Europa confía en el Sí de los españoles
17 de febrero de 2005España abrirá este domingo la temporada de los referendos sobre la futura Carta Fundamental de la Unión Europea. Y no es casual que haya asumido ese papel de pionero. Sobre todo porque, a diferencia de lo que ocurre en Francia, donde el resultado se prevé reñido, o en Gran Bretaña, donde podría ser francamente adverso al proyecto constitucional, se da por sentado que la consulta popular arrojará un arrollador Sí.
Respaldo alemán
El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quiso ser el primero en convocar a la población a las urnas para emitir una señal simbólica: Madrid vuelve a insertarse en cuerpo y alma en el cauce de la integración, dejando atrás la época en que el gobierno de José María Aznar prefería coquetear con Washington. España recupera pues su sitio en la "vieja Europa", junto a los tradicionales motores políticos de la UE: Francia y Alemania.
En un ambiente marcado por un claro espíritu europeísta, Rodríguez Zapatero no tiene motivos para preocuparse por el referéndum del 20 de febrero, máxime cuando también el opositor Partido Popular promueve el voto favorable a la Constitución Europea. No obstante, el apoyo nunca está demás. El canciller alemán, Gerhard Schröder, viajó por lo tanto a Zaragoza para subrayar una vez más la importancia de lo que está en juego, destacando que la futura Constitución dará más capacidad decisoria a la Unión Europea y contribuirá a que "nuestro continente jamás vuelva a vivir una guerra".
Núcleo español
El proyecto constitucional de la UE resultaría inconcebible sin España, indicó el jefe de gobierno de Alemania. Y también la mayoría de los españoles lo siente así. No en vano varios españoles ocupan puestos claves en la estructura comunitaria. Con Javier Solana como coordinador de la política exterior conjunta y primera opción para el futuro cargo de ministro de Relaciones Exteriores europeo, Joaquín Almunia como comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, y Josep Borrell como presidente del Parlamento Europeo, España está ampliamente representada en los núcleos de toma de decisiones.
Pero más que el prestigio o el poder político, para la gente también es directamente perceptible el beneficio material que ha reportado al país la pertenencia a la Unión Europea. Su adhesión, en 1986, marcó el despegue económico, tras las décadas de aislamiento de la dictadura franquista. Rodríguez Zapatero no se cansa de ejemplificar este proceso planteando que de cada 10 kilómetros de carreteras que atraviesan España, 4 han sido financiadas por las arcas comunitarias.
No se esperan, por lo tanto, mayores sobresaltos en el referéndum. La única nota amarga podría aportarla el grado de abstención, que se vaticina podría superar el 50%. Pero ello no debe interpretarse como disconformidad con la Unión Europea sino, simplemente, como señal de indiferencia ante un texto constitucional que pocos entienden pero cuya aprobación no está en peligro.