El último chimpancé en un circo alemán
27 de marzo de 2013Si comparamos los circos de hoy con los de antaño, hay cosas que han cambiado. Hoy día ya no se exhiben en las pistas mujeres barbudas, o personas que padecían de enanismo o gigantismo, u otras alteraciones genéticas aún más extrañas. Todo ello ha pasado a ser considerado “denigrante” para las personas en cuestión, y por tanto, está prohibido. Y sin embargo, hay otros componentes de los circos que siguen igual que entonces, a pesar de que no son pocos los que lo consideran igualmente escandaloso: la exhibición y doma de animales salvajes.
En Alemania, primer país de la Unión Europea en incluir la protección de los derechos de los animales en su Constitución nacional en el año 2002, las audiencias circenses todavía pueden ver a tigres saltar a través de aros de fuego, o a elefantes sujetos por anillas de hierro con cadenas en sus patas. Las voces que se oponen a estos espectáculos son cada vez más agudas; la pasada semana, por ejemplo, una multitud se manifestó enfrente del ayuntamiento de Hamburgo para pedir la liberación de Robby, el último chimpancé propiedad de un circo en Alemania.
Representantes del circo alemán “Belly” afirman que Robby es un miembro de la familia. Pero investigaciones llevadas a cabo por expertos de la organización defensora de los derechos de los animales PETA han revelado que el hábitat que el circo tiene habilitado para Robby es demasiado pequeño y falto de instrumentos de ejercicio para que el animal de 38 años pueda llevar una vida sana. El centro de recogida y rehabilitación de primates AAP ha demadado al circo que liberen al chimpancé para enviarlo a su refugio en la localidad holandesa de Almere, donde tiene un lugar reservado para pasar los años que le quedan de vida en un entorno apropiado, enfocado en su bienestar. Pero parece que Robby sigue atrayendo una cantidad de público suficiente como para que “Belly”se resista a decirle adiós por el momento.
¿Un tema ignorado en el Gobierno?
La prohibición de animales en los circos en Alemania no es en absoluto un tema nuevo. Ya en 2003 el Bundesrat, o Consejo Federal alemán, realizó la primera propuesta de ley con este fin, pero no consiguió el apoyo suficiente para obtener éxito. Un nuevo intento se llevó a cabo en 2011, consiguiendo llevar la propuesta al Bundestag recientemente. La Bundestierärztekammer, o Cámara Federal de Veterinarios, lleva luchando en una campaña contra el uso de animales en circos desde 2010. Y ciudades como Bonn o Postdam ya cuentan con regulaciones regionales que no admiten espectáculos circenses que incluyan animales salvajes.
Es evidente que el tema causa controversia. Pero si la oposición es realmente tan fuerte, ¿por qué se siguen viendo animales en las pistas de circo? Peter Höffken, zoólogo diplomado y líder de campaña en el departamento de animales en el mundo del espectáculo en PETA Deutschland, comparte sus impresiones en entrevista con DW: “El Gobierno actual obstaculiza de forma consecuente cualquier tipo de avance en el campo de la protección de los animales. Medidas que ya debían estar establecidas desde hace largo tiempo se siguen bloqueando, como la prohibición del uso de animales en circos, de la castración de lechones sin anestesia o de la yerra de caballos.”
El 1 de febrero de 2013, el gobierno alemán realizó algunas modificaciones en la actual legislación de protección animal del país, que incluyó los tres puntos mencionados por Höffken. Se declaró la prohibición de castrar lechones y la yerra de caballos a fuego sin el uso de anestesia, aunque ambas medidas no entrarán en vigor hasta el año 2019. En cuanto a los animales de circo, la ley dice expresamente que “la exhibición de animales de determinadas especies salvajes en lugares cambiantes se podrá prohibir o restringir por ley en el futuro. Esto se aplica cuando la protección de los animales no se puede garantizar con otras normativas”.
¿El espectáculo debe continuar?
“Los deseos y demandas de las industrias y empresas que utilizan y explotan animales siempre están por delante de la protección de los animales en los ojos del Gobierno”, declara Peter Höffken. Pero en el caso de los espectáculos circenses, esto depende principalmente de la demanda de la audiencia. Siendo la oposición tan fuerte, ¿resulta rentable usar animales en el circo? “Tres encuestas representantivas en 2010-2011 confiman que dos tercios de los alemanes rechazan el uso de animales salvajes en el circo”, afirma Höffken. “La industria circense hace su negocio con esa pequeña parte de la población que no se opone a ello.”
Según el zoólogo alemán, el uso de animales salvajes espanta a dos tercios de la potencial clientela de los circos, pero la mayoría de estos negocios carecen de la capacidad y medios para cambiar su programa; de ahí que muchas empresas circenses se encuentren en dificultades financieras, se ‘estanquen' en la época invernal o cierren sus negocios. “Por otra parte, circos sin animales como ‘Flic Flac' o el ‘Cirque du Soleil' tienen gran seguimiento entre el público”, sostiene el experto.
El debate se sigue desarrollando en Alemania, un país de contrastes en lo que se refiere a protección animal. Mientras algunos ven en el país un paraíso para animales domésticos, donde mascotas como perros o caballos viven en condiciones idílicas de libertad y bienestar, otros ven partes tan oscuras como la falta de una reglamentación definitiva en el área circense, algo con lo que varios otros países europeos ya cuentan.
A pesar de ello, se observan avances. Quizás lentos en lo que se refiere a legislación, pero lo más importante es la concienciación de la gente, según Höffken: “Una gran mayoría de expertos, políticos y población alemana está en contra del uso de animales salvajes en el circo. La gente ya no ve a los tigres en la pista como un espectáculo de recreo, sino como criaturas atormentadas que obedecen a sus domadores a causa del terror que les supone. PETA sigue con su campaña de información a la gente sobre el cruel tratamiento de los animales en circos, y sobre la posibilidad de establecer prohibiciones comunales. Gracias a ello, ya son casi dos docenas de ciudades las que no permiten este tipo de espectáculos.”
Autora: Lydia Aranda Barandiain
Editora: Emilia Rojas Sasse