Comunes e impunes
21 de marzo de 2012John Tirman es director ejecutivo y uno de los principales investigadores del Centro de Estudios Internacionales del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Tirman es autor, coautor y editor de una docena de libros sobre política internacional. Uno de ellos es The death of others: the fate of civilians in America’s Wars (La muerte de los otros: la suerte de los civiles en las guerras estadounidenses), publicado en 2001 por la Universidad de Oxford.
Deutsche Welle habló con él sobre Robert Bales, el soldado estadounidense que masacró a numerosos civiles afganos a mediados de marzo. A su juicio, situaciones como esta son comunes y tienden a quedar impunes.
Deutsche Welle: Robert Bales está preso en una cárcel militar de Estados Unidos, esperando a que se le enjuicie. ¿Cómo ve usted este caso?
John Tirman: La cuestión de las muertes de civiles adquiere prominencia en los medios informativos cuando ocurren atrocidades como la de la semana pasada, cuando este soldado asesinó a dieciséis personas en Afganistán, incluidos nueve niños. No hay duda de que se trata de un incidente lamentable, pero yo quisiera destacar que esta no es la manera en que la mayoría de los civiles muere en el contexto de las guerras. Lo más típico es que muchos más civiles mueran durante operaciones consideradas rutinarias, como las inspecciones de hogares, controles de carreteras, bombardeos aéreos, ataques de artillería y otras por el estilo.
El Secretario de Defensa de EE UU, Leon Panetta, ha dicho que Bales puede ser condenado a muerte. Pero, ¿cómo maneja el Gobierno estadounidense los casos en donde son grupos de soldados y no individuos los que asesinan a civiles inocentes?
Nosotros tenemos una cultura de la inmunidad. Considerando la escala de la masacre en cuestión, no son muchas las personas a las que se les ha pedido que rindan cuentas. A mis ojos, Estados Unidos es responsable por la muerte de 200.000 civiles en Irak. Los militares estadounidenses suelen describir sus operaciones como si sólo tuvieran en la mira a terroristas e insurgentes. Cuando un incidente sale a la luz, muy pocas veces reconocen que se ha asesinado a civiles o a muchos civiles, en comparación con el número de insurgentes caídos.
Como muestra, un botón: la masacre de Haditha, que tuvo lugar en la provincia iraquí de Anbar en 2005. El primer informe de los marines estadounidenses reportó la muerte de quince civiles durante el bombardeo de una carretera perpetrado por insurgentes. En realidad, 24 civiles habían sido asesinados por los marines, mientras que el bombardeo de la carretera a manos insurgentes sólo le causó la muerte a un soldado estadounidense. Ese caso revela la manera rutinaria en que los militares deforman la información sobre las víctimas de un conflicto.
Y yo pongo énfasis en ese ejemplo porque, a estas alturas, ya sabemos lo que en realidad sucedió. Pero, la mayoría de las veces, no tenemos más información que la que nos ofrecen los militares. Lo que ocurrió realmente en Haditha sólo se dio a conocer porque un grupo de derechos humanos iraquí le dio pistas a un reportero de la revista Time que escribió sobre el asunto más tarde.
Pero el asesinato de civiles no siempre queda impune. Calvin Gibbs, el sargento que lideró un comando que asesinó a civiles afganos hace dos o tres años, fue enjuiciado y condenado a cadena perpetua por una corte militar estadounidense.
En lo que respecta a la atribución de culpabilidad, de responsabilidad penal, en casos como este, eso casi no existe. A excepción de las raras ocasiones en que se comete una atrocidad como el reciente asesinato de civiles en Afganistán. Aún en el caso de la masacre de Haditha, nadie irá a la cárcel por el asesinato de los 24 civiles. Recordemos cómo se desarrolló ese incidente: varios marines estadounidenses fueron lanzando granadas dentro de las casas y disparando, cuando no había evidencia alguna de que en ellas se estuvieran escondiendo insurgentes.
Casi todos los que fueron asesinados eran inocentes; ellos estaban lejos de ser insurgentes. De ahí que cupiera esperar consecuencias de este caso, que recibió una cobertura mediática considerable y estuvo tan bien documentado; el fue investigado por la marina y otras instancias de las Fuerzas Armadas estadounidenses. Pero con todo y eso, nadie ha sido señalado como responsable de lo que pasó en Haditha.
¿A qué se debe eso?
Muchas veces, lo que los defensores de los soldados alegarán es que ellos estaban operando en el marco de las reglas de enfrentamiento. Y las reglas de enfrentamiento son muy amplias. De hecho, las reglas de enfrentamiento constituyen información clasificada, ellas no han sido publicadas. Esas reglas informan a los soldados cuando la fuerza letal es admisible. Cuando quiera que un soldado se sienta amenazado –no necesariamente bajo fuego, pero en peligro de que se le dispare–, tiene permitido disparar a matar. Y el foco de su fuerza letal incluye a cualquiera que pueda ser percibido como una amenaza, independientemente de que esté portando un arma de fuego o no.
¿Es por eso que hay tantas víctimas civiles en la guerra?
A lo que acabo de describir hay que agregar la actitud de los militares frente a los civiles, otro problema. Como hemos visto en los sondeos realizados dentro de la institución militar, los oficiales y los soldados tienen actitudes muy hostiles hacia los civiles. Por ejemplo, un tercio o más de los marines en Irak veían a los iraquíes como si todos simpatizaran con los terroristas. Si usted va a la guerra con semejante actitud, puede estar seguro de que habrá tragedias.
Yo sí creo que hay muchos oficiales y soldados que se comportan apropiadamente. Y no quiero echarle la culpa a todos en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, porque yo pienso que buena parte de ellos intenta hacer lo correcto. Procuran diferenciar a los civiles de los combatientes e intentan actuar comedidamente. Pero, por otro lado, en la guerra estás tratando con muchos reclutas que no están particularmente bien entrenados, jóvenes sin educación secundaria, entrenados para matar y no para mantener la paz.
Y, al mismo tiempo, estos reclutas se enfrentan a muchos problemas, a muchas frustraciones y al trauma psicológico que trae consigo el hecho de estar estacionado repetidamente en Afganistán o en Irak. Hay muchas presiones sobre sus hombros. Yo tampoco quiero eximirlo de responsabilidades, pero hay muchas presiones sobre los soldados que contribuyen a que en los conflictos hayan víctimas civiles.
¿Cuál es la mejor manera de proteger a los civiles?
No yendo a la guerra.
Autores: Dennis Stute / Evan Romero-Castillo
Editor: Pablo Kummetz