Emil Nolde: 50 años de música coloreada
13 de abril de 2006"¿Quién conoce el azote del talento?", escribió Nolde en su autobiografía, publicada en 1920. Ese azote, como les sucedió a otros muchos artistas, arrastró a Nolde hacia su pasión en cuanto dispuso de los medios necesarios. Unas Navidades, siendo aún niño, le regalaron una caja de pinturas con las que, llamándose todavía Hans Emil Hansen, demostró poseer un don, que pronto demostraría poseerlo a él.
Nolde no dejó de pintar desde su infancia, transcurrida en una región de Schleswig-Holstein, en el norte de Alemania, que luego pasaría a pertenecer a Dinamarca. Murió con pasaporte danés, pero culturalmente nunca dejó de ser alemán. "Dinamarca me ha dado una amada compañera [su mujer Ada], Alemania la belleza de su música y de sus artes plásticas", diría Nolde en una ocasión.
La música de un cuadro
"Amo la música de los colores. Los colores son mis notas. Con ellos compongo sonidos y acordes", relataba Emil Nolde. Esa música creó obras cargas de expresividad. La naturaleza fue uno de los grandes motivos que inspiraron a Nolde: paisajes, flores, escenas marinas. Emil Nolde pintó día y noche dejando tras de sí una amplísima colección de cuadros que hoy se disputan las galerías de arte.
En 1892 se publicaron por primera vez sus acuarelas en una revista. A partir de este momento, la fama se abalanzó sobre Nolde, que en 1902 cambió de nombre con la intención de dedicarse enteramente a su profesión de pintor. 50 años después de su muerte, el 13 de abril de 1956, Nolde es considerado el representante del expresionismo más voluntarioso y entregado al arte.
Las dos decepciones de su vida
En 1906, Emil Nolde ingresó en el famoso grupo artístico alemán conocido como "Die Brücke" (El Puente). No tardó, sin embargo, en distanciarse de sus camaradas de vocación: Nolde se veía demasiado atraído por la temática religiosa como para pertenecer a un movimiento vanguardista que aspiraba a romper con todas las tradiciones.
En este periodo plasmó escenas bíblicas en 51 obras. Pero las Iglesias cristianas, tanto la evangélica como la católica, repudiaron su arte. En la exposición universal de Bruselas ambas Iglesias exigieron la retirada de todos los cuadros de Nolde y en 1911, las instituciones cristianas rechazaron su altar, profundamente religioso, titulado La vida de Cristo.
La segunda gran decepción en la vida de Nolde se la dio el nacionalsocialismo. Convencido de la validez de las teorías de Hitler, Nolde entró a formar parte en 1934 de un grupo de trabajo de ideología nazi, e incluso llegó a inmortalizar sobre sus lienzos a Joseph Goebbels, el jefe de propaganda de Hitler.
Pero en 1937 las obras de Nolde fueron catalogadas por el régimen como "arte perverso" y en 1941 Nolde recibió la prohibición expresa de dedicarse a la pintura. Los nazis persiguieron y confiscaron más de 1.000 obras de Nolde, que se vio obligado a recurrir a sus amistades para salvar sus cuadros de la destrucción. Entre 1939 y 1948, uno de sus conocidos, Christian Carstensen, escondió 129 pinturas de Nolde.
Hoy Nolde es un pintor reconocido, pese a la cristiandad y pese a sus deslices fascistas, y el mundo del arte lo recuerda en el cincuenta aniversario de su muerte.