Los derechos de las mujeres: clave para la justicia social
26 de enero de 2021Es feminista y es venezolana. Es una de las que decidió quedarse en el país y seguir luchando por los derechos de las mujeres. Muy especialmente por los derechos reproductivos y de salud.
Sabe de dificultades, y no menos, de sortearlas. Magdymar León es psicóloga, coordinadora de AVESA, Asociación Venezolana para una educación sexual alternativa, desde donde brinda apoyo a víctimas de violencia sexual, y también es profesora universitaria de teoría feminista.
DW: ¿Cuál es la situación de las mujeres hoy en Venezuela?
Magdymar León: Hemos tenido un retroceso de 100 años en cuanto a los derechos de las mujeres venezolanas, yo lo resumo así.
Todo lo que en su momento se logró en relación a las mujeres, va hacia atrás de una manera impresionantemente acelerada
¿Por qué? ¿En qué aspectos se refleja esta situación?
Cada vez somo menos mujeres en la vida pública. Está bien visto que la mujer se quede en casa, no el hombre.
Y se ha puesto el centro más bien en promover la maternidad. El presidente (Nicolás) Maduro ha dicho textualmente: "¡A parir pues, a parir! ¡Todas las mujeres a tener seis hijos!¡Que crezca la patria!" Esos son sus mensajes.
Una cosa que yo nunca había visto en Venezuela, en mis 50 años de vida, es que se hiciera una selección por sexo de quién va a la escuela y quién no.
Por la situación de pobreza, estamos viendo en algunos sectores que hay una selección por sexo en las propias familias de quién accede a la educación. Siempre en atención a la cultura patriarcal y en detrimento de las niñas.
Usted se ocupa especialmente de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. ¿Cómo es la situación en este ámbito?
Aquí el retroceso se ve en la imposibilidad de las mujeres de controlar su reproducción, es decir, de ejercer una autonomía reproductiva que permita decidir cuántos hijos e hijas tener. Y por tanto, de tener la posibilidad de elegir con libertad un proyecto de vida.
El acceso a los métodos anticonceptivos está fuertemente limitado en el país. En un estudio que hicimos recientemente en el Estado de Miranda, el 80 % de las mujeres reveló que no quiere tener hijos. Pero no tienen acceso a métodos para evitarlo.
Por otro lado, las mujeres están desbordadas con tareas de cuidado, más aún durante la pandemia. Y esto en un contexto en que para preparar una simple arepa para el desayuno, muchas mujeres tiene que cocinar con leña porque no tienen servicio de gas, con lo cual todo requiere muchísimas más horas.
Sabemos que muchas mujeres dedican 12 horas diarias a estas tareas. Entonces: ¿en qué tiempo van a acceder a una actividad de capacitación, por ejemplo? Menos aún si no disponen de electricidad ni de internet.
Pero las causas de esta situación no son solo económicas.
No, claro, Venezuela tuvo momentos de bonanza económica. Evidentemente no se hicieron las inversiones necesarias, ni las políticas públicas fueron las adecuadas, y hemos tenido como resultado una debacle económica.
Pero esto no se resuelve meramente en el ámbito económico: aquí hay que hacer modificaciones sustantivas y estructurales en toda la política.
¿Cuáles deberían ser las primeras medidas para cambiar esta situación?
Definitivamente el Estado tiene que hacer algo con el tema de los cuidados. Es urgente que se desarrollen políticas publicas de cuidado y que además se promuevan políticas públicas en el tema de salud sexual y salud reproductiva.
Sin garantía de los derechos de las mujeres no hay manera de salir de la crisis. En la medida en que aumentan las brechas de género, pues nos hundimos todos más.
Es decir, el respeto de los derechos de las mujeres está estrechamente relacionado con el grado de justicia social en el país.
Por supuesto. Realmente es preciso garantizar los derechos de las mujeres para poder hablar de justicia social. Si los derechos no son garantizados, las inequidades se profundizan. La garantía de derechos es básica para la justicia social y para la democracia. Lo que hay en Venezuela es injusticia social.
¿En este marco, cómo está el movimiento de mujeres?
Muy golpeado. Muchas organizaciones de gran trayectoria han tenido que cerrar. Y a las organizaciones que nunca hemos estado alineadas con la política del gobierno nos ha costado muchísimo la supervivencia. Es un contexto bastante hostil.
¿Ve también signos de esperanza?
Lo que veo positivo es algunas venezolanas estamos en el país y nos queremos quedar, y poco a poco, estamos construyendo y experimentando nuevas formas de organización. Creo que hay como una conciencia distinta, un momento de mayor madurez.