Nuevo destino turístico para drogadictos
8 de enero de 2010La República Checa es conocida por su política liberal en el consumo de estupefacientes. Ahora Praga ha ampliado incluso más la libertad de portar y consumir una dosis personal de drogas más fuertes. Así que los checos no sólo pueden ahora llevar y consumir en su bolso o bolsillo 15 gramos de marihuana, 1 gramo de cocaína y 1,½ gramos de heroína, tres veces más que lo permitido en los Países Bajos, sino también 4 tabletas de ecstasy y 5 de LSD o dietilamida de ácido lisérgico, una droga psicotrópica semisintética.
Ya algunos en Praga ven venir tiempos paradisíacos, para la cuenta bancaria, como Martin Kmoch, propietario de una discoteca abierta tras la Caída del Muro de Berlín, y en la que se levantan verdaderas polvaredas de humo de marihuana. "Nuestro club fue abierto exclusivamente para el consumo de estupefacientes. Con la nueva ley nuestros clientes podrán relajarse como es debido," dice Kmoch a Christina Janssen, corresponsal de la radio alemana Deutschlandfunk. Hay incluso otros a los que esa "nueva libertad" no les es suficiente y quisieran la legalización total del porte y consumo de drogas.
100% guerra antidrogas y 50% tolerancia con consumo no riman
Mientras esto se da en plena Europa, el Gobierno colombiano del Presidente Álvaro Uribe promulgó el acto legislativo N° 02 del 21 de diciembre de 2009, con el cual se prohíbe el porte y consumo de sustancias estupefacientes o sicotrópicas, y se establece atención médica para los adictos. Esto no tuviera ninguna trascendencia si Colombia no fuera el principal productor de cocaína y no fuera el país en donde se libra, desde hace 3 décadas, una de las "guerras contra el narcotráfico" más sangrientas del mundo. Con la abolición de la "dosis personal" del 2009, Colombia tumba la despenalización decidida en 1994 por la Corte Constitucional.
"Si avanzamos en el equilibrio ético de sancionar la dosis personal de droga, frenamos el crecimiento de adictos y el crecimiento de consumidores", es el argumento de Uribe expuesto en la página virtual de la presidencia de la República, quien además añade que "no es comprensible que un país que ha derramado tanta sangre, que está dando esta lucha (contra el narcotráfico), al mismo tiempo sea permisivo frente al consumo". Una cuestión de principio para el Gobierno de Uribe que en la última década ha incautado 10 mil bienes a los narcotraficantes y que durante sus dos períodos de gobierno ha extraditado a más de 1.000 sospechosos de narcotráfico y delitos conexos a Estados Unidos, pero también a Europa.
Comercio ilegal y consumo legal: ¿y el problema social?
Ladislav, un estudiante checo de 26 años, vive lejos de esos problemas del narcotráfico en la lejana y surreal América Latina. Él disfruta ahora su "cacho" o "porro" de marihuana legal y plácidamente en una de las barras del club de Praga.
Para las autoridades checas el problema del consumidor es uno de salud y no de criminalidad. "La ley ha proporcionado claridad jurídica", dice Jakub Frydrych, director de la Oficina Antidrogas de la República Checa: "Mientras la dosis personal se permite, la producción sigue siendo ilegal, así como el negocio, independientemente de las cantidades."
Pero si la intención fuera velar por la salud de la juventud checa el psicólogo Ivan Douda no estuviera tan desilusionado. Él fundo hace 20 años la ONG Drop in que atiende a drogadictos en Praga. Para Douda, la liberalización del consumo de estupefacientes es una decisión equivocada. "Es evidente que la policía no tiene la más mínima capacidad de vigilar ni el narcotráfico ni el consumo. Por eso lo mejor sería que el Estado concentre sus recursos en la prevención", dice Douda.
Y es justo aquí en donde está una de las diferencias con Holanda. La República Checa invierte sólo céntimos comparado con los millones de euros que Holanda destina a la prevención del consumo de estupefacientes.
Entretanto, los hogares para toxicómanos en Praga no pueden atender a la cantidad de jóvenes y adultos convertidos en indigentes tras, a menudo, 20 años de carrera en la drogadicción. Tomas, de 31 años, por ejemplo, acaba de pagar 20 meses de cárcel por delitos generados por el consumo de heroína. Y hoy, a pesar de temperaturas bajo 15 grados, no tendrá un techo donde dormir. Los voluntarios de Drop in reparten sopa, vitaminas y jeringas. Por lo menos así, se frena el contagio con virus como el VIH.
A pesar de su estado, Tomas se alegra de que la República Checa promueva el intercambio con drogadictos de todos los países, por lo menos de los vecinos, como Alemania, Polonia, Hungría y Eslovaquia, en donde rigen leyes más severas de posesión de drogas.
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Turismo de narcodependientes
Así que ahora el anuncio de un viaje a Praga puede adquirir la misma connotación que ya tenía cuando un joven alemán en los años 70, 80 y 90 decía con cierta picardía que iba a emprender una excursión a Ámsterdam. Desde luego que la visita no le valía a Van Gogh sino a los "Coffee Shops" de venta de marihuana.
Alemania tiene una historia de décadas con el llamado "turismo de la droga". Los narcodependientes cruzan la frontera de Renania del Norte-Westfalia para aprovisionarse en el inmenso mercado de drogas en que se convirtió Holanda desde la legalización del consumo mínimo en la década de los 70. Entre Aquisgrán, en Alemania y Emden, en Holanda, hay todo un sistema de rutas para el transporte y comercio ilegal de marihuana, cocaína y drogas sintéticas. Las drogas son traídas a la frontera alemana por diferentes vías desde Ámsterdam y Rotterdam a Limburg y Brabant, para entrar a Alemania por la Cuenca del Ruhr, desde donde se reparten hacia todo el país.
Los alemanes son los mejores clientes de los narcotraficantes holandeses. Holanda dejó de ser hace mucho tiempo una mera estación o expendio de marihuana. Los Países Bajos son el mayor mercado productor de drogas de Europa, seguido por Polonia. Según cifras de la Bundeskriminalamt, la Oficina alemana para la Investigación de Delitos, Holanda produce anualmente mil millones y medio de tabletas de ecstasy y grandes cantidades de polvo de MDA (metilendioxianfetamina), un precursor con efectos neurotóxicos.
Con la dosis personal los estupefacientes llegan para quedarse. El caso holandés demuestra que la "liberalización" del consumo de drogas, así sea sólo la dosis personal, puede convertirse en la base para el establecimiento de la producción y comercio nacional de estupefacientes. Si Holanda estuviera en otro continente, se hablaría muy rápido del riesgo de convertirse en un "narcoestado".
Prohibicionistas versus permisivos
La experiencia de Alemania con las políticas especialmente "liberales" o "permisivas" de algunos de sus vecinos es larga y amarga. La práctica de la dosis personal de drogas en Holanda muestra un hecho: 40 años de permisividad han convertido el país en un centro europeo de la producción de drogas y en un destino favorito de drogadictos extranjeros protegidos por Schengen.
Aunque estos argumentos no sean suficientes para refutar los de los "antiprohibicionistas", lo cierto es que lo que muchos necesitan no es una dosis personal, sino una de personalidad.
Autor: José Ospina Valencia
Editor: Enrique López Magallón