UE-Libia: ¿petróleo a cambio de tolerar la violencia de Estado?
21 de febrero de 2011El derrocamiento de los longevos regímenes dictatoriales de Túnez y Egipto, y la expansión de las protestas populares en los países del Magreb y el Cercano Oriente han colocado a Estados Unidos y a la Unión Europea en un aprieto diplomático: ambos se han pronunciado a favor de la democratización y el respeto de los derechos humanos en esas regiones, pero la cautela con que lo han hecho revela sus temores a que las revueltas generen inestabilidad y terminen perjudicando sus intereses políticos y económicos.
El dilema es particularmente dramático para los europeos. Aunque los ministros de Exteriores más influyentes en Bruselas condenen la brutalidad con que las fuerzas de seguridad libias han reprimido los levantamientos prodemocráticos –alrededor de 200 personas han perdido la vida en las protestas–, otros han aprovechado la reunión extraordinaria que empezó este domingo y continuó este lunes (21.2.2011) para intentar “moderar” el tono del llamado que Europa hará llegar al Gobierno de Trípoli.
“Si Gaddafi cae, habrá mayores catástrofes en el mundo”, señaló el ministro de Exteriores checo, Karel Schwarzenberg, agregando que “a nadie le servirá que intervengamos ruidosamente, simplemente para probar nuestra importancia”. Su homólogo italiano, Franco Frattini, lo secundó, asegurando que su país se opondrá a la aplicación de eventuales sanciones contra Libia para forzar a Muammar al Gaddafi a dejar el poder. “Europa no debería actuar de esa forma”, dijo Frattini, recomendando que se limitara a apoyar una transición pacífica hacia la democracia.
Italia sobresale entre los países comunitarios que con mayor fuerza se aferran al paradigma según el cual es mejor lidiar con un déspota estable al otro lado del Mediterráneo, que con un líder de lealtades inciertas que amenace los privilegios europeos. El Ente Nazionale per L'Energia Elettrica (Enel), la mayor empresa italiana del sector energético, defiende los mayúsculos intereses económicos de Roma en su ex colonia.
¿A qué le tiene miedo el Viejo Continente? A una posible consolidación política de los movimientos islamistas en los países musulmanes, a la intensificación del flujo migratorio descontrolado desde las costas no europeas del mar Mediterráneo, y a las reacciones que empiezan a mostrar los mercados internacionales: la caída en el valor del euro de este 21 de febrero ha sido atribuida a los sucesos del norte de África y las bolsas europeas perdieron estabilidad a primera hora de este lunes por la creciente incertidumbre que despierta esa situación.
Se estima que Libia tiene reservas de petróleo mucho más grandes que las de Egipto; de ahí que un posible impacto de las tensiones políticas sobre su capacidad de suministro genere recelo en Europa. Deutsche Welle conversó con el Dr. Asiem El Difraoui, investigador de la Fundación Ciencia y Política de Berlín, adscrito al grupo especializado en África, el Cercano y el Medio Oriente, sobre las relaciones políticas y comerciales entre la Unión Europea y Libia, y sobre lo que está en juego para los países comunitarios cuando llegue la hora de que asuman una posición clara de cara al conflicto magrebí.
Deutsche Welle : Este domingo (20.2.2011), Libia comunicó a la Unión Europea que suspenderá la cooperación con el bloque para combatir la emigración ilegal hacia Europa si los países comunitarios alientan las protestas que exigen la democratización de su país. Desde la perspectiva de las ciencias políticas, ¿qué posición debe asumir Europa ante un anuncio como ese?
Asiem El Difraoui : A Libia hay que dejarle claro que no puede seguir respondiendo a las protestas con la violencia con que lo ha hecho hasta ahora. Ese mensaje debe llegarle con mayor claridad que al ex presidente de Egipto Hosni Mubarak, porque a mí me parece que el régimen de Muammar al Gaddafi está dispuesto a oprimir a la oposición con mayor brutalidad que el estamento egipcio. Europa debe enviar señales inequívocas y amenazas con consecuencias concretas.
Si Gaddafi insistiera en reprimir las protestas de manera violenta, ¿tendría la Unión Europea suficiente espacio de maniobra para aumentar la presión diplomática sobre Libia sin renunciar necesariamente al suministro de petróleo libio?
Yo creo que sí. De hecho, un nuevo Gobierno libio estaría tan interesado en venderle petróleo a Europa como el de Gadafi. Esta mañana me llegó la noticia de que una tribu libia había amenazado a Gaddafi con cerrar el suministro de petróleo si no le pone fin a la violencia de Estado. En otras palabras, la condición para que el abastecimiento de petróleo libio en Europa no se vea interrumpido no es que Gaddafi se mantenga en el poder, sino garantizar que el país no se hunda en una guerra civil. Ese es el mensaje que la Unión Europea debería enviar para asegurar que le siga llegando petróleo en el futuro; cerrar los ojos sería más bien una señal muy peligrosa.
Por otro lado, las dudas de Europa de cara a lo que ocurre en Libia son comprensibles porque ella no conoce a ese país. Muy pocos especialistas europeos conocen su sociedad y las relaciones de poder en su seno. Ni siquiera sabemos cómo está estructurado el Estado libio. Por ejemplo, ¿cuál es la influencia de las grandes tribus beduinas, de dónde sale la mayor parte de los miembros del ejército y cuyos enfrentamientos internos han sido atizados por Gaddafi, a tal punto de que no sabemos cómo se comportarán en el marco de esta crisis? Lo que Europa debe hacer es identificar a otros interlocutores distintos de Gaddafi lo más rápidamente posible.
Autor: Evan Romero-Castillo
Editor: José Ospina-Valencia