Fin de la bonanza en los países emergentes
27 de agosto de 2013Desde Indonesia hasta India, desde Rusia hasta Brasil, de todas partes llegan malas noticias. La economía está débil y los pronósticos de crecimiento están siendo revisados a la baja. El capital extranjero se marcha y las divisas locales están bajo presión, a la vez que las importaciones cada vez son más caras y surgen las amenazas de inflación y recesión.
“No es nada raro”, dice Volker Treier, director del departamento de Exteriores en la Cámara de Comercio e Industria (DIHK): “La Reserva Federal de EE.UU. ha anunciado que va a subir los intereses. Con eso se termina la época del dinero barato y también la financiación barata para países en vías de desarrollo. Por eso bajan las monedas”.
Países emergentes de moda.
Cuando la crisis financiera de 2008 hizo caer a la economía mundial en una enorme recesión, los bancos emisores de las naciones industrializadas respondieron al unísono. Bajaron los tipos de interés casi a cero y repartieron el dinero por doquier. Mientras en los países industrializados no había posibilidad de obtener intereses ni invertir en títulos rentables, entre los inversionistas privados e institucionales se pusieron de moda los países emergentes, atractivos por sus altas cuotas de crecimiento y los relativamente altos intereses.
Esa entrada masiva de capitales llevó hace un año y medio al ministro brasileño de Finanzas, Guido Mantega, a hablar incluso de una “guerra de divisas”. Una política económica tan laxa con intereses tan bajos iducía a especular con inversiones en Brasil, a subir allí los intereses y a crear burbujas de precios muy peligrosas que alteran el orden económico, advertía Mantega en encuentros del G20.
Vuelta a la normalidad
Actualmente, parece que el panorama vuelve a la normalidad. Pero eso tampoco es del agrado de muchos políticos en países emergentes. La caída de algunas divisas parece realmente aterradora. El Real brasileño llegó a caer a sus mínimos de 5 años; la Rupia india, el Baht tailandés, el Ringgit malasio, la Lira turca o el Rand sudafricano, todas esas divisas están en el suelo o en caída libre.
Esta situación despierta malos recuerdos: hace 16 años, el Baht tailandés fue el punto de partida de la crisis asiática. En aquel momento, los inversionistas retiraron capital de Tailandia y la crisis se extendió a todo el continente. Una crisis financiera que rápidamente generó una crisis en la economía real: faltaban dinero y créditos y el consumo y la inversión cayeron en picada.
Devaluación todavía aceptable
Todavía no estamos en una situación así, dicen los expertos. “Muchas de estas divisas se han revalorado claramente a finales del año pasado o a principios de éste. Por esa razón, en un marco de 12 meses se ve una devaluación. Pero a medio plazo todavía está todo normal”, dice Nicolas Schlotthauer, experto en mercados emergentes de “Deutsche Asset & Wealth Management”, filial del Deutsche Bank.
El mismo recuerda que los países en vías de desarrollo están mucho mejor armados contra las crisis que antes: “algunos países no han devaluado tanto sus monedas. Por ejemplo Europa del Este. Por otra parte, estos países tienen una mejor situación que la de hace 15 años. No se trata del status quo sino de abordar los desafíos estructurales.
Crecimiento con fallos estéticos
Los países emergentes han tenido realmente en la última década un crecimiento económico enorme. Solamente los BRIC (Brasil, Rusia India y China) han quintuplicado su producto interior bruto en los últimos 10 años. Con un pequeño fallo estético, dice Volker Treier, director del departamento de Exteriores en la Cámara de Comercio e Industria (DIHK): “No se ha usado el boom para realizar reformas fundamentales”.
India es uno de los ejemplos más significativos, dice Treier a DW: “Se ha usado mucho dinero en consumir y en el presupuesto del Estado. Ahora viene la cuenta y el camino será difícil”. En este caso, Treier no cree que vaya a cundir el pánico como hace 16 años: "Habrá una fase de crecimiento débil pero seguramente no llegaremos a una gran caída en una recesión real”.
Devaluación para la exportación
Muchos de los países emergentes no usaron los mejores años para reformas estructurales y ahora no tienen que luchar sólo contra la caída de la moneda y un crecimiento más bajo, sino también con sus viejos problemas: infraestructuras deficientes, burocracia, corrupción… Y también eso aleja a los inversionistas.
La única esperanza: “una devaluación que haga la economía el país más competente en la esfera internacional, que abarate las exportaciones”, dice Nicolas Schlotthauer a DW. “Es algo que no ven algunos países: a través de la devaluación aumenta la competencia porque podrán vender productos más baratos en el extranjero”.