Europa trabaja hasta 65 horas por semana
10 de junio de 2008Luego de tres años de negociaciones, la mayoría de los ministros de Trabajo de los 27 países miembros de la Unión Europea (UE) aprobaron hoy (10.06.08) por mayoría cualificada unificar la extensión de la semana laboral en todo el territorio de la UE.
Mientras que en numerosos países el acuerdo ha sido saludado, una minoría liderada por España y Francia está dispuesta a resistir la promulgación de la directiva, que aún tiene que ser aprobada por el Parlamento Europeo y luego transferida a las legislaciones nacionales. También Bélgica, Chipre, Grecia y Hungría exigen reformas al texto aprobado.
¿En qué consiste la nueva propuesta de directiva? En los países de la Unión Europea, la semana laboral se limita básicamente a 48 horas. No obstante, los trabajadores podrán trabajar voluntariamente hasta 65 horas por semana. Los ministros también acordaron que los trabajadores temporales tendrán desde el primer día los mismos derechos que los trabajadores fijos, si bien puede haber excepciones, en tanto sean reguladas en convenios colectivos.
Negociaciones difíciles
Los países de la UE negociaron, a trechos ásperamente, tres años acerca de la reforma de la anterior Directiva de Jornada Laboral, que databa de 1993.
En las negociaciones, Alemania y Gran Bretaña rechazaron un límite máximo fijo de 60 horas por semana. Ahora son posibles semanas laborales de hasta 65 horas, siempre y cuando una parte del trabajo consista en guardias, por ejemplo de médicos, y éstas cuenten como tiempo de trabajo completo. El límite superior hasta ahora era de 78 horas. En la nueva directiva se distingue entre guardias "activas" y "guardias inactivas", en este último caso, cuando el médico duerme en la clínica.
La antigua directiva correspondiente tuvo que ser modificada ya, luego que el Tribunal de Justicia de la UE dictaminara que tanto la guardia activa como también la inactiva deben ser contabilizadas como tiempo de trabajo normal.
Los ministros se pusieron de acuerdo en que ello regirá siempre y cuando sea incluido en las legislaciones nacionales o sindicatos y patronales así lo acuerden. El dictamen del Tribunal de Justicia de la UE fue incluido en la legislación alemana ya el 1 de enero de 2004. También la equiparación de trabajadores temporales y fijos rige en Alemania desde 2004.
España disiente
"Éste es un día importante para los trabajadores europeos" se autoalabó la presidenta de turno del Consejo de Ministros de la UE y ministra eslovena de Trabajo, Marjeta Cotman, hoy en Luxemburgo. "El compromiso asegura protección y seguridad para los trabajadores, pero también flexibilidad para las empresas", agregó. El Comisario de Asuntos Sociales, Vladimir Spidla, espera incluso que la directiva "proporcione un nuevo impulso a la Europa social".
Las negociaciones se encontraban estancadas desde hace tres años por la oposición sobre todo de Francia, España e Italia, que componían una minoría de bloqueo. Con el renovado ascenso de Silvio Berlusconi al poder, Italia abandonó esa posición. Luego, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el premier británico, Gordon Brown, acordaron que si el Reino Unido apoyaba la reforma de las agencias de trabajo temporal, Francia apoyaría el aumento de jornada. España no se sumó a ese compromiso y anunció que continuará oponiéndose a la directiva.
Las debilidades de un compromiso
Michael Sommer, presidente de la Federación Sindical Alemana (DGB), la organización techo de ocho sindicatos con más de seis millones de cotizantes en total, dijo que saluda la nueva regulación respecto a las condiciones laborales de los trabajadores temporales, pero rechazó el compromiso de Luxemburgo sobre los horarios laborales.
"Socialmente, se trata de un paso atrás", dijo Sommer, agregando que "la no contabilización de la parte inactiva de las guardias médicas como tiempo de trabajo contradice el fallo del Tribunal de Justicia Europeo". "Estándares laborales mínimos europeos deben igualar las condiciones de trabajo en el sentido del progreso, pero no del retroceso social", agregó, exigiendo ahora mejoras por parte del Parlamento Europeo, lo que lo aproxima considerablemente a la posición española.
La directiva aprobada pone nuevamente de manifiesto las grandes diferencias de intereses y posiciones en diversos países europeos y lo difícil que es a menudo llegar a compromisos. La última palabra la tienen ahora los eurodiputados.