Estonia: décimoséptimo miembro de la eurozona
21 de diciembre de 2010Uno de los regalos más apetecidos esta navidad en Estonia es una bolsita de plástico con 42 monedas de euro, por un valor de 12,79 euros. El Gobierno puso en circulación 600.000 de estos kits antes de la introducción oficial de la moneda. Ésto con el fin de que 1,3 millones de ciudadanos puedan prepararse para el euro como sucesor de la corona, la moneda nacional.
La economía del pequeño Estado báltico parece estar preparada para este cambio. “En cuanto a la disciplina presupuestaria este país es un ejemplo”, dijo Olli Rehn, comisario Asuntos Económicos de la Unión Europea (UE) el verano pasado. De la misma forma opina Maren Diale-Schellschmidt, gerente de la Cámara de Comercio Báltico-Alemana. “Los habitantes de Estonia lograron un fundamento sólido para el euro”, dijo Diale-Schellschmidt.
De hecho, el país báltico cumple de forma soberana con todas las condiciones para la adopción del euro, como no lo hace ninguno de los otros 16 que ya tienen la moneda única luego de la crisis financiera y medidas severas de ahorro.
El déficit fiscal de Estonia asciende sólo al 1,7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), y su deuda pública a un 7,2 por ciento del PIB anual. La tasa de inflación, sin embargo, creció recientemente a cinco por ciento. Esta cifra es relativamente alta en comparación con el nivel europeo.
Fuertes medidas para un propósito común: el euro
En el 2007, los estonios estuvieron a punto de lograr la adopción del euro, pero debido a su alta inflación su proyecto fracasó. Desde ese entonces, los ciudadanos del Estado más exitoso a nivel económico en el Báltico han logrado con mucha calma la meta propuesta.
Luego de muchos años de ser denominada como una “economía tigre”, las cifras de crecimiento de dos dígitos se desplomaron en caída libre por la crisis financiera mundial del 2008. El PIB sufrió un retroceso del 5,1 por ciento; en el 2009 esta cifra fue del 13,9 por ciento.
En vez de frenar esta caída con una devaluación de la corona ligada al euro, el Gobierno liberal del Primer Ministro Andrus Ansip decidió adoptar en cambio fuertes medidas de austeridad. Los salarios de los empleados del sector público fueron recortados en un 20 por ciento. En el sector privado el recorte fue de un 40 por ciento. La tasa de desempleo se duplicó a cerca de 15 por ciento.
A diferencia del vecino país Letonia o de Grecia, la ciudadanía no protestó en contra de las medidas adoptadas. “Al parecer tenemos los tranquilos genes escandinavos”, dijo Maris Lauri, economista jefe de la filial del banco Swedbank. La meta de la introducción del euro desde la incursión a la UE en el 2004 también jugó un rol importante. “Fue una fuerza adicional a las medidas de ahorro”, dijo Lauri.
Temor de escépticos y adversarios
Entre tanto, la economía estonia volvió a funcionar en pleno. En octubre de 2010, las exportaciones crecieron en un 47 por ciento en comparación con el año anterior. No obstante, en la cotidianidad se percibe poco la emoción de la adopción de la nueva moneda.
En las encuestas se disputan el primer lugar los partidarios del euro y sus adversarios. Junto con el temor a un aumento de los precios, el momento de la transición de la moneda es una de las razones del escepticisismo del euro.
“Apenas hace 20 años nos liberamos de la desmoronada Unión Soviética. Ahora nos vinculamos a una desmoronada unión monetaria”, dijo el adversario del euro, Martin Helme. Él ve que se acercan tiempos oscuros para Estonia. “Sobre todo vamos a tener que pagar las deudas de otros”, dijo Helme.
Autora: Cristina Mendoza Weber / dpa
Editor: Enrique López