Día Internacional de las Defensoras de Derechos Humanos
29 de noviembre de 2016Yolanda Oquelí, en Guatemala, fue baleada cuando se oponía a la extracción de oro en su comunidad. Máxima Acuña, en Perú, vive a 5000 metros de altura y defiende su derecho al agua. Esly Emperatriz Banegas, candidata a alcadesa de Tocoa en el Bajo Aguán (Honduras), llora el reciente asesinato de su hijo. Desde la desaparición de su esposo en 1981, Bertha Oliva Nativí lucha por el esclarecimiento de las desapariciones ocurridas en Honduras entre 1979 y 1989.
"Como ellas, hay muchas”, cuenta a DW Jimena Reyes, responsable en Bruselas de la oficina para las Américas de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH). "En América Latina hay un movimiento de derechos humanos muy fuerte, liderado en gran parte por mujeres. Lo que pasa es que hay unos niveles de violencia que llevan a que estas defensoras sean víctimas”, agrega.
En la jornada dedicada especialmente a las defensoras de derechos humanos en todo el mundo, la situación de las que provienen de América Latina se detecta como especialmente vulnerable.
"El 60% de los asesinatos de los que defienden su derecho a su tierra, al agua, al medio ambiente se dan en América Latina. De esos, el 60% son mujeres”, puntualiza Reyes.
En un informe de la FIDH, de pronta aparición, el caso de Berta Cáceres –líder asesinada en marzo de 2016- se destaca en un contexto estructural de tensiones por concesiones extractivas. "Éstas han dado lugar muchas veces a asesinatos, con complicidad de las empresas. La impunidad casi total nos preocupa mucho”, acota Reyes.
Múltiple vulnerabilidad
Por su parte, desde Londres, Glevys Rondón, directora del Latin American Mining Monitoring Programme (LAMMP) habla de la especial vulnerabilidad de las mujeres que trabajan en el campo de los derechos humanos.
"Su situación continúa siendo muy crítica, viven en una situación de vulnerabilidad muy compleja: por lo general, debido a los escasos recursos de que disponen, por ser mujeres y no ver su trabajo apoyado por su familia por dedicarse a un trabajo reservado tradicionalmente a los hombres. ¿Qué va a ser de tus hijos cuando te maten?, suelen decirles”, cuenta Rondón.
A estas vulnerabilidades se agrega que suelen vivir en zonas aisladas, donde es más difícil protegerlas y también, en el caso de las mujeres indígenas, su extracción étnica. "El prejuicio racial es muy fuerte en América Latina”, afirma Rondón.
¿Implementación?
"La mayoría de los países de América Latina han firmado los acuerdos internacionales de protección a los derechos humanos. También han aceptado, en sus acuerdos con la Unón Europea, sus directrices para la defensa y protección de los defensores. Sin embargo, junto a las corporaciones se resisten a implementarlos. Buscan la manera de no hacer la consulta previa”, sigue Rondón.
Reyes, por su parte, habla de ausencia de implementación de las medidas cautelares prescritas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. "En el caso de Honduras, la mitad de los líderes asesinados tenían medidas cautelares de la CIDH”, puntualiza.
El doble juego de aceptar tratados internacionales y luego no implementarlos lo ha detectado Rondón "en Brasil, donde se promueve el derecho a la consulta; en Ecuador, donde se habla de socializar las actividades extractivas y no de un derecho a ser consultado; en Perú, en donde se apoya a determinadas comunidades para que abandonen sus derechos colectivos; en Venezuela, en donde por decreto no se aceptará la protesta en las 112.000 hectáreas abiertas a las concesiones mineras”.
Problemas estructurales
Así las cosas, desde una UE que promueve la defensa de los derechos humanos y apoya especialmente a sus defensoras, analistas como Reyes detectan problemas estructurales.
"Gran parte de la cooperación internacional va al sistema de justicia, en línea de capacitación. Pero esta cooperación no pone el dedo en la falta de voluntad de avanzar en las investigaciones, tampoco en el tema de la imparcialidad cuando se dan casos de criminalización indebida de defensores”, agrega.
Y el ejemplo no tarda en venir a su cabeza: "Bertha Oliva, acusada sin razón de pertenecer al crimen organizado”. Rondón, por su parte, recuerda el caso de "Yolanda Oquelí, acusada de alcoholismo cuando no se bebe ni una cerveza y que, rechazada por su comunidad, no puede permanecer mucho tiempo en ningún sitio porque vienen a matarla”.