Energía atómica, el límite de la amistad con Macron
11 de mayo de 2018Debido a varios retrasos, los estudiantes tuvieron que esperar largo tiempo para que llegara el presidente francés, Emmanuel Macron. Pero cuando finalmente arribó y entró en la sala de conferencias más grande de la Universidad Técnica de Aquisgrán, cerca de 1.000 estudiantes e invitados lo recibieron con ovaciones. Macron tuvo la sala de su lado, por lo menos hasta que una alumna formulara la primera pregunta del encuentro. Entonces, el ambiente en la sala–según dijo una estudiante al cabo del evento– fue más cercano al de un mitin de Macron en la campaña electoral francesa que al de una visita de cortesía al extranjero. Y no era para menos: los estudiantes estaban interesados en el programa del presidente, y el presidente, obviamente, interesado en buscar seguidores, incluso en el extranjero.
Macron jugó de local
A pesar de ciertas dificultades, sus oponentes más acérrimos no se hicieron sentir en la audiencia; todo funcionó acuerdo a lo planeado. Su campaña por una Europa fuerte, por valores comunes como el legado de la Ilustración, "la combinación única de libertad e igualdad en Europa", fue claramente del agrado del público, que reiteradamente aplaudió las respuestas de Macron.
El momento de las preguntas fue más un partido en campo propio para el exestudiante de filosofía que un intercambio intelectual y debate público sobre su política; Macron fue celebrado por los presentes como actualmente no se celebra a otros líderes internacionales. "Él es el único estadista en Europa que trata de marcar la diferencia", aseguró Anna, una estudiante de arquitectura de 21 años. La campaña de Macron por una eurozona, además de su escepticismo sobre las nuevas rondas de ampliación de la UE, fue bien recibida por ella.
La "Universidad Europea" de Macron
¿Y qué dijo el presidente sobre el futuro del lugar con el que obviamente se siente tan cómodo, el lugar tradicional de creación de conocimiento y mediación? Cuando se le preguntó, Macron esbozó el panorama de un paisaje universitario europeo competitivo. Ya en su discurso a los estudiantes de la Sorbona de París en septiembre de 2017, Macron había presentado el plan de una "Universidad Europea": para 2024, se debería crear una red de hasta 20 "universidades verdaderamente europeas". Un plan que Macron intentó concretizar en Aquisgrán.
No se construirán nuevas universidades a cuya entrada se les adhiera la etiqueta de "Universidad Europea", explicó Macron, quien abogó por asociaciones de departamentos de diferentes países. Ya sea filosofía, matemáticas o economía, la fusión de universidades de alto rendimiento "de tres, cuatro Estados" podría crear una universidad europea con el peso crítico necesario para la investigación de vanguardia. "¿Por qué tantas universidades estadounidenses y chinas tienen tanto éxito hoy en los rankings?", preguntó Macron, quien se respondió a sí mismo: "Porque tienen el tamaño necesario".
También Angela Merkel se ha percatado de la idea de Macron de una universidad europea. En su discurso de concesión del Premio Carlomagno unas horas antes, mencionó explícitamente el concepto, el cual sigue siendo en gran medida inconcreto.
Sin promesas concretas
Al término del evento, mientras muchos estudiantes se subieron al podio en busca de selfies, los cuales Macron dio voluntariamente con mucha paciencia, otros hicieron un balance del encuentro en el vestíbulo. Y en muchas discusiones se escuchaba el mismo tema: la posición de Macron sobre la central nuclear belga Tihange. "Es un político agradable, un muy buen orador", dijo el científico informático Tom de 21 años. "Sin embargo, la respuesta sobre Tihange fue muy decepcionante para mí", agregó.
Tihange 2 es el nombre de un reactor belga cerca de Aquisgrán. Durante años, un gran número de personas en la región fronteriza ha estado pidiendo su cierre porque consideran que las miles de pequeñas grietas en el reactor son un riesgo de seguridad incalculable. El foro de expertos atómicos Inrag declaró recientemente que Tihange viola las normas de seguridad reconocidas internacionalmente.
Muchos estudiantes esperaban apoyo de Macron en este asunto, después de todo, el Estado francés posee el 20 por ciento de las acciones del operador belga. Pero los adversarios del uso de energía nuclear quedaron decepcionados. El visitante de París respondió con un feroz alegato a favor de la seguridad de la tecnología de la planta de energía nuclear francesa y atacó frontalmente contra la central eléctrica de carbón alemana, que produce CO2 mucho más dañino en contraste con la energía nuclear. Y así, al final, para muchos estudiantes, la conclusión fue: un presidente simpático, pero cuando se trata de algo en concreto, Alemania y Francia a menudo simplemente tienen intereses diferentes.
Autor: Andreas Noll (few/eal)
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