”, añadió. Después de graduarse con una deuda de 60.000 dólares, Rubio se unió a la campaña de Will Guzzardi, representante del estado de Illinois. Con 25 años de edad, Rubio es ahora su directora política.
Desde la sede de Guzzardi, Rubio busca apoyo popular para la campaña de Bernie Sanders, el candidato presidencial socialista que casi derrota en Iowa a la favorita y parte del establishment político, Hillary Clinton. Sanders hace un llamado a una “revolución política” en contra de la “clase millonaria”. “Se trata de erradicar el poder corporativo, lo cual tiene mucho que ver con lo que está pasando en nuestras comunidades”, dice Rubio.
Comienzo tardío para la juventud
Seis nuevos voluntarios llegaron para trabajar en el centro telefónico que lidera Rubio en el barrio de Logan Square de Chicago. Los voluntarios ayudan, o bien a atender llamadas telefónicas para convencer a electores de ir a favor de Sanders, o bien a introducir datos en la computadora.
En su mayoría son de la generación Y, adultos jóvenes menores de 30 años, quienes han enfrentado dificultades económicas después de terminar sus estudios universitarios. Jorie Moore, de 28 años de edad, es profesora de preescolar. Entre su deuda estudiantil y gastos domésticos, Moore no puede costearse su seguro médico de 450 dólares. “Mi padre aún paga mi seguro médico. Odio que eso sea así”, dice Moore. “Es un buen seguro médico y, aun así, no cubre la parte de salud mental”, añade.
Jamie Corliss, de 23 años, es licenciada en Estudios Culturales del Columbia College. Actualmente está desempleada y tiene una deuda de 22.000 dólares.“Ya que no tengo trabajo, no puedo empezar a pagar mi deuda”, dijo Corliss. “Esta aumenta cada día”, agrega. La historia de Corliss no es inusual. Jóvenes de la generación Y suman un 40 por ciento de los desempleados en el país, según los análisis hechos por MarketWatch. Y, por si fuera poco, más del 40 por ciento de los universitarios recién graduados son subempleados, lo que significa que sus ocupaciones no requieren de sus costosos títulos universitarios.
En 2004, dos terceras partes de los graduados poseen deudas de alrededor de 30.000 dólares, según el Instituto para Acceso y Éxito Universitario (TICAS por sus siglas en inglés). Kristen DeRosier, de 27 años, tuvo que vivir con sus padres durante tres años antes de poder ir a vivir sola para poder pagar su deuda estudiantil de 40.000 dólares. “Los jóvenes están comenzando muy tarde”, dijo DeRosier. “Es muy difícil valerse por si mismo”, agrega.
El voto joven es clave en Iowa
Jacob McDermott, de 28 años, comenzó sus estudios un poco tarde. Cuando McDermott decidió estudiar ingeniería civil en la Universidad de Wisconsin-Madison, conseguir un trabajo después de graduado estaba más que asegurado. La crisis financiera llegó y el mercado laboral se desplomó. McDermott tuvo que desempeñar inusuales trabajos de cocina, así como conducir el autobús de un hotel. Le tomó tres años encontrar un trabajo en su campo.
“Yo siento que mi carrera se estancó a causa de la crisis inmobiliaria”, dijo McDermott. “Todos se estaban abrochando el cinturón o simplemente despidiendo a gente. Era un mercado laboral muy difícil”, añadió. El mensaje de Sanders ha resonado en McDermott, quien también posee una deuda estudiantil. La promesa de estudios gratuitos en universidades públicas, así como la promesa de reemplazar el sistema de seguros médicos privados por un sistema público, cuenta con una gran acogida entre muchos de la generación Y. McDermott viajó de Chicago a Iowa para apoyar a Sanders.
Si bien Clinton ganó la primera contienda de las primarias demócratas, la diferencia entre ambos candidatos es mínima. Con 74 años de edad, Sanders sería el presidente más viejo en la historia de los Estados Unidos. Y, aun así, el senador de Vermont se llevó un 84 por ciento del voto demócrata de jóvenes por debajo de los 30 años de edad en la contienda de la semana pasada en Iowa.
“No quedan dudas. Si Sanders no hubiese recibido el apoyo del voto joven en Iowa, esta carrera electoral, en mi opinión, hubiese ya acabado”, dijo Zachary Cook, profesor de la Universidad DePaul –que analiza electores de la generación Y–, a DW.
Un partido dividido
Clinton tuvo mejor acogida en Iowa entre los electores de mayor edad. Pero fue con un margen mínimo de diferencia: 58 por ciento de los electores entre 45 y 64 años de edad apoyaron a la exsecretaria de Estado, según lo registrado en Des Moines. Un 69 por ciento de los votantes mayores de 65 apoyaron a Clinton. “Sanders debe mejorar entre los votantes mayores de 30 años para poder vencer a Hillary”, dice Cook.
Ahora que se avecina las primarias de Nuevo Hampshire, el voto de los jóvenes podría tener un gran impacto en los resultados; en el estado hay 129.000 nuevos electores habilitados, quienes en 2008 eran muy jóvenes para votar en la elecciones primarias, según estudios recientes de la Universidad de Nuevo Hampshire.
“Hoy por hoy, la división de edades en la legión democrática es real”, dice Cook. “La pregunta es, si después de las primarias, gane quien gane, volverán ambos grupos a estar juntos”, agrega. En opinión de Rubio, Clinton es una “demócrata corporativa”. Según el Washington Post, la industria de servicios financieros ha proporcionado 21.4 millones de dólares a la campaña de Clinton, mientras que Sanders ha recibido 75.000 dólares del mismo sector. Rubio dijo que votaría primero por Clinton que por cualquier candidato republicano. No obstante, no es muy entusiasta con esta posibilidad.