1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Rusia: celebración como en tiempos de Stalin

Beate Hinrichs
2 de septiembre de 2020

Rusia celebra desde este año más tarde que de costumbre el fin de la Gran Guerra de Asia Oriental. La nueva fecha se originó durante el estalinismo, y es controvertida porque coincide con otras fechas históricas.

https://p.dw.com/p/3huSm
Autoridades japonesas durante la firma de la capitulación de Japón, a bordo del buque "Missouri", el 2 de septiembre de 1945.
Autoridades japonesas durante la firma de la capitulación de Japón, a bordo del buque "Missouri", el 2 de septiembre de 1945.Imagen: picture-alliance/dpa/Everett Collection

¿Cuándo finalizó la II Guerra Mundial en el Pacífico? La respuesta rusa a esa pregunta es diferente a la de Occidente. A mitades de abril de 2020, el Parlamento ruso votó a favor de pasar la celebración del 2 al 3 de septiembre. Los diputados justificaron la propuesta con el deseo de favorecer a los pocos veteranos que aún están vivos. Estos habían recibido medallas con la dedicatoria “Por la victoria contra Japón” luego de la guerra, y allí estaba inscrita la fecha del 3 de septiembre.

Una guerra corta de gran impacto

La Gran Guerra de Asia Oriental terminó hace 75 años con la capitulación del Imperio Japonés, el 15 de agosto de 1945. Cerca de dos semanas después, el 2 de septiembre de 1945, la capitulación se firmó formalmente a bordo del barco de guerra estadounidense “Missouri”. Moscú había entrado en guerra contra Japón el 8 de agosto de 1945, renunciando así al pacto de neutralidad soviético-japonés de 1941. Ese paso había sido acordado por los aliados -EE. UU., Gran Bretaña y la Unión Soviética bajo Josef Stalin- en la Conferencia de Yalta, en febrero de 1945. En esa guerra lucharon cerca de 1,5 millones de soldados del Ejército Rojo contra tropas japonesas en la región de Manchuria, en el noreste de China. Duró solo pocos días. Más de 12.000 soldados soviéticos murieron.

La entrada de los soviéticos a la guerra fue “una conmoción total para Japón”, dijo a DW el historiador Takuma Melber, del Centro de Estudios Transculturales de Heilderberg. Melber comparte la opinión de su colega estadounidense Tsuyoshi Hasegawa, según quien la declaración de guerra de los soviéticos fue “en definitiva, más decisiva para la capitulación de Japón” que el lanzamiento de las dos bombas atómicas estadounidenses, el 6 y el 9 de agosto de 1945. Sin embargo, Japón ya estaba, según Hasegawa, militarmente derrotado en el verano de 1945. Moscú solo aceleró la capitulación.

Las consecuencias de la guerra soviético-japonesa marcan las relaciones entre ambos países hasta hoy. La Unión Soviética pudo ampliar en ese momento su territorio en el Lejano Oriente hacia la región sureña de las islas de Sajalín y hacia las islas Kuriles. Japón no reconoce hasta hoy a cuatro de esas islas como territorio ruso y quiere negociar una devolución, pero sin éxito hasta ahora. Por el momento no hay un acuerdo de paz.

El hongo atómico sobre Nagasaki, el 9 de agosto de 1945.
El hongo atómico sobre Nagasaki, el 9 de agosto de 1945.Imagen: picture-alliance /akg-images

Alejamiento de Occidente y acercamiento a China

En tiempos de la Unión Soviética, el recuerdo de la Guerra en el Pacífico estuvo siempre bajo la sombra de la Gran Guerra Patria, como se llamó en Rusia la guerra contra la Alemania nazi. El 3 de septiembre, Día de la Victoria sobre Japón, fue registrado en la lista de días feriados de 1945, pero se lo quitó de ella ya en 1947, y fue olvidado.

A mitades de los años 90, el 2 de septiembre fue declarado oficialmente Día del Fin la Segunda Guerra Mundial  por una ley sobre feriados nacionales de Rusia. En ese entonces Rusia se sumó a la visión de Occidente en ese punto. Durante unos años, ese país estuvo fuertemente orientado hacia Occidente, pero eso cambió hace tiempo. Bajo la presidencia de Vladimir Putin, además, se produjo un revivir del culto al estalinismo. “Se trata de otro desmontaje de la herencia simbólica los años 90”, explica a DW al respecto el periodista ruso Konstantin Eggert.

Takuma Melber lo ve de manera similar. El cambio de fecha “es, por un lado, una demostración de poder y una advertencia hacia Tokio en referencia a la disputa por las islas Kuriles y el dominio en el espacio Asia-Pacífico. Por el otro, al fijar el 3 de septiembre como fecha de celebración de la victoria, Putin retoma conscientemente la tradición de homenaje estalinista. Eso también puede interpretarse como un distanciamiento de Occidente, es decir, sobre todo del lado anglosajón, y como un acercamiento a la República Popular China”, señala. Pekín festeja el fin de la II Guerra Mundial el 3 de septiembre. Rusia “tira ahora para el mismo lado que China en cierta forma, a nivel simbólico y en cuanto a la memoria histórica”, añade Melber.

El presidente ruso, Vladimir Putin (dcha.), y el presidente chino, Xi Jinping, en Moscú, el 9 de mayo de 2015.
El presidente ruso, Vladimir Putin (dcha.), y el presidente chino, Xi Jinping, en Moscú, el 9 de mayo de 2015.Imagen: Getty Images/AFP/A. Zemlianichenko

El trasfondo posible de la decisión de Moscú podría hallarse, entre otras cosas, en la política de memoria histórica de Rusia bajo el mando de Putin. La cultura de la memoria de la II Guerra Mundial se transformó en un factor central de la identidad. El Día de la Victoria, el 9 de mayo, es considerado el feriado nacional ruso más importante.

La nueva fecha también fue criticada porque estaba relacionada hasta ahora con otro hecho de la historia rusa reciente, la toma de rehenes de Beslán. El 1 de septiembre de 2004, terroristas chechenos tomaron una escuela de esa ciudad en la república rusa de Osetia del Norte-Alania, y el 3 de septiembre murieron allí más de 300 personas, la mayoría, niños. Desde entonces, Rusia celebra en esa fecha el Día de la Solidaridad en la Lucha contra el Terrorismo, en homenaje a las víctimas.

Por ese motivo, la organización no gubernamental “Madres de Beslán”, junto con las autoridades de Osetia del Norte-Alania y el Consejo de Derechos Humanos solicitaron a Putin frenar la ley que cambia la celebración del 3 de septiembre. Pero el gobierno ruso hizo oídos sordos al pedido.

(cp/ers)