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Energía: cumbre a contracorriente

Pablo Kummetz2 de julio de 2007

La cumbre energética alemana, que tiene lugar este martes, ha desatado las iras de la industria. ¿Una buena señal para el clima?

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Energía: ambiciosos planes.Imagen: AP

Este martes (03.07.07) tiene lugar la tercera cumbre energética de Alemania. Se trata, como ya en las dos anteriores, de armonizar la seguridad del abastecimiento energético con sus aspectos económicos y la protección del medio ambiente. Pero ahora parece que el Gobierno está cansado de discusiones y quiere pasar a la práctica. Ello ha desatado la ira de sectores económicos que se sienten afectados por los planes.

El Gobierno aspira a aplicar un amplio paquete de medidas en consenso con el sector privado. Se ha propuesto redoblar la producción combinada de calor y electricidad, aumentar la eficiencia en el uso de la energía —en particular en los hogares, por ejemplo con prescripciones relativas al uso de lamparillas y aparatos eléctricos de bajo consumo— y mejorar el aislamiento térmico de los edificios.

También está previsto modificar las proporciones en el mix energético, abandonando paulatinamente las energías de origen fósil y recurriendo más a las energías renovables, sobre todo la biomasa, la eólica y la solar. Los planes van hasta el 2020 y serán evaluados periódicamente, para modificar el rumbo si es necesario.

El estalinista económico

Los instrumentos de política energética apuntan sobre todo a soluciones a través de subvenciones a las energías renovables, que las hacen más baratas, pero también a prohibiciones y prescripciones. En el sector de la energía atómica, Alemania ha tomado ya un claro rumbo hacia su abandono, habiéndose fijado fechas y plazos vinculantes para cerrar las centrales nucleares que aún funcionan.

Mientras tanto, representantes de primera plana del sector privado alemán han acusado al Gobierno de exagerar con los objetivos energéticos, no excluyendo un fracaso de la cumbre. Los nervios parecen estar al descubierto. Portavoces del sector privado se han manifestado airados por las declaraciones del ministro de Medio Ambiente, Sigmar Gabriel (socialdemócrata), que calificó de “estalinista económico” al director de BASF, Jürgen Hambrecht, por las críticas de éste a la política energética del Gobierno.


“La Canciller Federal debería decirle al Sr. Gabriel quién fija los lineamientos políticos, no él, sino Merkel“, exigió el presidente del directorio del consorcio energético Vattenfall, Klaus Rauscher. El director de Thyssen-Krupp, Ekkehard Schulz, recordó que el Gobierno invitó a discutir al sector privado y que por ello “los argumentos de las empresas deben ser escuchados y no difamados calificándolos de estalinismo económico”.

El bolchevique ecológico

Para no ser menos, el jefe del grupo de expertos económicos democristianos/socialcristianos, Michael Fuchs, llamó por su parte a Gabriel un “bolchevique ecológico”. “Su política hace subir desmesuradamente el precio de la electricidad para los hogares y la industria, poniendo en peligro puestos de trabajo”, agregó.

Wulf Bernotat, director de EON, otro consorcio energético, que también participa en la cumbre, dijo que los planes del Gobierno carecen de “equilibrio, raciocinio y realismo”. Bernotat llamó al Gobierno a reflotar la técnica atómica. Las centrales nucleares deben ser utilizadas “por lo menos como tecnología puente” por el tiempo que sea necesario hasta que la corriente ecológica pueda ser generada a costos sensatos y las centrales carboeléctricas trabajen en forma limpia, agregó.

Las disposiciones ya aprobadas por el Gobierno y el Parlamento prevén que todas las centrales atómicas alemanas deben cesar de funcionar en el 2021, cerrándose una tras otra, de acuerdo con su antigüedad. Como se ve, la cumbre energética puede transformarse en una debacle y serán necesarias nuevamente todas las artes conciliatorias de la Canciller Federal para aplacar los ánimos y llegar a una solución concertada. Que sabe cómo hacerlo, ya lo probó en la reciente cumbre de la Unión Europea.