Europa y el status quo en Cercano Oriente
3 de agosto de 2014En pocos lugares de Oriente Medio y el Norte de África es Europa más relevantes. La UE y sus estados miembros son los principales financiadores de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y de la agencia de la ONU que procura asistencia a los refugiados palestinos (UNRWA). La Unión Europea es asimismo el principal socio comercial de Israel, con casi 30.000 millones de euros en importaciones y exportaciones en 2013 – 19.700 millones más que en la pasada década.
A pesar de su fama de no querer mojarse las manos más allá de los asuntos financieros, la UE ha expresado repetidamente su visión para la superación del conflicto: la solución de los dos Estados.
En buena parte, el apoyo de la UE a esta solución es el compromiso de ayuda a la ANP a levantar instituciones, tanto en términos de formación como en lo referente a la financiación. En la parte israelí, la cada vez mayor integración con Europa implica tomar en cuenta las normativas y posiciones de la UE, particularmente la política europea de diferenciación entre Israel en sí mismo y las actividades israelíes en los territorios palestinos ocupados. Por ejemplo, Israel fue el único país no europeo que recibió una invitación para el gran proyecto de investigación de la UE Horizon 2020, a condición de que los fondos de la UE no fueran a parar a instituciones académicas en la ocupada Cisjordania.
El papel de la UE
A pesar de todas estas actividades, Europa se puede definir como una potencia de status quo en el conflicto palestino-israelí. La UE y sus Estados miembros han apoyado material y políticamente una situación en la que continuó la ocupación israelí mientras que proseguían los proyectos de construcción de instituciones palestinas en la vaga esperanza de que un día se alzara un estado palestino. De hecho, parte de estos últimos sirvieron para apoyar a Israel, puesto que algunos programas de bienestar y servicios que tenían que haber sido garantizados por la potencia ocupante fueron en realidad financiados por el dinero de impuestos de ciudadanos europeos. Los reiterados enfrentamientos con grupos armados de la Franja de Gaza son parte del status quo.
Sin embargo, este status quo se vuelve más frágil por momentos. En primer lugar, porque el Cercano Oriente es actualmente un lugar mucho más peligroso que en 2006, 2008 o 2012: el primer ministro Benjamin Netanyahu es perfectamente consciente de que no puede eliminar Hamás sin correr el riesgo de una radicalización entre los palestinos. En segundo lugar, la cooperación de seguridad entre la ANP e Israel (una de las principales razones del radical descenso en el número de víctimas civiles desde el final de la segunda intifada) cada vez tiene menos popularidad entre los palestinos.
En tercer lugar, los últimos años han sido una demostración de que los proyectos de crecimiento económico en Palestina no pueden hacerse realidad sin soberanía, control de fronteras y un horizonte político claro. En último lugar, el costo humano de estas “operaciones de mantenimiento” del status quo cada vez encuentra menos aceptación entre la opinión pública europea.
Pasar página
A la hora de decidir el curso de la política para acabar con la confrontación actual, la UE debería tener en cuenta que este status quo es cada vez más insostenible. Un alto el fuego en las mismas condiciones que en 2012 no se sabe cuánto podría durar, ya que Egipto ya no puede ejercer como elemento neutral garante, a causa de su política anti-Hamás. Además, ambas partes han hecho demandas que seguramente solo se podrán lograr al final de las negociaciones: Hamás quiere el fin del bloqueo de Gaza, e Israel, la desmilitarización de la Franja.
La UE puede contribuir en gran medida a la creación de un entorno favorable para el éxito de las negociaciones. En Israel, Europa debería continuar su política de mayor integración, presionando al gobierno israelí para que tome una decisión final sobre si desea continuar con su ocupación de los territorios palestinos o avanzar hacia un resultado biestatal. En cuanto a los palestinos, se necesita un proceso político para incluir tanto a Hamás como a otros sectores políticos en las principales instituciones, tales como la ANP. La política europea en este sentido debería dejar claro que la paz es mucho más beneficiosa que la guerra.
Mattia Toaldo es periodista en el programa de Oriente Medio y Norte de África del Consejo Europeo de Relaciones Internacionales.