Escándalo en el Eurogrupo
9 de julio de 2007En un acto bastante singular, el presidente francés relegó al papel de comparsa a su ministra de Finanzas, Christine Lagarde, y se invitó a sí mismo a una reunión del los 13 ministros del Eurogrupo a la que normalmente sólo asisten los titulares de Economía y Finanzas de la UE.
En la historia de la UE sólo se registró algo similar en 2004, cuando a un Consejo de Economía (ECOFIN) acudió el primer ministro conservador italiano Silvio Berlusconi, si bien en ese caso éste ocupaba simultáneamente la cartera del ramo.
Poderosamente la atención llamó también en la UE el anuncio de que Francia mantendrá su déficit público este año y el próximo en un 2,5 por ciento del PIB, es decir, al mismo nivel que en 2006, y que no apunta a equilibrar el gasto público sino hasta el 2012.
Con ello, Sarkozy pasa por alto el compromiso asumido en el pasado abril por los 13 países miembros de la zona del euro de reducir el nuevo endeudamiento en un 0,5 por ciento anual, para lograr un equilibrio presupuestario a más tardar en el 2010.
La explicación de ello es que Francia se ha propuesto aplicar un programa de reavivamiento de la economía a través de medidas fiscales, que le costarán al Estado en 2008 unos 11.000 millones de euros y entre 13.000 y 15.000 millones a partir del 2009.
Planteamientos heterodoxos
Por si fuera poco, Sarkozy también ha puesto en tela de juicio la aplicación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) para Francia. El presidente francés propuso celebrar una cumbre de jefes de Estado y Gobierno para después del verano, a efectos de analizar la política económica de la UE.
A continuación criticó lo que denominó la “sobrevaluación del euro frente al dólar” y exigió más poderes para el Eurogrupo, hasta ahora un cónclave “de reflexión” de tipo “informal”, para que ejerza un “contrapeso político” al Banco Central Europeo (BCE). Toda una herejía en una UE que hasta ahora ha defendido a capa y espada la independencia del Banco Central Europeo.
Las exigencias de Sarkozy no han caído bien en la Comisión Europea. Su comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, defensor de la ortodoxia en cuestiones económicas y monetarias, manifestó estar “muy preocupado” por la ofensiva intervencionista del presidente francés.
Las ideas de Sarkozy no dejaron impávido tampoco al presidente del BCE, el también francés Jean-Claude Trichet, presente en Bruselas, quien ve cómo el presidente francés pretende erosionar políticamente la independencia del banco emisor europeo.
Ante la arremetida de Sarkozy, Bruselas no se quedó callada: la presidencia portuguesa de los 27 le advirtió que hay ciertas “líneas rojas” que no se puede traspasar, tampoco cuando se es presidente de Francia.
Extrañeza en Alemania
Alemania ve también con extrañeza la ofensiva francesa. La principal economía de la eurozona no está dispuesta a aceptar que Sarkozy aplique su terapia de “choque fiscal”, que a largo plazo puede acabar con las reglas del PEC.
En todo caso, el nuevo “patriotismo económico” francés alarma enormemente a Bruselas. Después de las posiciones nacionalistas de Gran Bretaña y, sobre todo, Polonia en la última cumbre, ello podría dar nuevo empuje a las tendencias centrífugas en la Unión. Si bien el proteccionismo y estatismo es nada nuevo en Francia, ha sorprendido la virulencia de la posición de Sarkozy.
El secretario británico del Tesoro, Alistair Darling, fue terminante y calificó al patriotismo económico francés de “una forma de neoproteccionismo”.
Otra de las escaramuzas que se han abierto oficialmente en este Eurogrupo es el de la sucesión del actual director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), el español Rodrigo Rato. Por tradición, el director del FMI es un europeo. El presidente francés propuso para el cargo al también galo Dominique Strauss-Kahn, ex ministro socialista.
Berlín, sin embargo, no desea que sea un francés quien ocupe ese alto cargo. Actualmente, aparte de Trichet al frente del BCE, otro francés, Pascal Lamy, ocupa el puesto de director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC). El mundo visto por Sarkozy es francés. Y ello no es del gusto de todos.