George Orwell: cuando las metáforas se hacen realidad
21 de enero de 2010
Cuando era Eric Arthur Blair (Motihari, India Británica, 25 de junio de 1903 – Londres, 21 de enero de 1950), George Orwell no imaginaba en qué medida la realidad iba, a menudo, a superar a sus fantasías. Orwell fue un escritor y periodista británico que trabajó para las fuerzas del orden colonial en Birmania, se comprometió con la lucha social de los trabajadores en Londres y París, y participó en la Guerra Civil española como miliciano del partido POUM, de orientación trotskista. Sus obras más conocidas son testimonio de la época en que vivió, es decir, los años 1930 y 1940: “Rebelión en la granja”, en la que ironiza al estalinismo y “1984”, esta última sin duda la que más tiñó nuestro lenguaje con el concepto de “Gran Hermano”, que remite a la vigilancia de la vida privada por parte del Estado o de otros organismos de control. Y su idea de un estado totalitario y vigilante sigue impregnando el subconsciente colectivo.
La producción literaria de Orwell estuvo influida por su posición crítica ante el estalinismo y los sistemas totalitarios. Luego de su desempeño como agente de la policía imperial de la India en la entonces Birmania, en 1928 abandonó el ejército y volvió a Inglaterra. Se dice que de allí viene su rechazo al imperialismo, que se refleja en su obra “Los días de Birmania”. George Orwell, un conservador que rechazaba el poder de las masas, fue vigilado por los servicios secretos británicos desde 1929 hasta 1950. Y también vigiló: en 1949 envió al Gobierno británico una lista denunciando a escritores y artistas comunistas.
El ojo que todo lo ve
El éxito de la serie “Gran Hermano”, que se produjo en diversos países del mundo y que bagateliza el tema con la intromisión en la vida íntima de personajes ignotos, que, al formar parte de la serie, obtienen sus cinco minutos de fama, no se debió sino a la predisposición de los telespectadores a observar, también vigilantes, cada momento de la privacidad de sus protagonistas. Fue un impulso que llevó al púbilco a ser voyeur, a controlar y aceptar, por ende, que cualquiera puede ser controlado de la misma manera.
Pero aquella serie que descolló en su momento hoy no es más que el débil eco de una realidad que se acerca cada vez más a la que planteó Orwell en su obra de ficción: el ciudadano transparente está cada vez más cerca de ser un hecho. E Internet es la plataforma ideal para que, en todo momento y lugar, sepamos qué hacen nuestros amigos y otros millones de seres humanos que no conocemos. La diferencia con la metáfora de Orwell es que, en los tiempos que vivimos, no hay una única entidad que observe y controle, sino que la instancia vigilante está atomizada y repartida por todo el planeta. Facebook, Twitter, Flickr: el cíclope “Big Brother” sigue en pie, y nos lanzamos a la boca del lobo sin saber bien en qué desembocará tanta apertura indiscriminada.
Ataques a la libertad en pos de la libertad
Y no sólo es un fenómeno online: también cámaras de video vigilan las 24 horas del día a los pasantes en el subterráneo o en la calle, por ejemplo. En un émulo del ‘síndrome de Estocolmo', nos identificamos con lo que fue, o es aún, el peor enemigo de la libertad, en aras de la libertad. ¿De dónde viene tanta predisposición a abrirles las puertas de nuestra privacidad a totales desconocidos? Los escritores alemanes Julia Zeh e Ilija Trojanow postulan en su libro “Ataque a la libertad”, que “la sensibilidad de los ciudadanos aún está muy por detrás de la trascendencia del problema”.
Los autores explican cuán subjetivo es nuestro sentido de la seguridad. Investigan el modo en que expresiones como “sospechoso de terrorismo”, o “islamismo radical”, o “amenaza terrorista” son utilizados masivamente e instrumentalizados políticamente, sin describir verdaderamente la realidad. Y advierten: “Una persona que no tiene nada que ocultar, no es una persona libre”.
En el día del 60 aniversario de la muerte de George Orwell, la página web del partido alemán La Izquierda apela en un comunicado de prensa a una urgente moratoria para las leyes de seguridad, y su consecuente revisión. Según La Izquierda, los instrumentos de vigilancia actuales ya superaron a los que imaginó Orwell: cámaras de video, inspección online, archivo de datos personales en las telecomunicaciones, sistemas de localización por teléfono móvil, bancos de ADN, el empleo de escáneres corporales en aeropuertos alemanes y europeos y, en Alemania, el banco de datos de empleados, ELENA, que a partir de 2012 permitiría reunir datos sensibles de trabajadores.
Autora: Cristina Papaleo
Editor: Enrique López Magallón