En memoria de Helmut Schmidt
11 de noviembre de 2015Un mensaje personal hizo llegar a DW Felipe González, quien calificó a Helmut Schmidt de “un buen amigo, tal vez, la mejor cabeza económica que he conocido en la política europea”. En su nota, el ex presidente del gobierno español señala: “Pertenecía a esa generación que comprendió el significado de la caída del muro de Berlín y la oportunidad de superar la división de Alemania. Era un dirigente de inteligencia aguda y de carácter fuerte, con gran sentido del sarcasmo. En la crisis que aún perdura, el veía clara la responsabilidad del sistema financiero internacional, librado a su propia suerte, sin marcos regulatorios que hicieran previsible su funcionamiento. Decía que no era la economía real, sino la financierización de la economía global la que había producido la crisis. Pensaba que se volvería a producir y temo que tenía razón”.
“Las cosas por su nombre”
En la prensa internacional encontramos múltiples espacios de opinión dedicados a Helmut Schmidt. En una columna de El País, de Madrid, Ignacio Sotelo apunta: “Schmidt mostró toda su capacidad de arriesgarse, al mantener posiciones que consideraba indeclinables, como no aceptar nunca, aunque estuviere en juego la vida de inocentes, las imposiciones que viniesen del terrorismo. (…) Helmut Schmidt se ha distinguido por hablar claro, llamar a las cosas por su nombre, y actuar saltándose normas y convenciones, siempre que fuese imprescindible para controlar la situación. En caso de que fracasase, estaba siempre dispuesto a asumir los riesgos personales. Para ejercer el poder con eficacia, y a veces con dignidad, hay que estar permanentemente dispuesto a perderlo”.
“Encarnación de la realpolitik”
Le Figaro, de París, comenta que Schmidt fue “querido, respetado, y a veces considerado el canciller más importante del tiempo de postguerra. (…) Con él imperó la razón sobre la pasión. (…) Era la encarnación de la realpolitik”. En opinión de Lidove Noviny, de la República Checa, “la palabra leyenda se emplea tras la muerte de muchos estadistas, pero en el caso de Helmut Schmidt hay buenas razones para hacerlo. Era una crónica viva del siglo XX. (…) Como canciller, se convirtió en un símbolo de Alemania occidental que para nosotros, en la Checoslovaquia socialista, encarnaba todos nuestros anhelos”.
El periódico griego Ta Nea recuerda, por su parte, que ha muerto “el hombre que mandó al diablo a los otros europeos, porque en un comienzo no querían ayudar a Grecia en la crisis financiera”.
El padre del “modelo alemán”
La Repubblica, de Roma, considera que “si Willy Brandt llevó a Alemania a hacer las paces con el mundo, Helmut Schmidt fue el canciller socialdemócrata que convirtió a su país en la potencia económica rectora de Europa. De facto, se le debe atribuir la invención del ‘modelo alemán', como el mismo lo llamó”.
“Si bien la República Federal de Alemania contó en sus primeros años con tres cancilleres respetados a nivel mundial (Konrad Adenauer, Ludwig Erhard y Willy Brandt), Schmidt fue considerado en muchas partes como el canciller más capaz”, comenta el Washington Post. Según el periódico estadounidense, Schmidt “personificó el camino de Alemania Occidental rumbo hacia una política con fuerza para imponerse, segura de sí misma e independiente”.