FMI: un pequeño paso hacia una gran reforma
18 de septiembre de 2006Visto en cifras absolutas, no parece gran cosa: China, México, Corea del Sur y Turquía incrementarán, en conjunto, un 1,8% su cuota dentro del Fondo Monetario Internacional. Pero, según se indicó durante la reunión de Singapur, esto es sólo un adelanto de lo que se considera como la reforma de mayor envergadura en los 60 años de historia de la entidad financiera, que se ha erigido en tutora de la estabilidad económica mundial.
Alemania satisfecha
Al igual que ocurre con organismos como el Consejo de Seguridad de la ONU, la actual estructura del FMI no corresponde ya a la realidad de los tiempos en que fue fundado. Países emergentes, que escalan con bríos posiciones en la tabla de las economías del planeta, siguen teniendo una influencia muy inferior a su verdadero peso. Clarísimo es el ejemplo de China que, convertida ya en la cuarta mayor potencia económica del mundo, contaba con una cuota de sólo el 2,93, ahora elevada al 3,6%.
Pese a la obviedad del desfase, no resulta evidente que todos coincidan en la forma de repararlo. De hecho, diversos países, entre ellos Brasil, Argentina e India, se manifestaron en contra de la medida. La razón: también ellos se consideran sub-representados en la estructura de poder del Fondo Monetario. Alemania -que vio mermarse su cuota en 0,1 puntos-, votó en cambio a favor del ajuste, en el entendido de que si fracasaba este primer intento naufragaría a priori todo el proyecto de reforma. Así lo indicó en Singapur el ministro alemán de Hacienda, Peer Steinbrück, subrayando que un fracaso habría debilitado aún más al FMI, que ya ha perdido peso en los últimos años. No obstante, afirmó que Alemania no está dispuesta a hacer más concesiones antes de que esté sobre la mesa el proyecto total.
En busca de nuevas fórmulas
Efectivamente, la gran tarea está aún por delante. Se trata, en concreto, de volver a calibrar la influencia de los 184 países miembros del organismo financiero internacional. Sobre todo habrá que buscar acuerdo en cuanto a qué fórmula se empleará para calcular las cuotas, que determina no sólo el peso de su voto, sino también su cuota financiera y su derecho a acceder a créditos en casos de crisis. Steinbrück reiteró la posición de que, aparte del Producto Social Bruto, la ecuación debe incluir factores como el grado de apertura de la economía de un país y sus vinculaciones en la red económica mundial.
Dos años se han previsto para dar cuerpo a esta reforma, que aspira a volver más ecuánimes las estructuras del FMI. Pero ése no es el único desafío pendiente. Porque, en el aspecto político, sigue siendo blanco de críticas como las que volvieron a presentar este lunes en Bonn la organización asistencial católica Misereor y el Servicio Evangélico de Desarrollo. Básicamente, los reproches se centran en los criterios utilizados para la concesión de créditos -ligados a los intereses de quienes aportan capital- y las draconianas condiciones a las que suelen condicionarse.