Elecciones 2013 - ¿De qué hablamos?
29 de agosto de 2013El retador lo tiene difícil. En principio, podría ser la persona correcta en el momento correcto. Peer Steinbrück es especialista en finanzas y conoce al detalle la carga financiera del presupuesto del país. Fue ministro de Finanzas de la "Gran Coalición" de CDU/CSU y SPD justo cuando empezó la crisis y ahora busca heredar a su antigua jefa. Quiere ser canciller. Pero el duelo parece estar desequilibrado ya que Steinbrück partió con desventaja. Comparado con la canciller de la CDU, los estudios demoscópicos le dieron un mal pronóstico, incluso desde su nombramiento como candidato.
Hay muchas razones para ello. Merkel está en el mejor momento de su mandato. Tiene a su partido bajo control y domina en Bruselas el debate sobre la deuda y el euro. La mayoría de los alemanes la respeta y la admira y desde la oposición, el SPD y Steinbrück no pueden hacer mucho. “El SPD habla sobre todo lo que va mal”, razona Christoph Moss, experto en comunicación. Pero eso no es suficiente para los electores potenciales del SPD. Y ni siquiera es el momento porque “los alemanes están muy contentos”. Los electores preferirían saber qué harían mejor Steinbrück y su partido en caso de ganar las elecciones.
Merkel y la "Agenda" de Schröder
Con la "Agenda" de Schröder, antecesor de Angela Merkel, Steinbrück y su SPD podrían haber tenido argumentos para sus electores. Sin embargo, el paquete de reformas aprobado por el ex canciller conocido como "Agenda 2010" es un tema incómodo. A juicio de los expertos, este programa es la base de la fortaleza actual de Alemania en medio de la crisis financiera. Con su implantación, fue precisamente un socialdemócrata el que inició los recortes del estado social, enfrentándose a oposición incluso dentro de su propio partido. Los aportes a las prestaciones sociales se encarecieron, el subsidio por desempleo se recortó, la jubilación se retrasó… es decir, se alivió la carga del Estado y los afectados fueron la clientela clásica del SPD. Muchos de sus miembros abandonaron el partido y a la hora de elegir se quedaron en casa.
Actualmente, el SPD tiene cargo de conciencia sobre este tema , dice Edgar Wolfrum. Este historiador de la Universidad de Heidelberg analizó la era Schröder con lupa: “El problema es que el mismo SPD se aleja de sus propios éxitos en el gobierno”, explica. Wolfrum lo llama “deslegitimación de la política ejercida entre 1998 y 2005 “. Peer Steinbrück era y es uno de los defensores de esa reforma social para la cual -como coinciden ahora los partidos- no había alternativa. Paradójicamente, tiene más apoyo entre la CDU y los liberales del FDP que en las filas socialdemócratas y ahora es Angela Merkel quien se beneficia de que el SPD fortaleciera al país de cara a la crisis.
La lucha por el centro
Las diferencias entre los programas electorales existen. El SPD exige un salario básico de 8,50 euros. La Unión Cristianodemócrata está en contra y sostiene que las partes deberían llegar a un acuerdo no regulado por un salario mínimo. En el tema de impuestos, el SPD quiere que los más ricos pasen por caja. La CDU quiere reducir las deudas del estado, gastar más y evitar aumentar la carga fiscal. Pero visto desde una perspectiva más genérica, domina una política de centro. La canciller caracteriza su programa electoral como “medida y centro”, descartando también “más cargas para los ciudadanos y para la economía”.
Con casi todos los partidos intentando conquistar el centro de la sociedad, las diferencias no acaban de perfilarse, aclara Wolfang Naike, asesor de relaciones públicas radicado en Hamburgo. Atrás quedaron los tiempos en los que se decía ”Libertad en vez de socialismo” (slogan de la campaña de la CDU en 1976). Desde el accidente de Fukushima, ya ni siquiera el debate sobre la energía nuclear genera controversias. Precisamente la otrora defensora de esta energía, Angela Merkel, fue quien aprobó el abandono de la producción de energía nuclear durante su etapa de gobierno con el FDP.
El programa se llama Merkel
Angela Merkel pisa en un terreno muy conveniente. La canciller federal no puntúa posicionándose sino manteniéndose reservada. Dice poco y lo que dice no sorprende. Controla sus emociones. “Es bastante normal”, comenta el historiador Edgar Wolfrum sobre la canciller que aspira ahora a conquistar su tercer mandato. “No destaca nada, es una buena estrategia de centro”, dice Wolfram, “con eso se puede identificar cualquiera. Es su receta para el éxito. El programa es ella.”
Gran coalición como salida de emergencia
Dependiendo de los resultados, Angela Merkel podría únicamente tropezar con su compañero de coalición, el FDP. En la mesa del gabinete, últimamente el ambiente estaba enrarecido. Y en campaña, los liberales son los primeros críticos del partido de la canciller. La CDU quiere aumentar la cuota por niño exenta de impuestos, mejorar la renta de la madres y reducir los alquileres. Para el candidato del FDP Rainer Brüderle, “son objetivos simpáticos”. Pero para su partido, “es indispensable salir de los números rojos en el presupuesto. Hemos pedido a toda Europa que pongan el freno en cuanto a la deuda y nosotros tenemos también que acatarlo”.
La confirmación de Angela Merkel en la cancillería dependería de que los liberales superen la marca del 5%. Si el FDP no lo consigue, Merkel y la CDU/CSU se quedarían como perdedores de la noche. Incluso aunque lograse resultados en torno al 40%, podría ser superada por el SPD y Los Verdes.
Curiosamente, un mal resultado del SPD podría llevar a Peer Steinbrück a la cancillería, siempre y cuando Los Verdes se mantengan en torno al 15 o el 20% en las urnas. Con un fracaso del FPD bajo el 5% y un resultado insuficiente para la coalición rojiverde (SPD y Los Verdes), solo quedaría la opción de una gran coalición, una opción poco deseada pero efectiva a la hora de aprobar medidas. Gobernar sin oposición es una salida de emergencia. Pero la combinación de Merkel como canciller y Steinbrück como ministro de Finanzas funcionó con éxito entre 2005 y 2009.
Tendencia a la abstención
Más que temer a una gran coalición, los partidos deberían temer a la abstención. Este grupo de ciudadanos –estadísticamente el más numeroso- se ha triplicado desde los años 70. Cerca del 30% de los ciudadanos con derecho a voto no lo ejercieron en las últimas elecciones generales. En las elecciones de los estados federados, se llegó a medir hasta un 40% de abstención. Y aunque al principio los más jóvenes eran los sospechosos de no ejercer su voto, nuevas investigaciones confirmaron que la abstención está presente entre ciudadanos de todas las edades.
Entre las “abstenciones duraderas” destacan muchos mayores. “Hay un desequilibrio social en los resultados electorales”, destaca Dietmar Molthagen, director de investigación social de la Fundación Friedrich Ebert, cercana al SPD. “Si un determinado grupo se excluye de la elección, sus intereses estarán menos representados”. Y por primera vez en la historia de la República Federal de Alemania, las abstenciones podrían suponer la opción más numerosa en las elecciones del 22 de septiembre.