G20: ¿cómo combatir la volatilidad del precio de materias primas?
19 de mayo de 2011Publicidad
Regular los precios de las materias primas –y especialmente frenar la volatilidad del precio de los alimentos– es una de las más importantes prioridades establecidas por el presidente francés, Nicolás Sarkozy, para su presidencia del grupo de veinte economías industrializadas y emergentes más potentes del mundo.
La discusión reúne a los ministros de Agricultura del G-20 esta semana en Buenos Aires, en un encuentro previo a la próxima reunión de ministros de Economía y Finanzas. Junto a representantes del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial (BM), del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), de la FAO, entre otras organizaciones, los miembros del grupo debaten soluciones políticas. Pero sólo la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de noviembre, en Cannes, Francia, tomará decisiones.
¿Qué factores determinan la volatilidad del precio de los alimentos y, en general, de las materias primas? ¿Cómo pretende el G20 combatirla? ¿A qué retos se enfrentan los países productores y los consumidores? Deutsche Welle conversó con expertos.
¿Productores vs. consumidores de materias primas?
El G20, que posee el 65 por ciento de las tierras cultivadas del planeta, debería contribuir a la seguridad alimentaria, la estabilidad financiera y la capacidad de previsión de los agentes económicos regulando el mercado, considera Francia. Sarkozy propone imponer topes de precios, vigilar coordinadamente las reservas y las prácticas comerciales, así como imponer normas contra la especulación con materias primas y sus derivados financieros.
De lo que se trata actualmente no es sólo de los tradicionales especuladores que generan escaseces ficticias para impulsar los precios, sino de la especulación con derivados financieros (acciones, por ejemplo), explica el investigador del Instituto de Economía Mundial de Kiel (IfW), Klaus-Jürgen Gern. Pero, si bien los especuladores influyen en los precios, “el rango en que estos se mueven está determinado por otros factores fundamentales”, precisa Gern. Entre ellos, la creciente demanda de países emergentes como China, menos afectados por la crisis financiera.
De ahí que Brasil, Argentina, Sudáfrica y Australia hayan formado un frente común, un G4 de grandes productoras de materias primas, que está de acuerdo con regular la especulación; pero se niega a poner tope al mercado según los intereses de los países consumidores europeos, afectados por la subida de precios. De lo que se trata, defienden, es de incrementar la oferta, de invertir en el desarrollo de condiciones de mercado en los países productores, no de regular los precios.
Pronóstico: precios altos, pero estables
Europa importa desde Latinoamérica especialmente dos grupos de materias primas: metales (hierro, aluminio y bauxita de Brasil, cobre de Chile y Perú) y alimentos o materias primas para alimentos (carne argentina, por ejemplo, además de cereales o estimulantes como el café), señala Gern. Si el dólar estadounidense se mantiene estable, como asume un reciente informe de la Asociación de Institutos Europeos de Coyuntura Económica (AIECE), a la que pertenece el IfW de Kiel, los precios de éstas y otras materias primas subirán en 2011.
Este año, alimentos y bebidas costarán un 37 por ciento más, los granos un 54, y los estimulantes un 29; pero los precios “se estabilizarán progresivamente” entre 2011 y 2012, prevé la AIECE. Los economistas europeos esperan una estabilización de la coyuntura económica internacional en los próximos meses. Ello, “junto al aumento de la oferta estimulado por la propia alza de precios, debe estabilizar la hasta ahora desigual relación oferta-demanda”, estima Gern.
Sin embargo, “la subida de precios por sí misma no significa que a los países productores les vaya mejor”, advierte Friedel Hütz-Adams, experto en materias primas del Instituto de Economía y Ecumenismo, Südwind (Viento del Sur), en Siegburg. “Mientras más sube el precio, más lucrativo parece intervenir en territorios donde antes no valía la pena, es un arma de doble filo”, aclara, que desplaza pobladores, afecta sus condiciones de trabajo y al medio ambiente.
Y mientras en un país como Chile el Estado tiene un fuerte control sobre la producción de cobre y obtiene elevados ingresos que le permiten implementar programas sociales, crear reservas financieras e impulsar una sólida economía; en Perú se han firmado contratos con transnacionales mineras a cambio de bajísimas tasas y prácticamente libres de impuestos, así que los peruanos se benefician mucho menos del alza, asegura Hütz-Adams, que acaba de publicar un estudio sobre el comercio de “materias primas metálicas y sus daños colaterales”.
Materias primas, ecología y derechos humanos
Un reciente estudio de la UE evalúa los riesgos que amenazan el abastecimiento de unos 21 metales necesarios en sus cadenas productivas. Para ello se centra en su insuficiente disponibilidad y su procedencia de países políticamente inestables. Pero deja fuera la pregunta sobre cuánto afecta su extracción al medio ambiente en los países productores, y cómo podría reducirse el consumo a través del reciclaje y la racionalizacón de la producción, lamenta Hütz-Adams.
“Además de mercados que funcionen necesitamos reglas internacionalmente válidas que contrarresten olas especulativas, impongan estándares sociales y ecológicos al comercio, y protejan así a quienes pueden quedar excluidos del consumo por la volatilidad de los precios”, asegura el experto de Südwind.
“Si hay una empresa alemana que emplea hierro proveniente de América Latina –desearía Hütz-Adams– ésta debería exigir a sus proveedores que cumplan con los mismos altos estándares que valen para ella en Europa; pero muchos Gobiernos y empresas se oponen con el pretexto de que esto podría encarecer aún más las materias primas”.
Autora: Rosa Muñoz Lima
Editora: Emilia Rojas-Sasse
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