Huellas de Gonzalo Rojas
8 de mayo de 2011“Fue un hombre de profundas lealtades políticas y humanas, consecuente, irreverente, disidente, tenía el don de la franqueza y de la discreción al mismo tiempo”, dijo el ex presidente chileno Ricardo Lagos al despedir a su amigo, el poeta Gonzalo Rojas. En su funeral recibió el homenaje y el reconocimiento de autoridades, escritores y de la población que lo acompañaron en Santiago y en la sureña ciudad de Chillán, donde fue sepultado.
El chileno Gonzalo Rojas, fallecido el 25 de abril pasado, fue uno de los más grandes poetas latinoamericanos del siglo XX. A lo largo de su vida, el autor de “La miseria del hombre”, “Contra la muerte” y “¿Qué se ama cuando se ama?”, fue distinguido con importantes reconocimientos, como el Premio Cervantes (2003), máximo galardón de las letras hispanas. Pero su vida y su obra no sólo estuvieron relacionadas con la cultura iberoamericana, también fueron fuertemente influidas por el pensamiento alemán.
Si bien sus primeros años de exilio, tras el golpe militar de 1973 en Chile, los vivió en Alemania, la relación de Gonzalo Rojas con este país venía de mucho antes. “Muchas veces le oí decir que su vínculo con Alemania nace en la infancia”, cuenta su hijo mayor, el Dr. Rodrigo Rojas Mackenzie, quien reside precisamente en Alemania.
El poder de los libros
En sus años de escuela, Gonzalo Rojas tuvo como maestro en el Seminario de Concepción al sacerdote alemán Guillermo Jünemann, quien le mostró los clásicos. “Lo hace entrar al mundo de las letras y le enseña muy bien el latín –cuenta su hijo -. Lo leía muy bien y tenía en la memoria estos textos clásicos, griegos y romanos, en su idioma. Gracias a este maestro después leería a los españoles, a su Quevedo, Fray Luis de León... tiene una formación muy puesta en lo latino y también en el alemán, que muy temprano entró con Goethe”.
Años más tarde, entre 1947 y 1952, Gonzalo Rojas trabajó como profesor del Colegio Alemán de Valparaíso, donde hizo clases de literatura y filosofía. Como tal, le tocó enseñar a los filósofos alemanes, los que tuvieron mucha influencia en su obra, explica su hijo. “El pensamiento de Heidegger lo manejaba muy bien”, señala. También había cierto parentesco y coincidencias entre ambos, como la reflexión en torno a la experiencia del relámpago.
“Mi padre fue un gran lector de Goethe –indica-. Recuerdo en mi casa de Valparaíso, donde yo fui alumno del Deutsche Schule, la presencia de sus libros, las Elegías romanas y su gran poesía erótico amorosa”. Todas estas vivencias y lecturas fueron traspasando también el quehacer de Gonzalo Rojas, quien se sentía muy cerca del poeta alemán de origen rumano Paul Celan. Los críticos han visto en la obra del chileno influencias del romanticismo alemán e incluso del expresionismo alemán.
Después del golpe militar de 1973 en Chile, Gonzalo Rojas, quien fue agregado cultural en China y encargado de negocios en Cuba, debió salir de su patria y vivió dos años de exilio en la ciudad de Rostock, Alemania del Este. Allí le dieron el cargo de profesor en la Universidad de Rostock, pero nunca le permitieron hacer clases. “Recorrió varias ciudades alemanas, mantuvo diálogo con profesores y escribió textos importantes, también de alcance político y de su experiencia de agobio, incluso” relata Rodrigo Rojas.
Su hijo relata que el poeta no soportó esta situación y regresó a América, para continuar su exilio en Venezuela. Desde fines de los años 70 empezó a viajar en forma periódica a Alemania, por razones de trabajo, realizando giras y lecturas de poesía, y también familiares, para visitar a su hijo Rodrigo, quien se radicó en este país. En 1988 residió en Berlín oeste, becado por el Servicio Alemán de Intercambio Académico, DAAD. A esas alturas, su poesía ya era comentada y destacada por los críticos de todo el mundo.
“Él tenía un gran respeto y un reconocimiento expreso de lo que había influido en su obra el pensamiento alemán, poético y filosófico, y toda la cultura alemana”, concluye su hijo Rodrigo Rojas.
Biblioteca en Bremen
Por coincidencia o azar, el nombre de Gonzalo Rojas ha quedado grabado en una ciudad del norte de Alemania. En Bremen, el instituto Cervantes bautizó su biblioteca con el nombre del poeta, como es la costumbre con los ganadores del Premio Cervantes. Dos años después de recibir el importante galardón, Rojas viajó a Bremen para bautizar la biblioteca, el 2005.
Allí estuvo el hispanista Reiner Kornberger, quien mantenía contacto con Rojas desde hacía algunos años. “Su obra empezó a fascinarme a finales de los 80. En esa época empecé a traducir poesía de autores latinoamericanos y me di cuenta de la falta de buenas traducciones”, relata Kornberger. Sus trabajos llegaron a manos de Rojas, quien alabó la calidad de las traducciones y quiso conocerlo. Siguieron años de colaboración y encuentros en Chile y Alemania.
Con el apoyo del Instituto Cervantes, para el bautizo de la biblioteca, Kornberger publicó “La casa de aire”, una antología bilingüe de Gonzalo Rojas. “Él concibe su poesía como respiración, ritmo… es aire –explica Kornberger-. El ritmo es primordial para él, pero no es horizontal sino más bien vertical: un ritmo casi cósmico. También hace un uso muy libre del lenguaje, con metáforas muy atrevidas y toda esa sonoridad… No siempre hay soluciones en alemán que correspondan al original, por eso hay que interpretar y decidirse por una solución y a veces también se me escapa un poco el sentido, porque algunos de sus poemas son difíciles de entender, sin ser un poeta hermético”.
La traducción de los poemas de Gonzalo Rojas ha sido una tarea ardua, pero satisfactoria para Reiner Kornberger. “Una vez le dije a Gonzalo: ‘no entiendo todo, pero cuento con la intuición'. Y él me dijo: ‘mira, yo tampoco lo entiendo', y eso me consoló”, recuerda el hispanista y traductor alemán.
La Biblioteca que lleva su nombre cuenta con una interesante colección de obras del poeta. Hay publicaciones impresas en Chile y otros países, libros autografiados y ensayos sobre su trabajo. Carlos Ortega, director del Instituto Cervantes de Bremen dice que esperan mantener los vínculos que los relacionan con el poeta chileno. “De algún modo nos sentimos representantes, al tener la biblioteca su nombre. Es un privilegio y también obliga”, señala. Para fines de junio están preparando un homenaje con fotos, documentos y obras del poeta.
Esta es una de las formas en que el mundo de las letras recuerda a este destacado poeta que, como dijo su hijo mayor, Rodrigo Rojas Mackenzie, en su funeral, se atrevió a decir lo indecible.
Autora: Victoria Dannemann
Editora: Emilia Rojas